Desde tiempos inmemoriales algunos pueblos pirenaicos conservan esta especial tradición para celebrar el solsticio de verano. Se trataría de la primera manifestación cultural inmaterial aragonesa en pasar a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.
Los pueblos del Pirineo con fallas están con los ojos puestos en Namibia. Allí, entre los días 1 y 2 de diciembre, la UNESCO decide si las Fallas del Pirineo se declaran Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Desde el 30 de noviembre y hasta el 4 de diciembre se reúne en Windhoek -la capital del país africano- el Comité intergubernamental de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Hay muchas esperanzas de que la candidatura multinacional de Andorra, Francia y España, denominada “las fiestas del fuego del solsticio de verano en los Pirineos”, sea inscrita en la lista de la UNESCO. Conocidas como Fallas en el pirineo aragonés, se trataría de la primera manifestación cultural inmaterial aragonesa en pasar a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.
En un comunicado que el Comité ha hecho llegar a los representantes de la candidatura, este organismo ha expresado que la candidatura número 1073, correspondiente a las Fiestas del Fuego, merece la felicitación por “la elaboración de un expediente multinacional ejemplar”, y por la alta participación demostrada y “la amplia gama de manifestaciones y de testimonios” relacionados con esta manifestación cultural.
El órgano de la UNESCO destaca en este documento de evaluación que la candidatura satisface sus criterios y los concreta en cinco requisitos: las fiestas reflejan la regeneración cíclica de los lazos familiares y sociales mientras promueven la cultura del voluntariado, la solidaridad y la hospitalidad, así como el sentido de pertenencia, la identidad y la continuidad. También se refiere al carácter multinacional y su lista representativa, el hecho de que las medidas propuestas se caracterizan por su enfoque integral y transversal que abarca todos los componentes intangibles y que se han elaborado en colaboración entre comunidades y estados. Finalmente, incide en la amplia participación de comunidades, grupos e individuos de tres estados diferentes que han llevado adelante la candidatura teniendo en cuenta los procedimientos propios de cada uno y los comunes que demanda la UNESCO.
Desde tiempos inmemoriales algunos pueblos del Pirineo mantienen una tradición muy especial para celebrar el solsticio de verano en torno a la noche de San Juan. Los vecinos encienden una hoguera en algún monte cercano al pueblo, y con unas grandes antorchas, denominadas “fallas”, bajan hacia sus pueblos creando una espectacular serpiente de fuego por la montaña. Luego recorren el pueblo
corriendo con el fuego, o girando las fallas y generando círculos, y terminan en la plaza donde encienden una gran hoguera para celebrar el solsticio con los vecinos y los numerosos visitantes.
No se conocen muy bien los orígenes de las fallas, pero hay que remontarse a la época precristiana, que tiene que ver con los ciclos solares, con la purificación de las almas, el recuerdo de los ausentes, la protección de las casas, el tránsito de la infancia a la edad adulta. Sin duda, es el día más especial del año para los habitantes de estos pueblos.
Esta manifestación cultural es única del Pirineo y solo se mantiene en 63 pueblos de Francia, Andorra y España. En Aragón, se mantienen el las localidades ribagorzanas de Aneto, Bonansa, Castanesa, Laspaúles, Montanuy, Sahún, Suils y Villarrué y en el Sobrarbe, en San Juan de Plan. Fueron los Ayuntamientos de estas localidades los que junto con sus vecinos catalanes, andorranos y franceses iniciaron el camino de la candidatura, que luego apoyaron las comarcas, la Diputación Provincial de Huesca, el Gobierno de Aragón y el de España.
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