En España se debate sobre el maltrato que sufren las mujeres por los machistas. Un problema muy grave, pero se habla de él y el Estado se ha dotado de los mecanismos legales, judiciales y policiales para resolverlo. Insuficientes, pero existen.
No he visto este mismo debate en Francia o en el Reino Unido, y no sé si existe en los países nórdicos, donde este problema tiene dimensiones más graves que en España. Llegué a leer en Le Monde un artículo titulado “Matar por amor”, con motivo del asesinato de su novia a golpes que llevó a cabo un famoso cantante francés. Quiero decir que posiblemente seamos de los países más avanzados en luchar contra este problema, pero falta tanto…
Las personas tendemos a relacionarnos con otras que nos son afines, parecidas, con los mismos gustos, horarios, valores, etcétera. Por eso quienes no tenemos este problema en nuestro entorno más inmediato (o no nos damos cuenta, que ya no sé qué pensar) vemos con incredulidad lo que le puede pasar a una adolescente que es acosada, perseguida, controlada y anulada por alguien que dice que la quiere. Algo terrible. En nuestras narices y sin enterarnos. Un acoso permanente, premeditado, cruel, que la chica (o el chico, que el acoso con los adolescentes es el mismo) sufre sin que lleguemos a detectar los síntomas.
La pregunta es si estamos enfocando bien el problema. Para empezar creo que esta debería ser la bandera preferente del movimiento feminista. El machismo es una ideología, existe y resulta realmente peligroso. Impregna la música, cuyas letras machistas se introducen como percepción subliminal hasta crear la idea de que las cosas son así. Impregna las masas que mueven los deportes con audiencias millonarias. Impregna la forma en que se expresan y se presentan los temas en los medios de comunicación. Impregna hasta el Congreso de los Diputados.
Sin embargo, carecemos de los indicadores para detectarlo y denunciarlo públicamente, porque está tan socialmente aceptado como lo estuvieron las drogas, asociadas a la progresía y la modernidad, y lo están hoy como modo de relación entre jóvenes, que se juntan en quedadas para consumir alcohol masivamente.
Recuerdo a las mujeres gallegas que se pusieron frente a los narcotraficantes y los denunciaron hasta que consiguieron cambiar la percepción social y de los medios de comunicación y un juez se decidió a actuar contra ellos con los instrumentos que tenía a su alcance, que no eran pocos.
Van a hacer falta muchas personas que emprendan la hercúlea batalla contra el machista y que los medios de comunicación hagan menos espectáculo con estas noticias. La principal dificultad es que posiblemente te subes en el ascensor con él todas las mañanas, cuando vas a sacar al perro, y no lo sabes.
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