Las fiestas San Fermín han vuelto a poner en primer plano algunos hechos (convertidos después en datos) escalofriantes que deberían servir de fría reflexión sobre nuestra sociedad y la visión que tenemos de nosotros mismos. No hace tanto otra situación similar ocupó las páginas centrales de los periódicos europeos, una fiesta fin de año en Alemania. ¿Recuerdan como fue aquello? Se habló de una acción concertada de cientos de personas que se aprovecharon de la aglomeración para realizar tocamientos y otro tipo de agresiones sexuales, una acción pensada y diseñada por parte de los musulmanes residentes en la zona. Incluso se corrió el rumor que era consecuencia de la llegada de los refugiados sirios. Fue un buen momento para reflexionar sobre la cultura machista europea pero en vez de mirarnos en el espejo preferimos otear por la ventana a ver que veíamos en casas ajenas. De todo aquello poco más se supo, acaso alguna noticia posterior en la que se decía que entre los agresores había musulmanes y no musulmanes, es decir, nativos como nosotros, y que la mayor parte de las denuncias eran de intentos de robo. Eso no justifica nada, ni tan siquiera una agresión entre decenas de miles de personas es justificable, pero lo significativo es que entramos al trapo de la maldad de los musulmanes sin profundizar un poquito más en lo ocurrido.
Las agresiones de estos días durante las fiestas pamplonicas han vuelto a llenar otra vez las televisiones, radios y periódicos de imágenes de babosos que se creen con derecho a disponer de un cuerpo que no es el suyo por el mero hecho de poder verlo. Esta vez no había refugiados sirios, ni tan siquiera musulmanes, esta vez eran nuestros vecinos, gente de piel rosada, como la nuestra, quienes han protagonizado este tipo de actos deleznables. Un dato: cada 8 horas se produce una violación (con penetración) en España. De las demás agresiones no hay contabilidad. Y eso de lo que se denuncia. Otro dato: un 20% de los varones españoles alquilaron el cuerpo de una mujer, es decir, se fueron de putas. Pues bien, entre las prostitutas se calcula que un 80% son forzadas. Hablamos de miles de violaciones ante la pasividad, no sólo de la Autoridad, sino de la sociedad que lo considera normal.
Pronto llegarán las fiestas de San Lorenzo, con su chupinazo, su alcohol, su bacanal de sentidos y jolgorio y en medio de tanta alegría desbordante viviremos con preocupación lo que pueda pasar.
No caben excusas, de ningún tipo. Durante las fiestas la juventud tiene las hormonas desbaratadas. Tanto ellos como ellas se pondrán pantalones cortos, camisetas ajustadas. El día 9 muchos de ellos y ellas romperán esas camisetas y mostrarán sus torsos desnudos mientras el vino les empapa desde la cabeza hasta los pies. Muchos de nosotros veremos eso con una mirada limpia, quizá añorando la juventud perdida y recordando que hace unos años, quizá no tantos o quizá demasiados ya, también estábamos allí, sin harina, sin huevos, quizá sin camisetas rotas, pero en el centro de una algarabía de sudor, vino y cava. Sin embargo habrá otros que verán esos mismos cuerpos y se creerán con el derecho de usarlos. ¿Quiénes son estos otros? Hombres, fundamentalmente hombres. Ninguna mujer se creerá con derecho a meterle mano a un joven sin camiseta, ni a tocarle el culo o la entrepierna si su pantalón está demasiado ceñido. Sin embargo en la misma situación pero con los papeles invertidos las muchachas serán objeto de todo tipo de agresiones y tocamientos. ¿Qué hacer? ¿Deben asumir su papel de víctimas y por lo tanto tener presente que están sometidas a la voluntad del macho? ¿Deben saber que las reglas sociales son distintas para ellos que para ellas, que ellas tienen que asumir su papel subordinado y por lo tanto cuidar su comportamiento? ¿Ese es el consejo que debemos dar? ¿Qué pasa por la cabeza de esos varones que no entienden que no significa no? ¿Hasta cuando vamos poner excusas y no afrontar en serio que en esta sociedad la cultura patriarcal sigue siendo la imperante?
Un último interrogante: ¿Por qué se sigue pensando que el feminismo busca la supremacía de la mujer sobre el hombre? ¿Por qué lo piensan por igual mujeres y hombres?
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