A un año de la llegada de la pandemia las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras se han recrudecido. La precarización económica y laboral, la desigualdad y la violencia contra las mujeres son las otras pandemias que crecen día a día con la combinación de la crisis sanitaria y económica capitalista. Somos la mayoría de las que nos encontramos en el trabajo informal y en la subcontratación, sin ningún derecho, sin seguridad social, sin estabilidad laboral y con salarios de hambre. Somos las más vulnerables en tiempos de crisis, las primeras despedidas y en sufrir bajas salariales, forzadas a romper el confinamiento para salir a trabajar y buscar el sustento, poniendo en riesgo nuestra salud y la de nuestras familias. Los empresarios en acuerdo con los gobiernos, aprovechan la pandemia para superexplotarnos, profundizando los contratos precarios y la flexibilización, lo que afecta principalmente a las trabajadoras del todo el mundo, como ocurre en el conjunto de América Latina dónde la informalidad es moneda corriente, en particular entre las jóvenes.
En el sector salud somos mayoría de las enfermeras, médicas, personal que se encuentran en la primera línea de batalla enfrentando la pandemia sin equipos e insumos. Otra rama fuertemente feminizada, es el sistema educativo, donde las mujeres somos quienes estamos al frente de la educación a distancia. Actualmente en varios países estamos en las escuelas con un regreso a una presencialidad sin recursos ni presupuesto necesario. A esto se suma el incremento del trabajo de cuidados y domésticos, que cumplimos mayoritariamente las mujeres, con dobles o triples jornadas que se han hecho más extenuantes. En las ramas industriales, somos la mayoría de las trabajadoras de las ramas peores pagas como ocurre en la industria textil, dónde recibimos los salariaos más bajos.
La violencia de género no ha dejado de crecer de manera atroz, los feminicidios aumentan debido a la impunidad y complicidad de los gobiernos. En México se ha pasado de 10 a 11 mujeres por día asesinadas en plena pandemia, la ONU reportaba que 243 millones de mujeres habían sufrido violencia sexual o física hasta el mes de abril del año pasado y se pronosticaba que está se incrementaría en los siguientes meses de la pandemia, en confinamiento las llamadas a números de emergencia por violencia de género aumentaron hasta cinco veces en varios países. Tampoco se detuvieron los crímenes de odio hacia la comunidad de la diversidad sexo genérica.
En medio de la pandemia, millones de mujeres se han visto obligadas a migrar, huyendo de la persecución de regímenes autoritarios, de guerras o de la pobreza. Son forzados a trabajar informalmente bajo condiciones de precariedad extrema y ONU calcula que hasta el 80% de las migrantes sufre violencia sexual durante su tránsito o son víctimas de trata y explotación sexual. Así que las mujeres migrantes y refugiadas están condenadas a la inseguridad económica y física y pobreza, al igual que otras trabajadoras, con efectos mucho más severos. La falta de acceso a los servicios básicos de salud debido a las guerras civiles, los ataques imperialistas, la movilidad, la pobreza y la discriminación social y estatal las dejó privadas de las medidas de prevención o tratamientos básicos contra el Covid-19, y mucho menos de las vacunas.
Mientras tanto, los gobiernos aprovechan la pandemia para enriquecer a las grandes farmacéuticas con las patentes de las vacunas, haciendo una distribución inequitativa y coartando el derecho a la salud, serán los países más pobres y la clase trabajadora en conjunto la que pagará con su salud y su vida estos designios criminales. Por eso, somos parte de la campaña internacional de “Vacunas para todas y todos”, exigiendo que se termine con las patentes y el negocio de unos pocos laboratorios en detrimento de un plan de vacunación masiva y gratuita en todos los países.
Desde la Unidad Internacional de las y los Trabajadores – Cuarta Internacional llamamos a este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, a fortalecer la organización y la movilización de la lucha feminista en todos los países, a luchar contra los planes de ajuste que imponen los gobiernos que tienen el propósito de cargar sobre nuestras espaldas la crisis capitalista, despojándonos de nuestros derechos, sin atender la violencia y la desigualdad que nos azota, prefiriendo cuidar las ganancias de las grandes empresas y seguir pagando las deudas externas a los organismos imperialistas como el FMI, nosotras nos pronunciamos ¡Alto al pago de las deudas externas!¡Mayor presupuesto a salud, educación, trabajo y para erradicar la violencia de género! ¡Que la crisis no la paguen las mujeres trabajadoras!
Llamamos a que las mujeres trabajadoras no dejemos de movilizarnos y organizarnos en la defensa de nuestros derechos, ya que constantemente los gobiernos, la Iglesia y todas las instituciones religiosas, las trasnacionales continúan imponiendo políticas reaccionarias anti-derechos, como se hizo en Honduras y Polonia, en donde se avanzó con la prohibición del aborto, o en Turquía, en donde el gobierno de Erdogan quiso derogar la Convención Estambul, que es una ganancia de las mujeres para la prevención de la violencia machista. Todas medidas reaccionarias que atacan los derechos de las mujeres y acentúan la criminalización contra las mujeres. Es cada vez más claro, que en esta sociedad capitalista y patriarcal las mujeres no debemos dejar de luchar.
Convocamos a unirnos alrededor de campañas internacionales que nos permitan sumar y fortalecer al movimiento feminista independiente de los gobiernos contra toda forma de violencia sobre las mujeres, que este 8M sea una movilización histórica, en la que se demuestre, que a pesar de la pandemia, las mujeres seguiremos tomando las calles, alzando la voz por ¡Ni una asesinada, ni una presa política, ni una desaparecida más!; brindemos todo el apoyo a las trabajadoras de la salud en su lucha por tener condiciones laborales dignas que les permitan combatir a la pandemia de manera eficaz. Luchemos contra las patentes de las vacunas, que haya vacunas para todas y para todos, por la inmunización universal.
Que la marea verde, que ascendió desde Argentina, inunde todos los continentes con fuerza para seguir exigiendo a los gobiernos, desde las calles, la legalización del aborto. Defendamos los plenos derechos de las mujeres migrantes y refugiadas ¡que se abran las fronteras! Y unamos nuestras luchas contra el racismo, la xenofobia, y toda forma de criminalización y represión de nuestro movimiento. ¡No detendrán nuestra movilización por la defensa plena de nuestros derechos! ¡No lo permitiremos! ¡no nos callarán!
Llamamos a las mujeres trabajadores, jóvenes precarizadas, a las migrantes, de los sectores populares a organizarse en los centros de estudio, en los sindicatos, lugares de trabajo y en los barrios, para participar masivamente de las movilizaciones así como para garantizar la huelga allí dónde logramos imponerla a pesar del rol de las burocracias sindicales. Por un movimiento feminista anticlerical, anticapitalista, antirracista y antipatriarcal contra toda forma de explotación y opresión. Este 8M a las calles por nuestros derechos y para que la crisis la paguen los capitalistas.
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