Reflexiones acerca del trabajo de las mujeres con motivo del recital poético que tendrá lugar en la Casa de Aragón en Madrid para conmemorar el Día Internacional de la Mujer
Aunque a muchos se lo parezca, el trabajo de la mujer no siempre es cosa de coser y cantar. Desde la más oscura noche de los tiempos, antes incluso de la aparición de aquella primera mujer que descubrió la agricultura y, con ella, el sedentarismo que dio lugar a los primeros asentamientos humanos, al comercio entre ellos y a las civilizaciones con cultura escrita, las mujeres han trabajado sin descanso, y casi siempre desinteresadamente, para su comunidad. Albaceas de todos los saberes tradicionales, desde los romances y los refranes a las recetas de cocina y de medicina doméstica, las mujeres han faenado como agricultoras, lavanderas, cocineras, curanderas, costureras… Y cantando, además: siempre cantando. ¿Quién no las recuerda, en aquellas acogedoras cocinas de la infancia, hoy casi por completo desaparecidas de nuestros pueblos, machacando aceitunas o desgranando mazorcas?, ¿quién no recuerda sus canciones? Como en el aria “Las espigadoras” de la zarzuela “La rosa del azafrán”, la mujer ha trabajado siempre codo con codo junto al hombre:
“Sufre espigando tras los segadores
los mismos sudores
que el hombre que siega y que trilla.
En cuanto suenan las caracolas,
por esos trigos van ellas solas”.
Lo que ya es otro cantar es el valor de cambio que se adjudica a esas labores; porque el trabajo de las mujeres asalariadas sigue estando peor pagado que el de los hombres, y eso sin mencionar la segregación con que se las ha pretendido relegar al ámbito doméstico, o la discriminación a la hora de ocupar ciertos puestos o ciertos cargos, por no hablar de los techos de cristal, el acoso sexual en el trabajo, incluso la explotación sexual… Lo que conmemoramos el día 8 de marzo no es un difuso interregno situado entre los epígonos consumistas de San Valentín y los prolegómenos no menos comerciales del día de la madre, sino la matanza de las trabajadoras de una fábrica, quemadas vivas como consecuencia del encierro al que las sometió el empresario como respuesta a sus reivindicaciones laborales, con las que pretendían no ya una equiparación salarial con el hombre, sino unas modestas mejoras que les permitiesen compaginar sus larguísimas jornadas de trabajo con el amamantamiento y cuidado de los hijos, es decir: compatibilizar su trabajo mal remunerado en la fábrica con ese otro trabajo sin remuneración del cuidado del hogar. Ahí es nada, armonizar el trabajo fuera de casa con el gratuitamente brindado a la familia como célula del cuerpo social: lo que hoy llamamos “conciliación laboral y familiar” que, como muy bien sabemos, se vislumbra todavía lejanamente en el horizonte de las mejoras sociales.
Por eso es todavía tan necesario que los actos conmemorativos del Día Internacional de la Mujer sirvan para dar visibilidad y voz a las mujeres silenciadas y para apreciar el valor de su trabajo, actos como el promovido por la Casa de Aragón en Madrid para el próximo día 8, en colaboración con la Casa Serbia: un recital poético sobre la mujer en el que están invitados a participar reconocidos poetas aragoneses, como Ángel Guinda, Felipe Espílez o Ángel Petisme, junto a otros de diferentes partes de España y del mundo, como Dušica Nikolic, Abdul Hadi Sadoun, Guillermo Arróniz, Alicia Aza, Ana Benegas Haddad y Oscar Pirot. La que esto escribe, que además de intervenir como escritora aragonesa es, junto con Dušica Nikolic, comisaria del acto, invitó también a los poetas Manuel Vilas, Salvador Mira, Teresa Agustín y Manuel Quiroga que, si no en persona, estarán presentes allí a través de sus versos.
“Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. Porque eres polvo y al polvo volverás”i. El trabajo es ese castigo bíblico que le fue impuesto a Adán tras comer del fruto del árbol del conocimiento y que desde el principio compartió con Eva; de ese modo, como labradora, se la representa en la iconografía medieval junto a Adán tras la expulsión del Paraíso, y aquella primitiva azada de la mujer agricultora, el palo de cavar de Eva, es la primera varita mágica de la historiaii. Pero antes que Eva, Adán tuvo otra mujer, Lilith, que lo abandonó y que viene a representar así la libertad y la independencia de la mujer frente al varón. Lilith, Eva, María… la libertad, el deseo, la entrega; las tres figuraciones de nuestro imaginario femenino; libres para elegir su destino sabia y conscientemente; alegres compañeras de camino, apasionadas, curiosas, solidarias; madres, amigas, hermanas, amantes que nos cuidan y nos salvan… Mujeres de ahora y siempre cuyos ecos resonarán el próximo día 8 en la voz de los poetas del siglo XXI en la Casa de Aragón, dejándose oír también en las composiciones de los participantes del Taller de Escritura Creativa impartido recientemente en la misma Casa y cuyos trabajos -de verdad que esos sí- fueron cosa de “coser y cantar”, y como muestra un botón:
«Avanza la noche
Al fin la casa en calma
Ella, exhausta, yace velando»
Es la estremecedora composición que sobre el trabajo de la mujer ha realizado Pilar G. Barra; Mayte Pérez, por su parte, interpreta de este modo en su poema a unas modernas y seductoras “Evas”:
“Creativas, inventoras;
unidoras, aglomerantes
y siempre deseables”
Y, en la voz de Raquel Fernández Abuja, las mujeres nos dicen estas palabras que tanto conmueven:
“No nos ataquéis
Solo somos mujeres
Y os queremos”
No podíamos dejar de mencionar, para terminar, el bellísimo haiku que sobre la mujer como madre ha escrito otra participante de nuestro taller, Olga Bogdanov:
“La mano frágil
Apoyándome siempre
Fuerza de madre”
Son las múltiples formas con las que se manifiesta lo femenino como principio presente en la obra colosal de la Naturaleza y en su criatura pensante, el ser humano. En nuestras actuales sociedades, ¿es más libre de fluir ese principio femenino ahora que antes, es más sonora su canción? Trataremos de escucharla, en todo caso, en los poemas de los escritores que tan generosamente han aceptado participar en el recital del próximo día 8, y al que, por supuesto, quedan todos ustedes invitados.
Susana Diez de la Cortina Montemayor es filóloga, directora académica de AulaDiez (www.auladiez.com) y autora de diversos libros de poesía y gramática española para extranjeros
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