Tal como ha explicado el presidente de Arapaz MPDL Aragón, Agustín Gavín, hoy en la sede de la corporación provincial, “desde el comienzo de la guerra civil en Siria, que cumple el próximo 15 de marzo ocho años, la tensión social y inestabilidad económica interna se ha multiplicado y las ayudas para garantizar la asistencia humanitaria y protección de los cerca de 1.200.000 desplazados, sobre todo mujeres, niños y abuelos, es fundamental”.
El último reparto urgente de ayuda humanitaria en la región, que contó con el apoyo económico de DPH, se realizó el pasado mes de enero para dotar de gasoil a más de 350 familias de los cuatro campamentos establecidos en el Valle de Bekaa. “Y es que abastecer de combustible con el que poder sobrevivir los inviernos, que debido a la altitud de la zona vienen cargados de fuertes nevadas y bajas temperaturas, se vuelve prioritario en Bekaa, más si cabe, en campamentos provisionales formados por tiendas de lona y plásticos donde en los dos meses en los que se recrudece el clima las muertes por congelación son una realidad”, ha afirmado la responsable del programa y cooperante de ARAPAZ Aragón, Arancha Mancho.
Con esta entrega de combustible de emergencia se ha conseguido cubrir las necesidades de calefacción de la totalidad de las familias de refugiados asentadas en esta zona de Líbano, mediante un reparto equitativo de 50 litros por tienda para los meses de febrero y marzo en los que el termómetro todavía no alcanza temperaturas elevadas. Sin embargo los proyectos de desarrollo en la zona son muy necesarios.
Los refugiados sirios siguen, tras ocho años, fuera de su país, sin apenas servicios básicos y con grandes dificultades económicas para sobrevivir.
Los 27 dólares por persona al mes que otorga el Alto Comisionado de Naciones Unidas para las refugiados (ACNUR) apenas les permite pagar el alquiler de la parcela en la se asienta su tienda y que pertenece a propietarios particulares libaneses. “La situación es muy complicada porque venden sus recursos productivos para poder hacer frente a los gastos, y la inestabilidad económica les lleva a endeudarse con los bancos o bien en otros casos a venderse como “mulas” en una de grandes regiones de producción de hachís”. Por ello, han aumentado los casos de xenofobia y de agresiones a mujeres, precisa Gavín.
Arapaz trabaja desde 2017 en programas de asistencia humanitaria en los campos de refugiados del valle de Bekaa en red con otros agentes y entidades sin animo de lucro locales como, en este caso, la asociación Al Abrar. Las familias de refugiados sirios en Líbano que llegan a los campamentos están formadas sobre todo por viudas con niños y personas mayores que huyen de su país de origen al que en su mayoría no podrán
regresar por encontrarse perseguidos. Por ello, además de dotarles de recursos sanitarios, saneamientos y productos de alimentación, es necesario ofrecer escolarización y alternativas de desarrollo productivo para poder sobrevivir.
En este sentido, Arapaz quiere dar un paso en materia de Cooperación al Desarrollo en la zona con un nuevo proyecto de formación dirigido a 17 mujeres viudas, con un alto grado de vulnerabilidad, para la fabricación de jabón de Alepo y otro dedicado a la costura para confeccionar trajes o realizar arreglos. “Se trata de ofrecer posibilidades para que puedan tener recursos económicos, a parte de la ayuda humanitaria que van a seguir teniendo”, ha destacado la responsable del programa, Arancha Mancho.
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