La fiesta de los Reyes Magos, o Epifanía, es la fiesta del encuentro con nuestros deseos, con nuestras ilusiones y nuestros sueños. En su etimología griega, “epifanía” significa ‘manifestación’, de ahí que la fiesta de los Reyes Magos suponga la celebración del hallazgo de lo que se deja conocer, lo que se manifiesta. La costumbre de escribir una carta a los Tres Reyes Magos de Oriente consiste precisamente en manifestar explícitamente lo que se desea, lo que ilusionaría encontrar o recibir. La epifanía es la revelación, la aparición de lo que permanecía oculto: el paso de lo conjeturado o supuesto a lo manifestado y conocido.
Nada es más suave que los sueños, nada es más sólido que el hallazgo de lo largamente soñado. Conocer las ilusiones, ponerlas por escrito, es tratar de escapar del resbaladizo terreno de las incógnitas, es la mejor ayuda en la búsqueda de la solidez. Siempre escribo una carta para los Reyes Magos la noche del día cinco; he pedido que cada día de este año venga con la concentración ilusionada con la que los niños juegan con sus juguetes nuevos. Un año para jugar, pero sin trampas. Y también sin ventajas. Un año de juego limpio.
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