Cuentan que don Juan de Austria, hermano de Felipe II que estuvo al mando de la armada en la Batalla de Lepanto -donde luchó también nuestro genial escritor, quien habla del almirante español en el capítulo XXXIX de la primera parte del Quijote, así como en la Galatea[i]– despertó un día que sesteaba en un palacio de Túnez hallando un enorme león del Atlas, el mayor de los felinos de esa especie, echado a sus pies. Resultó ser un animal domesticado, manso como un gato y tan fiel como un perro, que ya no se separó de don Juan mientras vivió y que, cuando su amado amo murió en Flandes, rugió lastimeramente con aullidos casi lobunos, dejándose morir al poco tiempo.
Los dos leones, los llamaron (en aquella época en la que era más patente nunca que “entre armar y amar, solo cambiaba una letra”[ii]). Fueron una curiosa e inseparable pareja en la que cada cual mostró individualmente el hermanamiento de lo humano civilizado con lo animal fiero:
Desahuciado el último animal que nos miraba,
llegó la amnistía total:
todos esclavos. (Martínez 2021:47)
Recordé la historia de los dos leones renacentistas al leer los versos que he transcrito arriba de Jorge Martínez, porque el poeta insiste, una y otra vez, en traer a sus versos al animal civilizado que tenemos dentro, y no al salvaje humano empeñado en su exterminio, en su libro Tanto por destruir[iii]:
Persigue el animal
la sombra del humano
pues aquel ignora
lo que este ha de darle.
Y sobre todo no sabe
que el hombre es también
sombra de animal. (Martínez 2021:20)
El animal en la sombra no es otro que el verdadero ser agazapado en cada corazón:
La flor también fue roca;
la letra sangre, veneno
el agua; animal el corazón.
No seremos nunca nada
pues no fuimos todavía. (Martínez 2021:28)
Los sueños son otro de los elementos recurrentes en este libro, tal vez porque en ellos se atrinchera la parte animal que vive en nuestro corazón:
Valga este vacío como muestra
de lo que son los sueños;
los lugares comunes.
Lo roto no es perfecto pero casi.
Si lo junto es pesadilla.
Siete mil millones de vacíos
y tú pensando en mí. (Martínez 2021:32)
Pero hay tanta actividad humana, una incesante actividad constructora, que los sueños estallan, son “dinamita” mientras “llueve gasolina” en el último poema incendiario, antes del epílogo, y que termina con el verso que da título a este poemario:
Hay tanto construido
que todos los sueños se hacen dinamita
y hablan de caravanas que transportan
ladrillo de ciudades para alzar
las casas de los pueblos
vencidas por la memoria.
Llueve gasolina.
Hay tanto por destruir… (Martínez 2021:49)
[i] Véase https://dbe.rah.es/biografias/13446/juan-de-austria
[ii] Martínez, Jorge (2021): Tanto por destruir. Olifante Ediciones de Poesía, Zaragoza, pág. 53
[iii] Véase https://www.youtube.com/watch?v=WWTRFIEepeM
Aquí puedes leer otro artículo de Susana Diez de la Cortina
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