Aunque es necesario profundizar en el análisis y en lo que puede ocurrir a partir de ahora, si me atrevo a escribir algunas primeras consideraciones sobre el resultado de la elecciones primarias en el PSOE.
1.- Ha sido un sano ejercicio de democracia para un partido con la historia del PSOE, que aprendan otros que tanto presumen, la participación ha sido masiva, quizá ha faltado debate político y ha sobrado escenificación a lo yanqui, así como malas artes y hasta chabacanería en algunos casos.
2.- Una vez más, los militantes, las bases, la gente normal del PSOE habló y lo hizo contrariamente a lo que decían la mayoría de sus direcciones, lo que me lleva a varias conclusiones: Las direcciones, los llamados barones, no lideran o representan adecuadamente a sus militantes, no escuchan la opinión de sus bases y ni tan siquiera son capaces de persuadirlas a través del debate político, sobre la conveniencia de votar a uno u otro candidato, con todo lo cual, quedan bastante en entredicho como dirigentes y quizá en un gesto de honestidad política, debieran hacerse a un lado.
3.- Ha ocurrido lo mismo que cuando artificialmente y casi siempre por intereses poco confesables y para nada primando el interés general, se trata de cambiar el curso de un rio, la naturaleza que es sabía, tarda más o menos, pero finalmente el agua busca y encuentra su cauce natural. Creo que faltaba mucho debate político, mucha vida en la base militante de este histórico partido, pienso que los intereses, el miedo, cierto culto a liderazgos de cartón piedra, una cultura del posibilismo que destierra la imprescindible ilusión y utopía para la izquierda, así como la creatividad, el devanarse los cascos por buscar alternativas a un modelo injusto y que genera tantas injusticias, tenían secuestrado a esa mujer, a ese hombre, que tenía el carnet de socialista, tarde o temprano, como el agua, se ha producido una rebeldía y a pesar de contar con todos los medios del aparato del sistema, el agua ha vuelto a su cauce, David a vencido a Goliat.
4.- Un histórico hombre de izquierdas, ya fallecido, me dijo una vez: “cuando tu única obsesión es ganar elecciones, aunque sepas que no vas a cambiar sustancialmente nada en la sociedad, cuando tanto te asemejas a tu adversario político, la derecha, más pronto que tarde, la gente acaba eligiendo al original”, ahí y en la crisis del modelo partidario en quién casi nadie cree, hay que buscar la irrupción de fuerzas como Podemos y el que aún a pesar de lo que está cayendo y como lo está pasando una mayoría social en este país, siga gobernando el PP.
Permitir eso, es lo que ha castigado sin compasión la militancia socialista mayoritariamente. La izquierda, las izquierdas, ni por acción ni por omisión, pueden permitir que gobiernen las derechas y se impongan las políticas de derechas, algunos haciendo ejercicio necesario de autocrítica, sabemos mucho de este error.
5.- Llegamos a un nuevo momento político, ojalá histórico y en este se necesita mucha creatividad, formas nuevas que devuelvan la confianza perdida a la gente en sus políticos, toca reivindicar lo positivo de estar en política, pero erradicando de una vez por todas prácticas que en mayor o menor medida, han perjudicado a todos los demócratas de verdad. El sistema partidario se debe reinventar, sí, pero no confundirse con excentricidades como las que comienzo a ver por ahí, que tienen poco de poso político, de profundizar en el análisis para llegar a la raíz de los problemas, de debate ideológico y político de altura, de recuperación de aquella máxima que nos enseñaron “tesis-antítesis-síntesis” y mucho de artificio, teatralidad, escaso rigor analítico y olvido absoluto de que las organizaciones políticas son meros instrumentos, medios para la consecución de un fin y no fines en sí mismas.
6.- Con todos los cambios que se han experimentado en el mundo, con otras connotaciones totalmente distintas, sigue existiendo conflicto de clase y procediendo de una cultura dentro del amplio abanico de la izquierda o de otra, conviene no perder ese fundamento. Como conviene recuperar valores en bastante desuso y donde seguramente confluyen muchas de las izquierdas organizadas o no, me refiero al reparto equitativo de la riqueza, a la primacía de la política sobre otros poderes de tal manera que el político no sea un títere en manos de quienes de verdad gobiernan, al papel que les debe corresponder –y no otro- a los medios de comunicación, a las entidades financieras, en definitiva, a aquellas tan acertadas palabras que decían libertad, igualdad, fraternidad. Es hora de la participación, de educar desde abajo, de la transparencia, del sentido común, de la razón de estado, del interés general, de desterrar para siempre el despotismo ilustrado –todo para el pueblo pero sin el pueblo-, del reequilibrio a todos los niveles, económico, social, territorial. No puede ser que unos pocos tengan tanto y muchos hayan de conformarse con tan poco o con nada, eso la izquierda no lo puede permitir. Hace falta volver a tener ilusión, a apostar porque cambien las cosas, a no menospreciar el significado de la palabra utopía, que no quimera, utopía como sueño realizable algún día, sin el cual no se hubieran producido ninguna de las grandes transformaciones de diversa índole en el planeta.
7.- Está claro que la izquierda ha tenido un adversario de clase, pero todavía ha sido peor enemigo, la propia izquierda, una de las grandes fortalezas de la derecha ha sido y es todavía, la división de la izquierda. Hay que mirar hacia detrás para corregir, no para reprochar, es la hora de la generosidad, de escuchar al otro, de la tolerancia con quién no piensa exactamente como tu pero comparte unos principios fundamentales, un objetivo común.
Fuera los dogmas, los gurús de pacotilla que dan títulos de izquierdismo, de las absurdas peleas para ver quién es más rojo o quién saca más votos en las elecciones. Los partidos, las siglas, los dirigentes más destacados deben perder peso, en beneficio de las ideas, los métodos y los equipos colectivos. Hay que tener altura de miras, no caer en cánceres como la inmediatez, el titular de prensa, el próximo proceso electoral, hay que hacer otras políticas y hay que hacerlas con la sociedad, articulándola, diciéndole que si pretenden que sus vidas cambien, que mejoren, que no vayamos hacia atrás, deben sumarse, arrimar el hombro, salir a la calle pacíficamente si es menester.
Puedo parecer un ingenuo, aseguro que con las heridas que llevo en mi cuerpo, heridas metafóricamente hablando, heridas políticas, puñaladas traperas, traiciones, errores garrafales que he cometido, el mirar a los jóvenes, a mis hijos, ver que no lo tienen nada fácil, sentir la injusticia, el retroceso en cosas que creíamos conquistas inamovibles como los derechos de los trabajadores, las libertades, etc., os aseguro que nada de ingenuidad, ni de soñar románticamente, nada de romanticismos vacios. Sí, son grandes palabras, grandes deseos, pero se pueden llevar a lo concreto, ponerlos en valor, cualificarlos y cuantificarlos, por ahí se debe empezar, porque también conviene no olvidar, que la teoría sin praxis, no es revolucionaria y no consigue transformar nada. Por eso, tras muchos años en primera línea de la política y también muchos en la reserva, he decidido volver, creo que es un ejercicio de responsabilidad y aún sabiendo que la travesía va a ser muy complicada, estoy convencido que solo construyendo un proyecto político de las izquierdas –sin importarme mucho el nombre o quién lo lidere, solamente con ocuparme de que no falte casi nadie- podremos hacernos más viejos de lo que ya somos, con la conciencia tranquila de que hemos dejado a las generaciones venideras una sociedad mejor.
Miguel Angel Fustero Aguirre
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