Seguro que la mayoría de nosotros hemos oído en más de una ocasión que en España un altísimo porcentaje de los menores se encuentra en riesgo de exclusión social, pero nos parece algo tan irreal que nuestro cerebro se niega a procesarlo dándolo por no válido. Cómo si por desecharlo de nuestra cabeza dejara de ser una realidad.
Tristemente estas cifras son reales y oficiales. Provienen del Instituto Nacional de Estadística, que en su estudio de la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social AROPE (por sus siglas en inglés, At Risk Of Poverty or Social Exclusion) lanza cifras tan alarmantes como ésta. Desgraciadamente la pobreza infantil en España alcanza cifras demasiado altas para un país de los considerados del “primer mundo”. Ayudar a la infancia es más necesario que nunca.
Para hacernos una idea de las carencias por las que pasan los menores en riesgo, hay que saber que según la AROPE se considera que una persona está en situación de carencia material severa si vive en un hogar donde faltan, al menos, cuatro de los siguientes nueve puntos no disponiendo de :
- Una comida de carne o pescado, al menos, cada dos días.
- Una vivienda con la temperatura adecuada.
- Un automóvil.
- Teléfono.
- Televisor.
- Lavadora.
- Vacaciones, al menos, una semana al año.
- No pueden afrontar gastos imprevistos.
- Tienen retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca, alquiler, recibos de gas, luz, comunidad…) o en compras a plazos.
Hemos de ser conscientes, por duro que nos parezca, que casi un tercio de los menores se enfrenta a estas situaciones en su día a día, encontrándose en riesgo de exclusión infantil. Pero… todavía hay más.
Estos son datos que miden el nivel socioeconómico de las familias. Pero una familia puede carecer de recursos económicos pero ello, por supuesto, no ser un obstáculo para educar a sus hijos de un modo extraordinario y dotarlos de estrategias y valores de los que, muchos de los niños hoy en día pueden carecer por la sobreprotección material, que a veces se torna ridícula, y les hacer vivir en una burbuja.
Pero desgraciadamente hay otras cifras mucho peores y son las de los niños que han perdido el cuidado paternal. Menos del 1% de los niños que viven sin sus padres es por causa de orfandad. La pérdida del cuidado parental es el resultado de una combinación de factores que desgraciadamente se da más de lo que creemos. Se conjugan factores económicos con otros socioculturales, como la desestructuración familiar, las separaciones conflictivas, casos de familias monoparentales sin apoyo de ningún tipo, paternidades tempranas, la presencia de muchos niños en un hogar, o, entre otros, la incapacidad de los padres, (por diversos motivos sobrevenidos, pues el dicho ‘A perro flaco todo son pulgas’, es más habitual de lo que debería), para ocuparse de un niño enfermo o con una discapacidad. Por otro lado están los factores psicosociales donde se incluyen aspectos como el consumo de drogas, la violencia, los malos tratos físicos y/o psicológicos, los abusos sexuales y el abandono.
Estas situaciones cuesta casi leerlas, pues imaginemos lo difícil que será sobrellevarlas por los niños que están pasando por ellas. Se hace imprescindible proteger a la infancia.
Seguramente nos preguntaremos ¿cómo podemos ayudar a los niños que están pasando por esto?
Pues es relativamente sencillo. Solo hace falta un poco de concienciación. Darnos cuenta de que es un hecho que está más cerca de lo que pensamos, quizás literalmente ‘a la vuelta de la esquina’, y ponernos manos a la obra contactando con una organización que se dedique a ayudar a la infancia u ONG en defensa de los intereses de los niños. Estos pequeños nos están esperando para que les ayudemos.
Para alguien que lo está pasando mal y que está pasando por una de estas situaciones, poco es mucho. Poco marca la diferencia, al hacer posible que una vida se salve, pues muchos pocos crean algo grande y así estas ONG logran evitar que estos niños en riesgo caigan finalmente en la espiral de la exclusión social, donde ya cuesta más salir.
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