“Desde los días de Adán, apenas si se ha causado en este mundo algún daño que no tenga su raíz en una mujer”
Si un escritor publica esto en el XXI le vienen dadas y por varios lados, pero hablamos de picaresca, del siglo XIX y de William M. Thackeray. Porque es así como Barry Lyndon comienza a contarnos las aventuras y desventuras de su vida. Este libro, narrado en primera persona por Redmond Barry, que pasará a ser Barry Lyndon tras un matrimonio ventajoso, casi son las memorias de ese irlandés que sube como la espuma dentro de la alta sociedad gracias a infinitas tretas.
Nos muestra Thackeray la sociedad tal cual debía ser en el “dieciocho”. Y nos lo enseña desde una narrativa dinámica y amena. El lector vive sus aventuras desde la calma de lo bien narrado pero con una sonrisa ante determinados acontecimientos. Y es que ese Lyndon que sale tras un duelo,(inolvidable la escena), a buscarse el pan recayendo en el ejército inglés le sirve a Thackerey para hacer un crítica feroz del pueblo irlandés, dibujándonos un Barry Lyndon trepa, mujeriego, pendenciero y sin escrúpulos por un lado, y una sociedad inglesa altiva y banal por el otro.
Me gusta leer a los clásicos por dos motivos, el primero de ellos sus técnicas narrativas. Lees un clásico y te das cuenta que en literatura poco queda por inventar. Casi todo está hecho con anterioridad. El otro motivo es que ves cómo la literatura a lo largo de muchos años ha ido dibujando una sociedad que apenas cambia. Lo que nos preocupa, ya preocupaba, lo que nos duele, ya dolía y lo que nos indigna, ya indignaba.
De ahí que cierre este libro y me decida a ver la película. Y enorme sorpresa de Kubrick que plantea una película de bella estética, impecable diría yo, en la que la fotografía sorprende poniéndose a la altura de la palabra escrita, (a veces una imagen sí que vale más que mil palabras), mostrándonos unos encuadres perfectos que transmiten al espectador la estética de los cuadros del siglo XVIII. Escenas que son pinturas. Tal sensación tienes al visionar esta obra de arte que acabas investigando y descubriendo la influencia de William Hogarth en la fotografía del film.
Leyendo este libro y he aprendido de arte, de cine y de historia. Por eso defiendo siempre que hay que leer a los clásicos. También defiendo con fuerza que “está mejor el libro” pero esta vez Stanley Kubrick me hace dudar…
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