El mes de octubre comienza con las celebraciones de la fiesta nacional de la Hispanidad, que corresponde a la festividad cristiana de la Virgen del Pilar, el día 12, y termina el 31 con los fastos, bien arraigados a todo lo largo y ancho de nuestra península, de la Noche de Difuntos que da paso al día de Todos los Santos. La primera de esas dos fechas, como ocurre con tantas festividades marianas, se dice que podría tener su origen en unas primitivas celebraciones paganas, relacionadas con la divinidad femenina de la Madre Tierra, que en nuestra civilización encarnaban las diosas de la fecundidad y las cosechas Demeter (griega) y Ceres (romana), y que en el caso concreto de la Virgen del Pilar tendría como antecedente directo a una primitiva deidad autóctona, llamada Ebura(cuyo nombre se supone emparentado etimológicamente con el del río Ebroy con Iberia) que también se hallaba ubicada sobre un pilar. Sea como fuere, y proceda de donde proceda, lo cierto es que la Virgen del Pilar tiene entre otros muchos el indudable mérito de ser venerada incluso por los ateos más sabios, pues, si damos crédito a lo que nos contó sobre uno de ellos -el erudito Javier Barreiro- su amigo de la S.D. Huesca y pregonero del Pilar de este año en la Casa de Aragón en Madrid, José Antonio Martín Otín “Petón”, es imposible no creer en ella “¡porque vino en carne mortal!” .
Derrochando tanta devoción como gracia narrativa literaria, nos ilustró “Petón” con tantos casos de notables ateos aragoneses devotos de la Virgen del Pilar que tuve que echar mano de una libretita que suelo llevar en estos casos. Además de al genial poeta y estudioso de la literatura y la música Javier Barreiro Bordonaba, trajo “Petón” a escena, en una suerte de “Cambalache” que hubiera hecho las delicias del primero, a San Lamberto y a Labordeta, al clan de la Residencia de Estudiantes, Lorca, Buñuel… y aseguró de este último que “creía tanto en el milagro de Calanda que estuvo a punto de partirle la cabeza a un dominico que se lo puso en duda”, así como aseguró también que Unamuno había dicho de Joaquín Costa: “No cree en Dios, pero cree muchísimo en la Virgen del Pilar”, y que Santiago Ramón y Cajal, otro de nuestros insignes ateos, había tenido que admitir que a su hermano lo había salvado en varias ocasiones de la muerte la Virgen del Pilar.
La coincidencia de la fiesta nacional de la Hispanidad con la fiesta del Pilar propicia que ambas se fusionen en los conceptual, hasta el punto de haber hecho declarar apasionadamente a nuestro pregonero: “¡La Virgen del Pilar es el manto que nos cubre!”, sobrentendiendo un “a todos” implícito, y explícito en la no menos apasionada definición que nos brindó de ‘país’: “Un país es la idea común de todos”.
Algo que no anoté en mi libreta, pero que me quedó muy claro de su charla: la amistad (léase ‘cualquier amistad’, pero patente esa tarde en la que nuestro ilustre ponente le demostraba a su no menos ilustre amigo Barreiro) debe quedar siempre por encima de las ideas, así que más aun, y necesariamenteentre personas inteligentes, debe quedar por encima de las ideologías. Mucho aprendí esa tarde, como ven, si hasta aquí me han leído. Para terminar este mes que comenzó con el día de la Hispanidad, cuando corten una flor en recuerdo de sus muertos queridos no olviden esta Noche de Difuntos a esos hispanos del otro lado del océano que andan vadeando las fronteras naturales que son los ríos, no olviden esa triste caravana migratoria de personas que caminan hablando nuestro idioma. Y que el manto de la Virgen del Pilar, que rescata por igual a los creyentes y a los ateos, los ampare y los cubra supliendo con su protección el techo que no tienen.
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