De acuerdo con las últimas actuaciones por parte del Área de medioambiente del Ayuntamiento de Huesca con respecto a la propuesta de tala del arbolado del Paseo Ramón y Cajal con motivo de su reurbanización, y ante los informes técnicos emitidos en el año 2016 por Josep Selga y en 2017 por Pirinea, desde Ecologistas en Acción Huesca queremos manifestar nuestra postura.
Una vez más, desde el Área de Medioambiente de Huesca se impone la clásica política ambiental de reurbanización cómoda, fácil y sencilla: a la hora de acondicionar el pavimento urbano, los que más sufren son los árboles de la ciudad. En el último año hemos vivido varias pruebas de ello como la tala de numerosos ejemplares en las calles Menéndez Pidal, Pasaje Arco Iris, Plaza General Alsina, Concepción Arenal, chopo del Perpetuo Socorro y ahora también en el Paseo Ramón y Cajal.
Desde Ecologistas en Acción Huesca, consideramos firmemente que las reurbanizaciones de nuestros viales públicos deberían contemplarse desde el prisma de la adaptación de la obra a los árboles existentes y no lo contrario. Eso supone el respeto a su presencia y el mantenimiento del máximo número de ejemplares con dedicación y asiduidad.
En el paseo Ramón y Cajal —si bien hay árboles y arbustos que son difíciles de integrar en otro entorno paisajístico como hiedras, adelfas, cipreses, aligustres…— no logramos entender porqué se proponen la tala de algunos de los árboles citados en los informes presentados por el Ayuntamiento de Huesca.
Podemos entender que, desde el punto de vista de la remodelación paisajística, se pueda optar por la eliminación de 3 cedros correspondientes a los números 46, 76 y el cedro s/n, que, por excesiva cercanía, han sucumbido ante la presencia del más próximo. Pero en cambio consideramos que los árboles 19, 72 y 23 pueden ser salvados de la tala y mantener su presencia en el paseo si se aplican medidas de «saneamiento» y se proporcionan elementos como tirantes o sujeciones que faciliten la permanencia del más inclinado.
Llama la atención cómo el cedro 23 es sentenciado a tala porque sus raíces han movido un cajetín de luz, siendo que dicho cajetín puede ser recolocado y se pueden adaptar las aceras para lograr mantener el ejemplar en pie.
Tampoco entendemos la decisión de talar el olmo sito en la acera derecha del último tramo de actuación (desde la calle Camila Gracia hasta la Plaza Sto. Domingo), porque bien podado y adecuado el nuevo enclave a su presencia, podría continuar en su lugar.
A su vez nos preocupa cómo en el informe presentado este año, se pone de manifiesto que la reurbanización del paseo podría afectar a los árboles que se van a mantener «debido a su elevada edad». Esperemos que esta afirmación no justifique un posible aumento de la tala en el proceso de reurbanización. Por ello reiteramos que las obras deben adaptarse a la presencia del arbolado existente, priorizando su presencia, cuidando muy delicadamente las labores de suelo y apostando por un proyecto sostenible, que fortalezca el ecosistema de nuestra ciudad.
Ecologistas en Acción ha insistido desde hace ya varias legislaturas en la necesidad obligatoria de la previsión de cara a un planteamiento paisajístico y no en la toma de decisiones a golpe de evaluaciones técnicas externas. Ese debería ser el objetivo claro del Ayuntamiento de Huesca.
Cuesta creer cómo el año pasado se celebraba en nuestra ciudad (siempre con tan buenas y educadas palabras), la 43 edición del Congreso Nacional de Parques y Jardines Públicos, donde se hablaba de técnicas para promover un ecosistema sostenible urbano y de promover ciudades biofílicas, así como de los beneficios que los árboles urbanos pueden ofrecer a la salud pública. Este año, por el contrario, estamos presenciando en no pocas ocasiones cómo nuestros árboles son talados ante el ya casposo argumento de su peligro para la ciudadanía, que no negamos su existencia, pero no estamos de acuerdo en la forma de gestionar esta peligrosidad.
La política ambiental también es pensar cómo conservar nuestros árboles, en aplicar métodos de curación, en salvaguardar su suelo, en la prevención, en darles su lugar y su espacio para que crezcan con dignidad y formen parte de nuestro entorno natural. Si en este caso eso supone modificar el proyecto de remodelación del paseo, hágase.
La política de sustitución de un árbol «enfermo o estorbador» por un tilo recto, pequeño y discreto, es el denominador común de las últimas actuaciones municipales con respecto a los árboles de nuestra ciudad. Y ya es suficiente. Apostemos por mimar a nuestros árboles, por cuidarlos, por conservarlos, por crecer con ellos, simplemente tomemos como modelo otras ciudades europeas. Dejemos las políticas arboricidas oscenses de un lado y abordemos nuevos modelos de actuación más sostenibles y abiertos, donde nuestro patrimonio ambiental se defienda no sólo desde la sociedad sino desde las instituciones.
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