Tecnología e identidad: La publicidad como reconocimiento y expansión
En la era moderna, caracterizada por un extremado arraigo en la emisión y recepción de imágenes como medio de comunicación, la identidad lo es todo. Toda empresa, servicio e incluso individuo posee una imagen personal o de marca que adelanta su personalidad, o la comunica, con gran simpleza y efectividad. Se trata de un elemento meramente informativo, tras el que radica el arte de la serigrafía en su forma más extendida: el estadio físico.
Cierto es que la digitalización de prácticamente el todo en comunicaciones humanas ha rezagado algo la supervivencia del soporte físico. Pero al final, tanto los negocios como las personas influentes sienten en algún momento la necesidad de trascender retroactivamente a un espacio tangible. En ese sentido, están al mismo nivel una marca impresa en una camiseta para categorizarla y autopublicitarse, tanto como el nombre o el rostro de una celebridad en un producto de otro gremio.
Pero lejos de las excentricidades y ánimos expansivos de las celebridades y las marcas, cabe atender a cuáles son las mejores máquinas de serigrafía según la labor que llevarán a cabo. También es importante el tipo de tinta, encontrando para distintos usos tintas a base de agua, plastisol, vinílicas y muchas más. Del mismo modo que debe tenerse en cuenta sus modificaciones tecnológicas y sus competencias de velocidad y calidad. Una infinidad de factores con los que conseguir el mejor resultado.
Antecedentes de la identidad impresa
Mucho antes de la publicidad como tal, cuyos primeros esbozos fueron muescas o señales de detalle en un producto, existieron en algunas culturas primitivos métodos para trasladar una imagen o un documento sobre cualquier material. Ello se conoce como serigrafía, una técnica de impresión para reproducir información cuyos inicios se remontan al 3.000 a.C., con especial presencia y modernización en la Antigua China. Un proceso químico que se encuentra en todos los rincones por los que circula el ser humano día a día.
Retornando a lo simple, la identidad consiste en hacer reconocible algo o alguien sobre un determinado formato. El mensaje transmitido, que puede ser desde un logo hasta los ingredientes de una hamburguesa, debe su permanencia publicitaria más eficiente a un formato concreto: el físico. O en otras palabras, dado que es inevitable mirar perpetuamente a través de una ventana digital, un producto o marca serigrafiado en una etiqueta o en una camiseta sirve como publicidad constante. He de ahí la todavía sobresaliente omnipresencia de lo físico ante lo digital.
Su aplicación actual, por lo tanto, es muy variada. Pero encuentra su razón de ser en pósteres, carteles, soportes textiles, anuncios, etiquetaje de productos, reproducciones de obras de arte y arte en sí. Su naturaleza, sin embargo, y a diferencia del carácter único de una sola obra, tiende a la multiplicación, dada su relación con la publicidad. El proceso serigráfico halla su fin en la estampación del nombre de una marca en un mechero, en la decoración de algunas superficies como cristal o madera y, en su versión quizás más reconocida, en cartelería mural de gran formato.
Cómo funciona la serigrafía
A efectos prácticos, la serigrafía consiste en un proceso, normalmente artesanal, mediante el que se aplica cierta combinación de colores a un soporte a través de la presión que ejerce una malla sobre el mismo. Paso a paso, su proceso requiere de un diseño original sobre papel transparente, vegetal u otro mejor. Tras ello, la malla se emulsiona y se deja secar en un horno para después colocar en ella el soporte que será serigrafiado, debidamente fijado.
Tras unos pocos marcajes para posicionar correctamente el diseño en el soporte, se da paso a la mesa de luz. El positivo se coloca sobre la malla, inmóvil con celo, y se expone después a la luz durante al menos un minuto. Hecho esto, bajo el término “insolar”, se limpia la malla hasta que se revele el motivo a serigrafiar límpidamente. Bastan después un proceso de secado, limpieza de la emulsión anterior y proceso de impresión por serigrafía en el soporte decidido.
Como se ha comentado, son muchísimos los sectores que precisan de la labor serigráfica para publicitar su identidad, transmitir un mensaje o cualquiera que sea su motivo. En el mundo de hoy, cualquier empresa o personaje que quiera expandir su identidad debe entender la serigrafía como clara inversión, a menudo más que la propia promoción virtual. La identidad es lo que realmente marca la diferencia en el competitivo mercado de hoy. Poder imprimirla en cualquier formato para su publicidad es, por ende, tarea de quien quiere darse a conocer, ser conocido y guardar su espacio en la memoria colectiva.
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