Otras, en cambio, parecen que vuelven a la normalidad, y ahí es donde entran las crisis matrimoniales y los procesos de separación. En materia de divorcios, separaciones y nulidades matrimoniales se reflejaron en España poco más de 80.000 casos en el año 2020. Esa cifra supone un descenso del 16,1% con respecto al año anterior, según los datos del INE. Se trata de la cifra más alta desde que comenzó el registro de estos actos, en el año 1998.
Pero este fenómeno ya parece haberse detenido. Durante el primer trimestre de 2021 los números de estos casos han superado los 25.000, lo que supone un 5,7% más que en el mismo periodo del año pasado, según informa el Congreso General del Poder Judicial desde su servicio de Estadística.
La tónica fue, por tanto, la siguiente: las separaciones y divorcios son procesos cada vez más habituales, pero en pleno Covid 19, durante el confinamiento, se paralizaron por la propia incapacidad de los juzgados e incluso inestabilidad social y económica. Cuando se ha recuperado en parte la normalidad, estos procesos de fin de pareja ya recuperan sus números.
¿Qué hacer cuando te quieres separar?
Dejando a un lado las cifras, una situación que suele ser habitual en los procesos para poner fin a las relaciones maritales es estar desorientado, no saber hacia dónde acudir. Una ruptura matrimonial puede generar ansiedad e inseguridad en los cónyuges cuando realmente hay que dar el paso.
La mejor opción pasa siempre por acudir a Abogados de separaciones, profesionales expertos en materia de separación y divorcio, pues ellos cuentan con las herramientas y la experiencia suficiente para hacer más accesibles estos procesos.
Cuando una pareja quiere separarse o divorciarse, las opciones disponibles son básicamente dos: hacerlo de mutuo acuerdo o bien acudir a la Justicia para que sea un juez el que dicte una sentencia.
La primera alternativa es la más recomendable, y además es la más habitual. Los datos que maneja el CGPJ señalan que prácticamente el 60% de las demandas de divorcio fueron consensuadas, es decir, de mutuo acuerdo.
¿Cuáles son las ventajas de las separaciones consensuadas?
La tramitación amistosa en las separaciones conyugales es la fórmula que implica menor grado de conflicto entre las partes, redunda en beneficios de los hijos comunes y protege y salvaguarda la relación familiar. Con ella se alcanzan condiciones ventajosas para ambas partes, ya sea para el uso y disfrute de las pertenencias en común o para el cuidado y manutención de los hijos, si es que los hay.
Querer separarse es una situación muy normalizada. Los matrimonios no han de ser obligatoriamente para toda la vida, de modo que cuando esto sucede es recomendable acudir a la moderación y la sensatez.
En todas las parejas existen altibajos y nunca es buena idea tomar decisiones en caliente. Es mejor sopesar todas las posibilidades y acordar una decisión saludable, ya sea la de mantener el matrimonio o separarse.
La asesoría de abogados expertos en separaciones matrimoniales y divorcios express permite aportar a estas dinámicas una visión más profesional y un tratamiento de la situación desde el exterior, sin caer en sentimientos de venganza ni instintos primarios.
¿Cómo iniciar los trámites de separación y divorcio?
Una separación matrimonial no es plato de buen gusto para ninguna pareja. Supone aceptar un fracaso y asumir que poner fin a la relación matrimonial es la mejor fórmula para seguir creciendo como individuos y también como familia.
Los bufetes de abogados que trabajan estos casos siempre promueven asesoramiento prematrimonial previo, para ver si es posible continuar con la relación; y si este punto no da sus frutos, iniciar la mediación extrajudicial.
El último paso es el de la separación definitiva vía divorcio. En ese escenario la opción de alcanzar un acuerdo consensuado entre las partes es la mejor decisión que se podría tomar, y también la más económica.
De algún modo, el divorcio o la separación no es el fin de la familia, sino una transformación de la misma. No obstante, en todos estos procesos se requiere un alto grado de madurez por ambas partes, los cónyuges se deben mostrar respetuosos, solidarios y comprensivos, sin dejarse guiar ni influenciar por la venganza.
No hay que sentir miedo ni sensación de fracaso por querer separarse, simplemente toca concienciarse de que es una situación que se puede producir, y cuando llegue, poner todo el empeño en que el proceso sea lo más limpio posible, con nula afectación para la familia, pues esto va a ayudar a que la relación afectiva se mantenga y los vínculos sigan presentes.
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