Es sabido que han sido muchos los autores literarios a los que el Moncayo ha servido de fuente de inspiración[i], desde Marcial en el siglo I, pasando por Argensola o Bécquer, hasta llegar, a principios del XX, a Antonio Machado, quien lo describía así:
[…]¡Moncayo blanco,
al cielo aragonés, erguido!
La editorial aragonesa Olifante, cuya editora y también poeta, Trinidad Ruíz Marcellán, sigue en nuestros días dedicando al Moncayo gran parte de su quehacer poético, ha recopilado en épocas recientes esos hermosos poemas machadianos. Describe Machado el Moncayo, en su recuerdo, con colores siempre distintos, no como una realidad estática, sino cambiante, según la luz de los distintos momentos del día o de las estaciones, como en:
[…] Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
O en el magnífico poema de Campos de Castilla, tan conocido, con el que el poeta muestra su regreso al intimismo literario y a su tierra natal de Andalucía, un par de años después de la muerte de su esposa Leonor, ocurrida en 1912, con la que Machado, en una ensoñadora evocación del Moncayo, imagina pasear de la mano, hasta que la realidad del paisaje de los “olivares polvorientos” de Jaén le devuelve a su estado de pesadumbre:
Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños…
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
[i] Vid. https://oszerrigueltaires.wordpress.com/2008/05/08/2-el-moncayo-fuente-de-inspiracion-literaria/
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