Con motivo de los atentados de París a la redacción del semanario satírico “Charly Hebdo” hace dos años y medio, ya se pudo oír aquello de que estábamos en una guerra y creo que fue el presidente francés, François Hollande quien pronunció la frase fatídica con la que titulo este artículo.
En el maremágnum de provocaciones, amenazas y tensión en el que este planeta gira y gira, mucha gente teme que estalle la tercera «y definitiva…» guerra mundial. Pero no… la guerra es evidente que ya está aquí. Se contabilizan más de quinientos muertos en los últimos atentados que se vienen sucediendo por muchos lugares y ciudades emblemáticas de la vieja Europa.
Como en todas las guerras, hay hechos puntuales llamados atentados, verdaderas expresiones de barbarie que además se viven en directo porque en las redes vuelan testimonios en forma de imágenes a veces muy valiosos y a veces muy morbosos.
En las guerras, a la vez que la barbarie, se alimenta sin límite la sed de venganza y ésta lleva aparejado el aumento de más barbarie y todo esto se desarrolla en una espiral que, de verdad, amenaza con engullirnos a todos destruyendo el espíritu de convivencia que tanto repiten los políticos en los discursos pronunciados como reacción a un gran atentado y que vienen a ser soflamas repletas de énfasis por mantener vivos los valores occidentales de la democracia y la libertad.
Digo que arriesgamos ser engullidos, además de por esa espiral tan propia de las guerras, por otros sentimientos aparejados y más comunes, por lo habituales, sin duda basados en la ignorancia y la intolerancia pero que abducen la capacidad de discernimiento de la población desembocando indefectiblemente en el más puro de los ODIOS.
Crece el odio por todas partes. Odio en forma de aislamiento, exclusión, mucha incomprensión y consiguiente rechazo. Tal vez demasiada violencia desatada que amenaza al diferente, sea por su credo religioso o su rara aceptación de sí mismo.
Creo que en este clima tan envenenado y hostil hay un evidente y poderoso caldo de cultivo en el que prolifera muy cómoda y con inusitada frecuencia esta inhumana guerra de atentados. Me temo que no sólo persistirá sino que la espiral llegará a convertirse en un demoledor tornado y no sólo para engullirnos, que sería poco; llegará para barrer a los humanos de un planeta al que, aunque no sepamos reconocerlo, le quedan muchos millones de años y los reyes de la creación, estad seguros, no mereceremos habitarlo desde bastantes millones de años antes.
«Declaro la guerra a…»
Por Pedro Solana Murillo
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