Escritor y realizador de TVE, Manuel Garrido Palacios se coló en los hogares españoles con una de las series más emblemáticas y premiadas de la cadena pública, Raíces, que permaneció 11 años en antena (1972-1983). Aventajado alumno de Julio Caro Baroja, Manuel Garrido Palacios hizo de la etnografía su pasión. Su andadura profesional por más de 2.000 pueblos de España, en los que grabó las costumbres populares de nuestro país, ha cimentado su labor etnográfica, plasmada también en sus libros. Además, escribe novelas. Teclas blancas, teclas negras, es su última publicación (2018).
El nombre del realizador de televisión y escritor Manuel Garrido Palacios se suma este año a los de Miguel Vidal, Carmelo Lisón, Helena Lumbreras, Cecilia Bartolomé Lorenzo Soler, Juan Mariné o Segundo de Chomón, personas referentes en el mundo del cine o la antropología visual, a los que el Festival de Documental Etnográfico de Sobrarbe, Espiello, tributa un homenaje en la Sección Mayestros (maestros), con la que se abrirá la programación, el próximo viernes, 29 de marzo, a las 19:15 horas. Cuarenta y cinco años después de la emisión (17 de enero de 1974) del monográfico La Comarca del Sobrarbe, se proyectará este capítulo de la serie Raíces en el Palacio de Congresos de Boltaña (Huesca), donde, además, será entrevistado por su amigo Joaquín Díaz, distinguido con la Siñal d’Onor Espiello en 2007.
El nombre del realizador de televisión y escritor Manuel Garrido Palacios se suma este año a los de Miguel Vidal, Carmelo Lisón, Helena Lumbreras, Cecilia Bartolomé Lorenzo Soler, Juan Mariné o Segundo de Chomón, personas referentes en el mundo del cine o la antropología visual, a los que el Festival de Documental Etnográfico de Sobrarbe, Espiello, tributa un homenaje en la Sección Mayestros (maestros), con la que se abrirá la programación, el próximo viernes, 29 de marzo, a las 19:15 horas. Cuarenta y cinco años después de la emisión (17 de enero de 1974) del monográfico La Comarca del Sobrarbe, se proyectará este capítulo de la serie Raíces en el Palacio de Congresos de Boltaña (Huesca), donde, además, será entrevistado por su amigo Joaquín Díaz, distinguido con la Siñal d’Onor Espiello en 2007.
El “espiello” interior es el que te permite imaginar”
¿Cómo llega al cine de documental etnográfico? Yo iba para Director de Orquesta. Se me cruzó la música popular y no sólo la incluí en mis estudios, sino que empecé a valorarla en toda su extensión. Viajé anotando lo que pude por España y fuera de ella (América, Asia, África, etc.) y vi que la música no estaba sola, sino que formaba parte de cuantas manifestaciones vitales existían en el día a día de los pueblos. Y de la dirección de orquesta pasé a la de cine documental etnográfico y en la etnografía me quedé. Concentro en pocas palabras toda una historia, pero así fue.
¿Cuál o cuáles de las series que rodó (Raíces, La duna móvil, El bosque
sagrado, Los Juegos, Todos los cuentos, etc…) le ha reportado más satisfacción profesional y personal? Todas responden a la búsqueda etnográfica. Raíces fue la madre, el estreno. Las demás son sus hijas o la propia Raíces vista desde otros ángulos. Tenía prisa por plasmarlo todo porque se iba. De hecho, en muchos sitios, se ha ido, ha desaparecido.
De los pueblos de España en los que rodó para estas series, en varias ocasiones visitó la provincia de Huesca y la comarca de Sobrarbe. ¿Qué recuerdos guarda de este territorio décadas después? Inolvidables. En el tiempo de localización recuerdo con mucho afecto el Sobrarbe, el Valle de Añisclo, Aínsa, Almudévar y su dance y más y más y más sitios que me parecían mágicos, metidos en su propio mundo, y me extrañaba que los de puntos alejados de la Península no los conocieran.
Era un disfrute la variedad de temas: costumbres de noviazgo, boda, peticiones, santos milagreros, relaciones con la fauna salvaje, instrumentos de música, y un sinfín, ya digo.
¿Ha regresado a Sobrarbe (San Juan de Plan, Jánovas, Aínsa…) y de ser
afirmativo, qué impresión se ha llevado? Sigo pensando que son lugares
privilegiados. Jamás me sentí forastero en los pueblos que visitaba. Era una entrega de lo mejor que tenían: su saber inédito, intacto en su encanto. En el Valle de Chistau, en San Juan, Plan, recuerdo con emoción a Josefina Loste y familia. Al volver años después me dio mucha alegría verlos y hablo de ellos en mis charlas por ahí.
¿Cómo definiría la situación actual de documental etnográfico en nuestro país? Hay mucho interés y muy buena gente haciéndolo. Yo colaboro cuando me lo piden y ayudo en lo que puedo. Además, los nuevos medios de imagen y sonido facilitan el trabajo y todo es más asequible económicamente. Todas mis series están hechas en cine, celuloide, rodadas con chasis que duraban once minutos. Hoy tenemos horas de grabación (me gusta más la palabra rodaje) en un chip.
Si cogiera una cámara para regresar con una serie televisiva ¿qué le gustaría grabar, siempre dentro de este género? ¿Alguna asignatura pendiente? Tengo cámara y nunca se deja de rodar, aunque no se emita. El archivo no para mientras haya materia. Lo malo, como dije al principio, es que se pierde, se pierde; va quedando la esencia, o algo de esa esencia antigua.
Vd. que ha viajado por el mundo trabajando y escribiendo ¿qué lugar le ha impresionado para regresar años después y grabar nuevamente tradiciones, costumbres de algún pueblo? India quizás, aunque podría decir cualquier sitio. Una conversación de taberna tiene un quintal de sabiduría en los dichos, lo que se juega, las tapas, la elaboración del vino, etc. Digo India porque conocí a la Madre Teresa y con ella fui a las leproserías, a la selva, a los poblados que ya no parecían de este mundo y, ese otro mundo me fascinó. También estuve con Ravi Shankar. Esto de la Etnografía da para mucho. Desde Altamira acá no hemos parado. Ni hay que parar.
Todo ese misterio de lo apenas conocido es un condimento maravilloso. Ya todos sitios hay que ir “ligero de equipaje” como decía el poeta y con el espíritu limpio de prejuicios. Todo es como es y no como el que va, a veces, torpemente, lo quiere transformar.
¿Qué me puede decir de su amigo Joaquín Díaz, que le acompañará en Espiello? Joaquín es un maestro en esta especialidad de la Antropología. Aparte del cancionero recogido, de su Revista de FOLKLORE, de su Museo en Urueña, de su bonhomía, nos ha dado con su voz hermosos documentos. Cuando yo empezaba con esto, escuché un disco de Joaquín, le escribí porque me pareció un descubrimiento y desde entonces somos amigos, colaboramos mutuamente y participamos de esta riqueza etnográfica. Para una película de mi serie LA DUNA MOVIL, “La cara oculta de Toledo” le pedí que hiciera la música y con ella empieza, cantó el Romance de Don Rodrigo. Joaquín es un valor humano y artístico como pocas veces se da en una generación.
Cuando se mira en un espejo (“espiello”), ¿qué ve proyectado? Una realidad. El espiello interior es el que te permite imaginar.
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