Hay formas y formas de expresarse, de contar o decir las cosas. Estamos viviendo tiempos en que gracias a las redes sociales, personas de toda índole invaden el ámbito a veces más íntimo de un ciudadano con tan sólo hacer éste un clic en su móvil o en el ordenador.
Hasta la llegada de esta revolución social, cultural y más que nada total que se llama Internet, el acceso a los medios, sin estar negado a cualquiera, sí era escaso o a veces testimonial.
Las noticias normalmente las leíamos escritas por profesionales en los periódicos de papel o las escuchábamos en la radio o la tele. No obstante, algunos aún amamos leer los periódicos de toda la vida, si puede ser acompañados de un café calentito al salir del trabajo. Pero ocurre, como en este caso, que tras la lectura de un par de noticias casi seguidas el cerebro se pone a bullir y durante algunos días se va gestando algo que por fin ve la luz aquí, en la pantalla del ordenador y tecleado por quien suscribe. No olviden que quien suscribe lo hace a título personal, de ciudadano libre y sin ataduras ni obediencias a ninguna organización. Tampoco puedo esgrimir títulos universitarios que pudieran habilitarme, como si fuera periodista al uso, para compartir unos pensamientos puestos por escrito con la naturalidad de un ciudadano siempre atento a lo que le rodea.
Del mismo modo, creo nadie se verá obligado de ninguna manera a creer, admitir o incluso a compartir pensamientos o ni tan siquiera molestarse en leer este texto.
Una cosa es evidente. Existe la Libertad.
Libertad de pensamiento , de expresión y de manifestación y eso no es poco si recordamos aquellos tiempos en que la Transición se abría paso desde los oscuros callejones de la ilegalidad y el silencio condenatorio de una dictadura que en sus estertores veía imposible acallar las voces de quienes clamaban simplemente por eso: por la Libertad .
¿Y qué se me habrá ocurrido esta vez después de mascullarlo media semana en mi cabeza?.
Hace unos días leí en un periódico, con tan solo unas pocas páginas de margen, una cosa y la contraria. Una especie de tesis y antítesis de corta distancia.
Era un periódico de los de siempre en una tarde de las de siempre y siendo posiblemente noticias de agencia que habían llegado por distintos canales pero que por casualidad se enfrentaban cara a cara como diciéndote: ¿-Por cuál te inclinas…?.
Un estudio afirmaba que Aragón es la cuarta región de España con mayor calidad de vida después de Navarra, País Vasco y Madrid. En esta noticia se hacía mucha referencia a cifras y datos estadísticos sobre el PIB, las exportaciones y la producción creciente en sectores estratégicos para la economía como la fabricación de automóviles o el pujante sector, o como se dice ahora ,“clúster” de la agroalimentación . Vinos y cerdos incluidos.
Se citaban aventajados aspectos de la vida cotidiana como la Sanidad y la Educación que nos hacían más felices, amén del carácter general de los aragoneses con síntomas claros de amor al trabajo ,al pacto y la negociación, aderezados por la constancia y la firmeza de carácter.
A tan sólo dos o tres páginas más allá pude leer algo que me despertó de golpe del dulce sueño de la “calidad de vida” en que me había dejado transportar.
Leí estupefacto que en Aragón hay casi un treinta por ciento de población que está afectada por los parámetros de la pobreza e incluso que rozamos un siete por ciento de pobres de solemnidad.
¿En qué quedamos..?. ¿A quién creemos…?.
No es que sea más pesimista que alguno de los somardas que te machacan con insistencia cuando sueñas despierto con un mundo mejor, pero la segunda noticia me pareció más realista, más creíble. Creo que en ella se hacía mención a la precariedad en los contratos y a una nueva clase social: los ”trabajadores pobres”. También a la legión de parados y sobretodo, y más lacerante, a la pobreza infantil. Todo ello certificado por un organismo fiable como es Cáritas.
Dicen que soñar cuesta poco y qué bien suenan aquellos versos…: “La vida es sueño… y los sueños, sueños son”; pero a nadie la gusta despertar de los sueños convertidos de repente en pesadilla y por eso… la Calidad de Vida tan cacareada se debería proclamar desde una mirada de amplio espectro sin obviar los rincones oscuros de una infelicidad que aturde a los desfavorecidos.
Y jamás proclamar esa pretenciosa riqueza colectiva por unos datos estadísticos cruzados con cifras globales que sólo sirven para ser colgados a modo de trofeos de caza en ciertos despachos, manchados por la codicia de quienes toman allí decisiones que incumben a todos.
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