Realmente es imposible creer a quienes lanzan o han lanzado desde púlpitos, eclesiásticos o sociales, consejos y sugerencias, a veces amenazas, para elevar el sentido de nuestras creencias o el sometimiento a los ajustes que imponen los políticos.
Escandaliza de una forma precisa el que los sumos sacerdotes de la moral cristiana sean acusados con mucho fundamento de haber abusado de los seres más indefensos, es decir, de unos niños.
De la misma forma irrita que aquel presidente de empresarios dijera muy circunspecto que había que trabajar más y cobrar menos mientras él atracaba en sus empresas a clientes y empleados.
Han sido políticos muy arrogantes quienes recomendaban ajustarse el cinturón mientras ellos vivían en el desenfreno y el derroche riéndose de aquellos a quienes masacraban hundiéndoles en la pobreza.
Cada semana, y en ocasiones a diario, escuchamos o leemos cómo las élites, los elegidos para ocupar la parte alta de la sociedad se ríen de las leyes y de los Estados, incluidas sus agencias tributarias para ocultar riquezas, a veces de dudosa procedencia, mientras no se inmutan al exigir recortes en el gasto social de una sanidad o educación públicas.
Realmente es imposible de creer en nuestro futuro cuando un domingo por la noche una cadena de televisión descubre la investigación que aclara el trayecto que recorren los fondos escatimados al común.
Hipocresía y desvergüenza se dibujan en una entrevista islandesa en la que unas educadas y parsimoniosas preguntas son disparadas por sorpresa desnudando a todo un primer ministro frente a sus ciudadanos y sólo la mentira y el rostro desencajado de ese primer ministro aciertan apresuradamente a dar por finalizada la tormentosa entrevista.
Si quien dirige desde la cúspide no es capaz de mantener una conducta que sirva siempre como ejemplo…-¿Por qué los de abajo hemos de sacrificarnos y aguantar la tortura impuesta desde esa cúspide?.
El dinero y el poder van aparejados en nuestra sociedad pero parece que el dinero se escabulle mientras el poder se ejerce contra los considerados inferiores.
¿Acaso las revoluciones que ha habido ya desde el siglo XVIII no han servido y todavía sufrimos las causas que armaron a sus exaltados protagonistas?.
Me resulta realmente imposible de creer que en la rueda de estos últimos siglos caigamos una y otra vez en los mismos errores. Que estas selectivas clases sociales conviertan a los hombres en caníbales de sí mismos siempre pensando en competir para sobresalir y dominar a sus semejantes.
Particularmente y a pesar de resultarme difícil creer…, sinceramente os digo que creo en la Honestidad y en el Hombre.
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