Ya fue reconstruida en el año 48 con el trabajo de los vecinos y desde hoy parte de la antigua abadía de Serrate aparece convertida en espacio público, un museo etnográfico donde queda reflejada la vida cotidiana, los oficios, sus utensilios y otras muchas curiosidades del valle de Lierp que une las cuencas de los ríos Ésera e Isábena. Con esta filosofía de introducir a quien llega en la forma de vida rural, han abierto las puertas de la renovada abadía el Presidente de la Diputación de Huesca, Miguel Gracia, y José María Ariño, alcalde del municipio que ha promovido este proyecto, ahora hecho realidad con la financiación de la administración provincial y la participación de prácticamente todas las casas del valle.
Ante numerosos vecinos y personas vinculadas al municipio, el máximo responsable de la DPH, ha dicho reconocer en este espacio la forma en la que la histórica economía agroganadera recoja también los beneficios de una sociedad que demanda cada día más servicios turísticos y culturales. “Necesitamos que quienes vienen de otros lugares entiendan cómo vivimos en esta provincia, que medio rural y urbano sean cómplices”, reclamaba Gracia.
De la misma forma, aplaudía Miguel Gracia el trabajo colectivo, “el laborioso empeño de muchos”, ha dicho, para “hacer que todo esto perviva hasta hoy”, acordándose de las generaciones que a base de mucho tesón allanaron el camino y supieron transmitir su forma de vida y tradiciones. “Si han llegado así hasta hoy ha sido porque día a día este territorio ha estado velado y cuidado por gentes conocedoras y necesitadas de sus recursos y, a la vez, guardianes del patrimonio cultural y social”, ha resaltado el Presidente de la Diputación, junto al que, además del alcalde, han estado los vicepresidentes de la Comarca de la Ribagorza, Eusebio Echart y Marcel Iglesias, el resto de miembros de la corporación local, el senador Marcelino Iglesias, otros alcaldes de localidades vecinas, Modesto Pascau, consejero de la empresa de Prames, que ha trabajado en el proyecto, junto al encargado del proyecto o el albañil, también partícipes en lo que hoy es ya una realidad.
“Es un museo del pueblo”, ha sido la expresión más repetida hoy y que corroboraba la periodista Beatriz Ariño, muy ligada a esta población ribagorzana. Ella ha resumido el papel que quiere desempeñar este nuevo espacio, que no es otro que el de potenciar este valle y su entorno como destino turístico y cultural y lo que se ha pretendido es “revitalizar el municipio dotándolo de un espacio expositivo”. La periodista de rtve ha dado paso al alcalde, José María Ariño, quien ha dedicado mucho tiempo a dar forma a este museo donde “actualizaremos la memoria histórica”, porque “mientras alguien nos recuerda es que existimos”. Así lo manifestaba José María Ariño quien aboga por que los pueblos tengan una oportunidad, donde incluye la demanda de “nuevas vías comunicación para que los que vengan de la ciudad puedan encontrar un bienestar”, refiriéndose a las telecomunicaciones. Ariño se mostraba muy agradecido con la Diputación “que entiende las necesidades de cada pueblo y así es cómo se consigue reforzar los recursos que ya tenemos”.
Casi todos los objetos expuestos han sido donados por vecinos del valle y muchos han sido restaurados por la asociación cultural Turbón desde donde también orquestan las actividades de la semana cultural que celebran estos días y que coincide con las fiestas de la localidad. Un magnífico concierto coral a cargo del grupo Elkhos ha puesto el broche musical a la jornada, durante la que Miguel Gracia también ha visitado otros proyectos en los que ha participado la DPH en este municipio de la Ribagorza.
El proyecto ha sido financiado con cargo al programa inversiones y equipamiento cultural de la Diputación Provincial de Huesca, con 50.000 euros destinados tanto a la rehabilitación del espacio como a su posterior adecuación. El mismo fondo posibilitó, por ejemplo, la apertura en junio pasado de otro espacio expositivo ubicado en la iglesia románica de San Martín de Castanesa.
Más de 170 objetos enseñan la forma de vida rural
Situado en la plaza de Serrate, el Museo cuenta con aproximadamente 100 metros cuadrados, junto a la iglesia parroquial, en los que se propone un recorrido temático por las dos salas acondicionadas de la abadía con una zona a modo de presentación del valle de Lierp, donde darse cuenta de que es uno de los pocos transversales del macizo central pirenaico. Después se muestra el trabajo en el campo, mientras el resto del espacio se articula en torno al día a día, la casa, las labores cotidianas y oficios olvidados, por un lado, y las tradiciones, ritos y la devoción popular por otro.
Un lugar destacable tienen los aperos de labranza a través de los que se puede hacer un recorrido desde la preparación de la tierra, la siembra, la trilla, la siega o cuando se aventaba el grano. El arado es lo más antiguo que se puede encontrar, pero también se puede ver el trillo de Pedernal, el que se utilizaba para trillar y separar la paja del cereal, la vertedera, una revolución en aquel momento, o los bencejos para atar los fajos de cereales. También se enseñan los aparejos de las caballerías que fueron hasta hace unas décadas el principal medio de trabajo y fuerza de trabajo en el campo.
La agricultura y la ganadería coexistían con algunos oficios como los de carpintero, albañil y herrero que también están representados en el museo. En todas las casas solía haber un banco de carpintero y reserva de materiales de madera, otro material básico para la fabricación de mobiliario y aperos varios. El hierro es otro de los materiales que abundaba como se deja ver en azadas, ruedas de carro, enganches para los arados, herraduras de las caballerías…
El museo cuenta con dos alturas, la planta baja tiene una bóveda de cañón y ya deja ver que las casas siempre han tenido una estructura muy similar. En la planta de arriba se puede ver uno de las piezas clave de cualquier hogar del valle, el forno u horno, este datado en el siglo XVII, donde se cocía la masa para hacer el pan y también todos los utensilios que se utilizaban.
Gracias a las visitas pastorales recogidas por los párracos de Serrate y Egea en sus obligados informes se conocen hoy en día noticias no solo del aspecto religioso, sino también del económico y social. Llama la atención la indumentaria religiosa, las casullas utilizadas para cada momento, una talla de madera o un atril de madera de una sola pieza del año 1890.
En este museo se cuentan, además, algunas de las creencias más importantes de este valle, entre las que destaca la relacionada con el toque de la campana de Serrate que aleja las tormentas cargadas de pedrisco. Otra tradición que también se llevaba a cabo en la ermita de la Virgen del Pueyo era la bendición para la protección de las cosechas contra plagas y tormentas, documentada ya en esta zona en el año 1736.
Leave a Reply