Andaba por la calle Martínez de Velasco de Huesca a la altura del antiguo matadero. Una persona se me acercó y me preguntó si conocía donde estaba la calle Serpientes.
No me sonaba, pero cogí el teléfono y consulté en la aplicación “Google Maps” para ver si existía. El resultado fue negativo, entonces le pregunté “qué estaba buscando”. Me contestó que las oficinas de Tráfico.
Entonces, le dije que estaban en la plaza Cervantes, no calle Serpientes. Le acompañé cruzando el Parque Miguel Servet. Le dije que era el escritor más reconocido de España y le pregunté por los de su país.
Cuando lo dejé vino a mi memoria el verano de 1986 cuando con un amigo de la universidad nos habíamos inscrito en un programa para recoger fruta en el Reino Unido con la intención de aprender inglés.
Cogimos un autobús que fue parando por varias ciudades de Francia hasta que tomamos el transbordador en Calais que nos llevaba a la frontera de Dover al otro lado del Canal de la Mancha.
Subieron varios agentes al autobús. Únicamente me hicieron bajar a mi. Mi amigo me acompañó. Cogieron mi equipaje y el autobús se fue. Me llevaron a una sala donde me cachearon y revisaron mis pertenencias.
Apenas hablaba inglés, pero les enseñé los papeles del programa universitario. Me hicieron esperar un tiempo hasta que me dejaron salir. Cogimos otro autobús hasta la estación de Victoria de Londres para tomar otro hasta Leeds.
Llegamos a esta ciudad industrial, entonces en crisis, de noche tras 5 horas de viaje desde Londres. Ya habíamos perdido la conexión para ir a la granja para la que teníamos el permiso.
Tomamos un autobús local (el clásico rojo de dos plantas) y fuimos a otra granja donde mi amigo ya había estado trabajando. Entramos en una nave y nos pusimos a dormir sobre unas pacas de paja.
A la mañana siguiente comenzamos a trabajar en la recogida de frambuesas. Cada uno teníamos un número y al final del día nos pagaban. Yo tenía el número 13 (se escribe thirteen y se pronuncia tirtin) Yo me equivocaba y decía, a veces cirti, la pronunciación de thirty (30) en inglés. Acabé por enseñar la placa con el número.
Tras este recuerdo me reía de mí mismo por la equivocación de la calle Serpientes. Tal vez aquella experiencia de la juventud me hizo empatizar con aquella persona que quería homologar su permiso de conducir.
Cada vez vemos más emigrantes trabajando en nuestra provincia. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística los habitantes a fecha 31 de diciembre de 2017 eran 219.345. Suponen 357 habitantes menos que el año anterior.
En ella año 2017 descendió el número de población española en 1.014 habitantes. Posiblemente por las defunciones debidas al envejecimiento de la población. En cambio se incrementó el número de emigrantes en 657, suponiendo un crecimiento del 2,92% respecto al año pasado.
El porcentaje de población emigrante en nuestra provincia es del 10,57%, 23.190 personas. Por el envejecimiento de la población y por el incremento de actividad económica, sobre todo, en la zona oriental de nuestra provincia (debido a la situación de incertidumbre que está pasando Cataluña) es de esperar que vaya incrementándose el porcentaje de personas extranjeras en los próximos años.
Esta realidad supone un verdadero reto tanto para los servicios que posibilita la administración pública como por la percepción que tenga la ciudadanía sobre este incremento.
Pero, también, significa, la viabilidad social y económica de nuestra provincia por la falta de población debido al envejecimiento y la baja tasa de natalidad. Y este hecho se debería decir más para contrastar otras opiniones menos positivas sobre la convivencia.
El ámbito empresarial hace años que ha abordado esta realidad para poder lograr trabajadores y le será fácil ir asumiendo el mayor incremento de población extranjera.
Por cierto, en los últimos año he tenido la suerte de viajar 8 años a Londres cada verano a casa de un amigo. He mejorado bastante en mi inglés, pero sobre todo he aprendido y empatizado con su cultura. Ya había olvidado aquella anécdota juvenil que he contado.
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