La actividad agraria y ganadera en las zonas de montaña está sujeta a una dificultad superior, debido a lo complicado de la orografía del terreno, a la adversidad del clima en periodos concretos y a los mayores costes de producción.
Estas adversidades se compensan por la vía del conocido como segundo pilar de la política agrícola común, el desarrollo rural, con diversas líneas de ayuda, como son las agroambientales, la indemnización compensatoria o ayudas especificas concedidas a explotaciones situadas en zonas de protección de la naturaleza o de su zona de influencia.
Por el contrario, los productos que se obtienen en estas explotaciones son productos de una gran calidad, reflejo de la relación tan directa que tienen con la naturaleza. Desgraciadamente esta calidad no encuentra un reflejo en el precio de mercado.
Desde el estallido de la crisis económica y la menor disponibilidad de fondos en las administraciones publicas se ha visto como este tipo de ayudas han ido desapareciendo o disminuyendo progresivamente, además de sufrir un retraso en el cobro por parte de los solicitantes.
Para agravar más el problema la justificación de las ayudas directas de la PAC en explotaciones ganaderas a través de los pastos permanentes se ve seriamente dificultada por la introducción de coeficientes de pastoreo, que disminuyen las hectáreas que realmente se están pastando, o que directamente las anulan al considerarlas como terrenos forestales. Esto supone que los ganaderos de extensivo encuentran serias dificultades para percibir sus ayudas a través de su actividad normal.
Desde Asaja Huesca se lleva mucho tiempo peleando, sin éxito, para que la normativa europea contemple las peculiaridades de los pastos permanentes de la provincia, en los que coexisten la presencia de árboles con el aprovechamiento ganadero de los pastos, como se puede demostrar con sólo visitar estas zonas.
Esta defensa de las peculiaridades de los pastos permanentes por parte de Asaja Huesca no se ha visto reflejada en una actitud de apoyo por parte de las administraciones aragonesa y española.
Todo esto ha llevado a una situación límite a estos agricultores y ganaderos que en caso de no corregirse de una forma inmediata supondrá la desaparición paulatina y constante de la agricultura y ganadería de montaña.
La solución pasa por facilitar el ejercicio de la actividad del sector primario en estas zonas de montaña, mediante el reconocimiento de la singularidad de las mismas. Manteniendo el actual nivel de ayudas específicas y simplificando trabas administrativas, como permitir la venta directa de productos de las explotaciones, algo que se hace sin ningún problema nada más cruzar la frontera con Francia, se permitiría obtener unos ingresos extra al agricultor y ganadero, además de añadir un aliciente al turismo que visita la zona.
Caso de no darse estas soluciones se tiene que plantear un plan de cierre de las explotaciones agrícolas y ganaderas de montaña con compensaciones para los afectados y recolocaciones en otras actividades económicas. Desde Asaja Huesca vivimos con preocupación esta petición de abandono en último extremo que viene del sector de la montaña porque es reflejo de la situación crítica que los ganaderos y agricultores están sufriendo. Tenemos que recordar que ha diferencia de otros sectores que se puedan quejar legítimamente en este caso los ganaderos y agricultores de la montaña han perdido por el momento entre diez y quince mil euros.
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