El pasado día 8 de noviembre tuvo lugar en la Casa de Aragón en Madrid una lectura poética con la que la oscense María del Pilar Pueyo Casaus, tras la presentación de su libro “El Tesoro del Tiempo” por la presidenta actual de la Asociación Prometeo de Poesía, Ángela Reyes, nos deleitó recitando sus balsámicos versos, cuyo mensaje actuó sobre el público asistente como la vara de Esculapio sobre las heridas de un Glauco herido por el rayo: devolviendo la vida. Pues no otra cosa transpiran sus magníficos versos sino vitalidad, manifiesta en la irreductible esperanza de “luchar por salvar el tesoro del tiempo”, según palabras de la autora.
Entre sus muchos méritos en los campos de la literatura, la investigación y la docencia, cabe destacar que Pueyo Casaus es catedrática de Lengua y Literatura, Doctora en Filología Románica y que en el haber de sus publicaciones tiene, además de este último libro, “El Tesoro del Tiempo” (Ediciones Vitruvio), otros dos poemarios: “Por azules y grises” (Editorial Altazor) y “Latir de mediodía” (Ediciones Cardeñoso).
El tiempo, metafóricamente concebido como un “corcel”, corre velozmente, y ante ese desenfrenado galopar los versos de María del Pilar nos hablan de su anhelo de “cristalizar el tiempo”. Algunos de sus poemas llevan títulos que designan objetos continentes de tesoros, como su “Ánfora” repleta de alejandrinos; el verso libre alterna en este libro con los metros clásicos, como este endecasílabo que sirve de cierre a un soneto: “este sueño de luz que es ir viviendo”. Son versos en los que la autora nos anuncia su propósito de “lanzar una estrella a la noche insondable”, de iluminar o desvelar, su intención, en definitiva, de “luchar por salvar el tesoro del tiempo”… versos profundos y llenos de esperanza.
Como avanzara Ángela Reyes en la introducción, en la primera parte del libro se invita a una mayor reflexión filosófica, mientras que en la segunda se concita a lo real concreto, a lo personal; pero en ambas partes están muy presentes el alma y la fe. La autora nos explica cómo la primera parte es una lucha entre el dolor y la alegría, pero con una visión esperanzada: la de saber aprovechar el tesoro del tiempo. La segunda parte, nos comenta, representa la realidad de la vida que “actúa como bálsamo sobre la pena del paso del tiempo”. Porque la vida está llena bálsamos para María del Pilar Pueyo. El primero de esos bálsamos es para ella Jesús de Nazareth; otro son los amigos, un tesoro muy grande que relata en “Alquimia”; la vida del campo es también otro bálsamo, descrito en “Beatus Ille” por una escritora que confiesa con orgullo ser descendiente de labradores y que nos enterneció con el sonido de su voz entonando las tradicionales coplas de San Lorenzo: pocas veces las lecturas de poesía nos tienen reservadas tales sorpresas fruto de la naturalidad y la espontaneidad.
El tiempo, ese tesoro del que nos habla María del Pilar Pueyo Casaus, se encuentra hoy amenazado. El tema de su libro no puede ser más actual: la misma tecnología que nos facilita muchos aspectos de la vida, nos está robando grandes cantidades de nuestro tiempo. El tesoro del tiempo, según los gurús tecnológicos, se nos está agotando… Para evitar que el tiempo se nos escurra como agua entre los dedos, el consultor de Microsoft y visionario digital Jaron Lanier nos da, como reza el título de su más reciente libro, “diez argumentos para borrar las cuentas de las redes sociales de inmediato” puesto que, según él, nos están haciendo infelices e idiotas, están destruyendo nuestra capacidad de empatía y nuestra libertad, están impidiendo la acción política, y minando la verdad: “En realidad, conozco los algoritmos”, declara Lanier. “Hablo como científico informático, no como científico social o psicólogo. Desde esta perspectiva, puedo ver que el tiempo se está acabando. El mundo está cambiando rápidamente bajo nuestro mando, por lo que no hacer nada no es una opción”[1]. Y en ello justamente coincide con las reflexiones de nuestra autora, quien, explicando sus poemas durante la lectura, se refirió a la manera de aprovechar cada momento para dotarlo de su máximo valor: dedicarlo a los demás. En un mundo en el que todos, dice, vamos con tanta prisa y estamos tan ocupados, es un verdadero tesoro encontrar a alguien que te escucha y te dedica su tiempo, sin prisas. Recibir una sonrisa, una palabra amable, constituye el mayor de los bálsamos. Aprovechar el tiempo para prestar una atención amable a los demás es, ciertamente, como sacar a la luz un valioso tesoro, muy bien escondido, hay que decirlo, en un ambiente en el que cualquier mentecato cree por merecimiento propio tener derecho a usar las redes sociales y otros medios de comunicación a su disposición como un altavoz con el que vituperar o zaherir impunemente, pues, como denuncia Lanier, “las redes sociales están haciendo que lo que dices no importe”. Frente a la rapidez de los acontecimientos y noticias y frente al apresuramiento de las respuestas que ya no importan a nadie, el tesoro del tiempo es mostrar un interés sincero por los demás y por la vida.
[1]Citado en el artículo del 19 de septiembre de 2018 aparecido en el digital “Cultura inquieta”.
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