La Secretaría de Estado de Asuntos Penitenciarios ha concedido la ‘Medalla de plata al mérito social’ a la Pastoral Penitenciaria de las diócesis aragonesas, que cuenta con 24 programas de formación, más de 100 voluntarios y un equipo específico —conocido como ‘Salida Digna’— que acoge a las personas con menos recursos cuando quedan en libertad para facilitar su reinserción en la sociedad.
“Esta medalla es un reconocimiento al excelente y abnegado trabajo de todas aquellas personas que, movidas por su fe, entregan su tiempo en las cárceles para construir un Aragón más humano, justo y fraterno”, señala el obispo Ángel Pérez Pueyo, coordinador regional de la Pastoral Penitenciaria, quien precisa que “los capellanes y voluntarios buscan prolongar la sexta obra de misericordia corporal: visitar a los presos”.
En este sentido, monseñor Pérez Pueyo explica cómo la Iglesia intenta “propiciar en los reclusos el reconocimiento de su culpa; predisponerlos a pedir perdón a las víctimas; restituir los posibles daños ocasionados; y ayudarles a recobrar la dignidad que tienen como hijos de Dios”. “Sólo quien realmente «ha tocado fondo» en su vida o ha experimentado en carne propia el «infierno», como dijo el papa Francisco, puede convertirse en profeta del «cielo»”, subraya el prelado aragonés.
Amor y esperanza
Por su parte, Isabel Escartín, delegada de Pastoral Penitenciaria en Zaragoza, comparte “el estímulo que este reconocimiento supone para quienes intentamos llevar esperanza, fe y calor a los internos”, al tiempo que agradece a las direcciones de los centros de Daroca, Zuera y Teruel un galardón que es para el tejido de voluntarios, “esos hombres y mujeres que dan su tiempo, su ciencia, su dinero, su coche, todo para que las personas privadas de libertad reciban la paz, el amor y la esperanza de Dios”.
Escartín, que lleva 20 años ayudando “a los descartados de la sociedad”, apunta que las personas privadas de libertad forman parte de las “periferias físicas y existenciales” de las que habla el papa Francisco”, a quien cita para recordar que “el castigo no debería comprometer nunca la posibilidad de volver a empezar”. Pese a las limitaciones de la pandemia, la Iglesia sigue atendiendo todas las llamadas de auxilio que recibe, también en el ámbito de las prisiones.
Una fiesta de la Merced marcada por la Covid-19
Con motivo de la Virgen de la Merced, patrona de las Instituciones Penitenciarias que se celebra este jueves, 24 de septiembre, la Pastoral Penitenciaria de Aragón ha organizado un coloquio con los capellanes Álvaro Sicán y Federico Castillo, de Zuera y Daroca, respectivamente, quienes conversarán con el periodista Juanjo Hernández. La cita se retransmitirá este miércoles, a las 19.30, desde el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza, y podrá seguirse en directo a través de la página web http://pastoralpenitenciaria.iglesiaenaragon.com
Además del acto de entrega de la medalla, que tendrá lugar el jueves a mediodía en el Centro Penitenciario de Daroca, esta cárcel acogerá una misa el sábado, a las 10.00 horas, presidida por el sacerdote Federico Castillo y en la que participará un grupo de internos, con las medidas de prevención estipuladas.
Mensaje del Arzobispo de Zaragoza
Ante la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, en su carta de esta semana, el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, destaca “la acción evangelizadora de la Iglesia” a través de la Pastoral Penitenciaria y exhorta a los fieles a colaborar con ella.
Asimismo, envía su bendición de Arzobispo “a los hermanos que están privados de libertad en nuestros centros penitenciarios” y expresa su cercanía “a las familias de los presos que, en ocasiones, sufren una cárcel interior tan dura como la que padecen algunos de sus miembros en prisión”.
Monseñor Jiménez Zamora manifiesta su reconocimiento a las autoridades de las Instituciones Penitenciarias y les muestra su “reconocimiento y gratitud por sus atenciones y facilidades para que la Iglesia pueda desarrollar su labor pastoral en el marco legal y reglamentario”. “Que la Virgen de la Merced os bendiga a todos”, concluye.
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