Acaso podríamos… ¿Se puede relacionar estos dos fenómenos mediáticos en principio tan diferentes…?
Si me permiten, lo voy a intentar.
En principio, al Barça nos hemos acercado quienes admirábamos desde hace ya unos años la excelencia y preciosismo en el fútbol y en lo que le rodea, en sus estructuras y escuelas. En Barcelona siempre han dicho que el Barça es:”Mes que un club”. Y así lo vienen demostrando en España y allende fronteras y continentes.
Del mismo modo, hace apenas un año, entre los afines al ideario político de izquierdas se ha podido observar el nacimiento y crecimiento de un fenómeno, al principio más mediático y televisivo, llamado a ser en su concepción como el partido político la nueva izquierda, la izquierda emergente.
Desde las pasadas elecciones europeas, autonómicas y locales, y por fin, en el veinte de diciembre pasado muchos votos auparon al partido de Pablo Iglesias, en ascenso vertiginoso, hasta alcanzar un sitio preponderante en los escaños del Congreso.
Sin embargo, en estos dos encandilamientos del personal, uno futbolístico y otro político, reconoceremos que hay algo que impide llegar al éxtasis.
Describiré dos momentos concretos y dolorosísimos:
Final de Copa del Rey en el Nou Camp este último año. Salida de los equipos al campo mientras comienzan los acordes del himno nacional estando su Majestad el Rey Felipe en el palco. Comienza de repente un atronador tornado de silbidos y aparecen pancartas y banderas independentistas por todo el graderío.
Otro momento que no pude observar en directo pero que me contaron porque millones de personas fueron testigos:
Pablo Iglesias sale al balcón del hotel donde celebran su éxito electoral en las pasadas elecciones generales. El júbilo de un joven partido explota entre sus dirigentes y entre los miles de seguidores que se aprestan a escuchar a su líder, a esa especie de gurú de la nueva política. Hete aquí que en respuesta a quienes apoyaron desde todo el Estado sus ideas tan bien encaminadas hacia los desahuciados y los necesitados, que en esta triste crisis abundan y apoyaron a Podemos en todos los rincones de España, el primer gesto que dedica Pablo Iglesias fue apoyar a quienes demandan un referéndum , un “derecho a decidir” que no es más que un eufemismo o sinónimo de separatismo independiente , y les prometió encaminar todo su esfuerzo para que ese referéndum se lleve a cabo cuanto antes en caso de llegar a gobernar.
Parece que de repente los desahuciados y las víctimas de la tan bien descrita “emergencia social” pasan de golpe a un segundo plano.
Tanto nuestro amor por el buen fútbol en el espectáculo de una final de Copa como el sabor dulce de una recuperación de las izquierdas en las que esperamos todos que por el diálogo sepan apartar a las derechas prepotentes y antisociales del nuevo Gobierno se esfuman repentinamente a causa de que la idea que tenemos todos de España. Una España llena de diversidad pero integrada en una Unión Europea como país digno de respeto por todo lo que ha sabido demostrar tras su adhesión y que se ve ultrajada y desdibujada a causa de las aspiraciones independentistas que afloran sobre todo por el norte del País con ímpetu y ánimo destructivo hacia lo que significa precisamente España .
En Europa no dan crédito a este problema que consideran interno e incluso se niegan a recibir a embajadores salidos de la desunión de un miembro de la Unión Europea, lo cual parece muy lógico.
Es verdad que en la reciente campaña electoral de Podemos algo se atisbaba en los mítines donde se reclamaba el dichoso derecho a decidir pero siempre se esperaba el diálogo y el tino en la resolución de los muchos problemas sociales, mucho más importantes que las aspiraciones de los nacionalismos independentistas .
El momento triste del Barça que antes relataba se viene repitiendo en algunos partidos de liga en los que se ponen de acuerdo una parte importante del público en proclamar la machacona independencia gritando y enarbolando esas esteladas con diseño y connotaciones cubanas.
Sólo faltaban las declaraciones o adhesiones de los dirigentes o incluso futbolistas a las convocatorias de este nacionalismo con el que, por nuestra experiencia aragonesa, es difícil negociar, acordar o simplemente fiarse. Su prepotencia es tanta como la sinrazón o irracionalidad de las tergiversaciones históricas que atacan la cohesión de lo que pertenece a un todo, a un país que es España y así lo dice nuestra Constitución. Constitución que fue votada mayoritariamente en la Cataluña del año 1978.
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