¿Se puede opinar sin saber de la materia de la que se opina? ¿Se puede hablar sin saber lo que se dice? ¿Es moralmente lícito? ¿Es reprobable? ¿Es ilegal? Todo este fin de semana los grandes medios de comunicación y los creadores de opinión llevan haciéndolo amparados en la libertad de expresión, libertad básica y fundamental de cualquier democracia. GORA ALKA-ETA. Esa es la frase que ha despertado todas las iras y se ha usado a modo de ariete contra cualquier atisbo de cambio en la política nacional, como ya pasó con la pasada cabalgata de Reyes madrileña.
Ningún opinador del fin de semana, ni por supuesto de los que nos formamos la opinión a partir de ellos, había visto la obra de guiñol. Nadie conocía su trama. Pero no importaba: GORA ALKA-ETA, esa era la clave. No importa si esas palabras querían decir una cosa u otra, si eran radicales nacionalistas vascos o anacionalistas andaluces, si estaba dicho en un contexto u otro, lo importante era encontrar otro argumento mezquino contra la alcaldesa de Madrid. ¿Recuerdan el “no te lo perdonaré jamás, Carmena”? En la misma línea.
¿Es condenable por tanto que la derecha, en formación, prietas las filas, con sus medios de comunicación alentando la rebelión y sus concejales, en perfecta sintonía y a una sola voz, se presenten ante los tribunales para hacer más ruido con denuncias del estilo de los programas de corazón? No. Tienen derecho, todo el derecho del mundo, a opinar, aunque sea falsamente, sin argumentos, sin fundamento. Tienen todo el derecho a decir tonterías porque la libertad de expresión es sagrada.
No hace tanto, Federico Jiménez Losantos, en su programa matinal, confesaba que cuando ve a los de PODEMOS, después de su habitual rosario de insultos y calumnias, le entran ganas de coger la escopeta y pegarles un tiro. ¿Detestable la opinión de ese fascista? Sin lugar a dudas. ¿Condenable? No, en absoluto, la libertad de expresión está por encima de cualquier otra consideración.
Lo de los titiriteros no se puede abordar desde ningún otro punto de vista. Al menos yo no opinaré sobre su oportunidad, sobre su calidad artística, sobre el público al que iba dirigido o sobre ninguna otra circunstancia que rodee la obra, se debe abordar desde el derecho a la libertad de expresión, única y exclusivamente. Allá la respuesta que pueda dar el público al artista, ya se sabe que está sujeto a los aplausos o abucheos del respetable, en eso consiste su cocido, pero aquí se trata de la respuesta que ha dado el Estado llamado de Derecho.
Lo grave de este asunto es que dos titiriteros están en la cárcel por un delito de opinión. Y en la cárcel no se entra porque el señor Marhuenda o el señor Eduardo Inda calienten a sus hinchadas bárbaras con alocuciones más propias de los años 30 alemán que del siglo XXI, lo grave es que un juez, nada menos que de la Audiencia Nacional, ha entendido que la libertad de expresión es cuestionable. Lo grave es que ha sido, otra vez, el Estado quien ejerce las labores represoras más propias de una dictadura que de una democracia. Y digo otra vez porque ya ha ocurrido que,en esto que llamamos democracia, se juzga la opinión. No creo que haga falta recordar el secuestro de una portada de El Jueves, o que se está juzgando a las responsables de la procesión del santo coño o el cierre administrativo de determinados medios de comunicación. No hará falta incidir en que si dices que la justicia es un cachondeo te condenan por lo que nos abstenemos de tener opiniones duras contra el sistema judicial.
Mejor que yo mismo lo expresan dos grandes pensadores, uno del siglo XVIII y el otro del siglo XX, con ellos quiero terminar esta columna de opinión.
“Detesto lo que dices pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo”
Voltaire.
“…Si crees en la libertad de expresión entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgustan. Por ejemplo, Goebbels estaba a favor de la libertad de expresión para los puntos de vista que compartía, igualmente Stalin. Si estás a favor de la libertad de expresión, eso significa que estás a favor de la libertad de expresión precisamente para los puntos de vista que no compartes, de otra forma, no estarías a favor de la libertad de expresión.”
Noam Chomsky
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