Tal vez por la obstinada querencia de los califas del sur por conquistar el rudo septentrión, la refinada cultura de Al-Ándalus penetró profundamente no solo en el norte peninsular sino, a través de las rutas de las primeras cruzadas, en Francia y otros países:
“La Francia de la Edad Media, aunque muy retrasada por su propia situación geográfica, no dejó de sufrir, en cierta medida, el contragolpe de estas influencias de la civilización del Islam andaluz sobre los reinos cristianos del norte de España. La cruzada francesa que en el año 456 (1064) tomó como objetivo la ciudad musulmana aragonesa de Barbastro[i], contaba en sus rangos, bajo la dirección de un señor normando, diferentes caballeros procedentes de la mayor parte de las provincias del reino. Habiendo sorprendido la ciudad y habiéndola entrado a saco, se llevaron más allá de los Pirineos una considerable cantidad de cautivos musulmanes; éstos, antes de fundirse en la masa de la población de las ciudades a donde fueron conducidos, debieron de enseñar a los que les rodeaban procedimientos técnicos o modos diferentes que sus dueños ni siquiera sospechaban”[ii].
Aunque se ha querido ver una cierta reciprocidad en las influencias culturales entre musulmanes y cristianos españoles, Lévi-Provençal señala que los árabes adoptaron “poco” de la civilización de sus predecesores, “si dejamos aparte algunos ligeros indicios de las supervivencias arcaicas, en el orden arquitectónico, de ciertos monumentos”, y añade: “La única heredera de la tradición visigótica fue, evidentemente, la cultura mozárabe, por lo demás bastante pobre en la medida en que se distinguía de la cultura musulmana”[iii].
Los mozárabes o cristianos que conservaron sus costumbres bajo el dominio musulmán dejaron en las iglesias del Serrablo una magnífica muestra de su arte. Escribe Lévi-Provençal en el libro que venimos citando que Andalucía “casi siempre dio pruebas de su espíritu tolerante para sus súbditos cristianos, que hoy nadie puede ni soñar poner en duda”[iv]. Y a propósito de esto, hace unos días leí una publicación de Chusé Inazio Felices quien, gracias a las fotografías de Antonio Villa, nos invitaba a ver “el encantador y mágico interior de la iglesia mozárabe de San Chuan de Busa, ejecutada entre el 950 y el 1000, verdadera maravilla con su alfiz de reminiscencia califal, con un texto en alfabeto cúfico: ‘no hay más Dios que Alá’, y su ventana con sus característicos tres arquillos, símbolo de las iglesias del Serrablo”.
Las iglesias mozárabes oscenses son una prueba sólida del sincretismo cultural y artístico de aquella época, sincretismo que está por lo demás muy presente a ambos lados de los Pirineos en el arte románico de la alta Edad Media, que es “bien directa o indirectamente, deudor al arte del Islam español anterior al siglo XII, de toda una serie de préstamos que afectan menos al orden arquitectónico propiamente dicho, que a los temas decorativos de los interiores y de los exteriores de los monumentos […] Fue a través de este arte mozárabe, o directamente a través del arte califal de Córdoba, como adoptó incontestablemente el arte románico variados detalles de la decoración de sus iglesias: el empleo de modillones de rollos, del arco trasdosado y de la bóveda nervada revela lo esencial de estas reminiscencias”[v].
El nombre de la conocida iglesia San Juan Bautista de Busa[vi], que se distingue por la curiosa forma en la que su ábside, a medio terminar, queda rematado con forma de quilla, responde etimológicamente a la palabra aragonesa buxo (boj en castellano). De madera muy dura, esta planta propia de suelos calcáreos soporta inviernos muy fríos, y sus hojas y corteza son sumamente tóxicas, lo que no impide que se utilicen como remedio de varios males e incluso en la fabricación de la cerveza, en sustitución del lúpulo.
No abundan las referencias a la fabricación y consumo de cerveza por parte de los musulmanes en España, fuera o no fabricada con el boj que da nombre a San Chuan de Busa, pero sí las hay sobre el cultivo de la vid, típico de zonas cálidas. Durante mucho tiempo se pensó que el cultivo de la uva se había visto relegado y hasta interrumpido en España durante los 800 años que duró la época musulmana, por la prohibición coránica de beber vino[vii]. Sin embargo, no ocurrió así; antes bien, fueron muy apreciadas las uvas para su consumo en crudo, pasificadas, para producir mosto y en la fabricación de vinagre. Y también aparece ampliamente probado de forma documental, y es algo admitido por investigadores como el ya mencionado Lévi-Provençal, que el alcohol era muy corriente en Al-Ándalus y se había desarrollado una gran tolerancia hacia su consumo: en última instancia, siempre cabía pretextar que su cultivo y producción iba destinado a los mozárabes. Ventajas que tiene -incluso algunas de rebote, como esta del vino- lo de ser tolerante con las costumbres de tus convecinos.
De modo que, como se dice todavía en Andalucía, de lo dicho, hecho, y a lo hecho, pecho: “al acecho a las uvas del techo”.
[i] La historia de la que se ha dado en llamar “la primera cruzada” la he relatado tiempo atrás en otro artículo publicado aquí, el titulado “La sed de los barbastrenses”, que se puede leer en: https://www.academia.edu/44049910/La_Sed_De_Los_Barbastrenses
[ii] Lévi-Provençal, E. (1969): La civilización árabe en España. Madrid, Espasa Calpe, col. Austral (3ª edición, pág. 110-111).
[iii] Lévi-Provençal (1969: 100)
[iv] Lévi-Provençal (1969: 93)
[v] Lévi-Provençal (1969: 112-113)
[vi] Véanse diversas imágenes de esta singular iglesia en http://www.romanicoaragones.com/0-jacetania/84-busa.htm [última consulta 20/07/2024]
[vii] Véanse, por ejemplo, el divulgativo https://www.granadahoy.com/granada/Vino-Al-Andalus_0_749325664.html o el excelente trabajo de Manuela Marín (CSIC) https://digital.csic.es/bitstream/10261/26078/1/Marin_E13.pdf [última consulta 20/07/2024]
Aquí puedes leer otro artículo de Susana Diez de la Cortina
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