Vayan ustedes a saber si no sería el propio Sancho III el Grande, el monarca que llevó el reino de Navarra a su máxima dimensión histórica (Rex Ibericus, Rey de las Españas), quien plantó la Carrasca en el Sobrarbe. El caso es que Europa ha rendido homenaje a esta singular encina por cumplir mil años en razonable estado de salud. Sólo ha pasado uno desde que los españoles pidieron esperanzados una clase gobernante que pusiera al frente de todo la lucha contra la maldita pandemia nacida en China, y ya podemos celebrar los funerales por esa esperanza.
El circo se impone. La política no consigue vivir sin él. Una señora, paradójicamente llamada Arrimadas (cuando no sabe dónde arrimarse), plantó la carpa en Murcia y desde entonces ni ha parado la chundarata de Julius Fucík ni la carpa ha dejado de crecer y agigantarse, con cien mil espectadores silenciosos y enmascarados sobre su cara de cera. Está de gira por múltiples comunidades autónomas y continuará al menos hasta el 4 de mayo, fecha que el TSJ de Madrid ha dado por buena (pese a que al gobierno no le hace mucha gracia) a pedido de una nueva Agustina de Aragón que se llama Ayuso y pretende hacer política sin la menor acreditación, jugándose el todo. Llega, en su radicalismo, a jugarse incluso su cargo por sus creencias e ideales, cuando hasta un párvulo político sabe que tiene que hacerse exactamente al contrario. Pues el presidente Tzitzikostas del Comité Europeo de las Regiones de la UE acaba de felicitar a los madrileños por su presidenta, tras otorgarle el premio a la mejor emprendedora regional europea. Después de todo, Agustina ni se llamaba Agustina ni era de Aragón. A veces, un cañonazo a tiempo abre una puerta en la historia.
No escucho consejos y, en consecuencia, no debería darlos. Pero su bisoñez, señora, me hace atrevido. Muchos la aman por dos razones: porque les ha llegado al corazón o porque los otros la odian. Exactamente las mismas razones, a la inversa, por las que la odian esos otros. Huya de esta dicotomía y apueste por la integración de todos, como usted misma dijo al recibir el premio. Hablo con la legítima parcialidad de pertenecer a la quinta del 68, los que, tras largos años de enfrentamiento, creamos un escenario nuevo en el que cabíamos todos y que dio a España sus mejores años de convivencia y bienestar. Pero al final la mediocridad y su ambición se han abierto camino en una forma eficaz, sino la única, que tienen de llegar al poder. La del miedo como sustituto de la ilusión del futuro, la del enemigo necesario, los cadáveres en el armario del rival y los fantasmas debajo de la alfombra. La del ventilador del estiércol que ciegue ojos y oídos a la gente con la calumnia, el rumor, con medias verdades ya sabidas y ¿cómo no? la corrupción. Esto para no serles necesario explicar con qué ideas mejorarán las condiciones de vida y salud del pueblo, ideas que no existen, y aun así, son carísimas.
Búsquese un buen director de campaña con un mejor slogan. Usted, a lo suyo. Le tomo sus propias palabras: “El 4 de mayo no implica un paréntesis en mi preocupación por la salud”. Ponga quirófanos al Zendal, antes que otro bobo la critique por no tenerlos. Es una obra ejemplar, cuya construcción pude seguir de cerca y que dio respuesta a la extrema emergencia que le causó a Madrid la imprudencia con el covid. Los pabellones de infecto-contagiosos ni necesitan ni tienen quirófanos, pero el covid pasará y conviene ampliar su versatilidad. En los ranking de hospitales de España (el último que he leído es el reciente del Newsweek) siempre aparecen en los dos primeros lugares La Paz (Madrid) y el Clínic (Barcelona), en una rivalidad ya clásica. Con el Zendal como pieza clave para su ampliación, a La Paz no habrá quien le tosa.
El circo va a continuar. De telonero, el viejo y cansino show “¿economía o salud?”, cuando la salud sin prosperidad ya ha demostrado que no es posible. Me recuerda la disyuntiva que planteó Hitler al pueblo alemán: “¿mantequilla o cañones?”. Y el pueblo, hambriento y desanimado, pidió cañones. Los nuestros piden mantequilla… aún. Y a los que se la damos, también. “Insolidario” Madrid aporta a las cajas de otras comunidades más de 4000 millones/año de euros, y es seguida por Cataluña con 1500. Madrileños, vascos, navarros, catalanes, baleares, aragoneses y riojanos son los que alcanzan un PIB per cápita superior a la media nacional. El resto, quedan por debajo.
El circo también trae ahora nuevo número, presidente de la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos, ex jefe de gabinete del presidente Sánchez hasta su sustitución por Iván Redondo, que saltará a través de un aro de fuego prendido por furibundos votantes opositores, quienes vaticinan que pasará los votos de correo por el puchero correspondiente, y piden a los electores no votar por esta vía. Un show apasionante.
Pueden pensar que se trata de un circo moderno, con sus coreografías, sus colores y sus magníficos y flexibles acróbatas, pero sin animales. Pues no. Es un circo con fieras, sólo que nadie las quiere ver ni enfrentar, así que campan a sus anchas. Y no aludo a los lobos a los que han dado barra libre para asesinar rebaños y arruinar ganaderos, por más que voces, incluso progresistas, desde la dirección general de medio natural y gestión forestal de Aragón intentaran (difícilmente, con la boca tapada) oponerse. Me refiero a bestias más feroces, como el paro que pasa de 5 millones (con una máscara no anticovid sino de carnaval, llamada ERTE), especialmente crudo en el paro juvenil que supera el 40%, y en los 350 mil autónomos en situación desesperada.
Y tras esto, la mayor bestia de todas, el covid, ante el que pueden quitarse la mascarilla los cien mil espectadores, que seguirán con su silencio y su cara de cera porque están muertos. Y no sabemos, entre dudas de la vacunación, cuántos seguirán.
Israel ya ha vacunado al completo más del 50% de su población y empieza a sentir los beneficios de la inmunidad rebaño, con clara caída de contagios. Su embajadora nos insta a “sentir” la urgencia de la vacuna. Lo que no sabemos, señora embajadora, es el tiempo que ha perdido Israel en fútiles discusiones sobre las competencias, los abusos, el orden, los gastos… Aquí las cosas tienen que seguir su proceso. No podemos gastar alegremente porque hay otras urgencias. Una compañía de aviones llamada Plus Ultra (altamente conocida) no podía esperar ya ni un segundo. Bastante que los sanitarios no tengan que autofabricarse mascarillas con bolsas de basura o rollos de papel higiénico. Sólo ha pasado un año y eso ya lo hemos superado. De momento…
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