Transcurrido un año desde que un numeroso grupo de ciudadanos convocados por la Plataforma para la Defensa del Patrimonio de Huesca, se movilizó para lograr la protección como conjunto del antiguo Seminario de la ciudad, creemos que de nuevo tenemos que alzar la voz y al tiempo, aclarar algunos conceptos. El Seminario sigue amenazado.
A lo largo de este año no hemos cejado en nuestro objetivo proteccionista, hemos profundizando en el estudio del histórico inmueble y avanzado en el ámbito judicial, en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo donde en este momento está paralizada la pretendida demolición de una parte del enorme monumento.
Conviene aclarar términos para la comprensión cabal del problema que enfrentamos. Cuando un edificio se levanta en un espacio determinado y transcurrido un tiempo el edificio no está en ese lugar, sencillamente ha desparecido. Pero esta acción también la podemos describir mediante eufemismos tales como: “se trata de una recuperación de espacios libres”, o de la “creación de espacios libres”… Sin embargo, la realidad de las cosas revela que si un determinado edificio ha sido eliminado del lugar en el que se construyó, se ha procedido a su derribo.
En este largo año por fin hemos conocido, a través de la vía judicial, los argumentos esgrimidos por el ayuntamiento en defensa de su proyecto de demolición parcial. Y como conclusión general podemos apuntar un grave error de apreciación y concepto. Los promotores municipales observan el conjunto como si fuera una foto fija, como si el aspecto actual de sus fachadas constituyera el único momento constructivo posible. Baste un ejemplo para desmontar este pretendido criterio, si en la casa heredada de nuestros abuelos reformamos el baño, la cocina, cambiamos la puerta de sitio, enlucimos y pintamos la fachada, esta casa sigue siendo la casa de nuestros abuelos, eso sí con “la cara lavada”. Pero bajo ese enlucido actual la casa conserva los viejos muros, con sus puertas y ventanas, ahora tapiadas. Pues, ni más ni menos, eso es lo que le ocurre al viejo conjunto del Seminario.
Afirmar que los edificios a derribar fueron construidos en el siglo XIX o XX simplemente no es cierto. Son edificios antiguos remozamos en los años cuarenta del siglo XX, tal y como han demostrado los sondeos murales realizados por el arqueólogo Héctor Arcusa en una de las cuatro fachadas a derribar, al poner de relieve que la planta baja está construida con sillar, y las dos plantas superiores mediante ladrillo macizo, materiales no utilizados en la construcción de edificios a mediados del siglo XX.
Otro grave error cometido en la argumentación del ayuntamiento se puede resumir en el siguiente enunciado: “todo por el BIC (Bien de Interés Cultural), pero sin el BIC”. Esgrimir el tortuoso concepto de que el derribo del cuerpo rectangular que hoy se encuentra entre la iglesia de Santa Cruz (BIC) y el torreón de levante (BIC) permitirá una mejor observación de la iglesia es ignorar la propia naturaleza de la misma que, como iglesia no destinada a la contemplación exterior sino a un uso determinado e integrada en un conjunto de edificios, no hizo ninguna concesión a la decoración exterior. Es decir, la contemplación de un muro liso de ninguna forma justifica el derribo del edificio que a ella se adosa desde hace varios siglos.
Cabe señalar, además, que la propia Dirección General de Cultura y Patrimonio (resolución de 8 julio de 2021, apartado 1, c) reconoce que este derribo puede traer consecuencias para la estabilidad de la propia iglesia de Santa Cruz. El apartado en cuestión señala lo siguiente: “Asimismo, se debe resaltar que la eliminación del cuerpo que hoy se adosa a la cabecera de la iglesia por el norte puede tener repercusiones en la estabilidad de esta, dado que el primero está actuando de contrafuerte en su estructura”. Por tanto, acudiendo al fondo de la cuestión, se puede llegar a derribar un edificio para observar mejor la iglesia pero hay serias dudas de que esto no llegue a amenazar a la propia iglesia. Curiosa forma de de proteger y potenciar el BIC.
Y llegados a este punto lanzamos una propuesta, ¿y si la partida económica reservada por el ayuntamiento, universidad, y DPH para el derribo del edificio que se extiende entre la iglesia de Santa Cruz (BIC) y el torreón de levante (BIC) se dedica a realizar un proyecto rehabilitador que contemple todo el conjunto? Un proyecto realizado por conocedores de nuestro patrimonio, que integre no solo puntos de vista arquitectónicos, interesantes, pero parciales. Que entienda y gestione el patrimonio no como un problema sino como un valor.
Nos gustaría que el segundo abrazo al Seminario, ese acto simbólico de enorme trascendencia social y cultural que tendrá lugar el domingo 3 de julio a las 12 h en la plaza de la Universidad, sea el último que necesite el gran monumento, cargado de historia, valor ambiental, urbanístico y ciudadano. Que sea el abrazo de su recuperación definitiva para la ciudad.
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