Acaba de comenzar otro curso. En septiembre comienzan toda clase de cursos. El pequeño parón veraniego, vacaciones al menos para unos pocos, ha sido finiquitado para relanzar los pleitos en la política y los turnos de las fábricas que aunque no deben parar nunca, se engrasan para llegar, antes de fin de año, a superar los límites productivos del año pasado que sin duda aumentarán, al cerrar el curso económico, los ansiados beneficios.
Las cifras de crecimiento del PIB son indicativos fehacientes de la economía. En el mundo actual hemos privilegiado un modelo económico capitalista, eso sí, pero sin ningún tipo de control ya que se regula él mismo por una simpleza de razonamiento, por una ley que yo me atrevo a poner en minúsculas pero a la que estamos todos rindiendo vasallaje: “La ley de la oferta y la demanda”. Que te hace falta con urgencia un trabajo, pues bien ahí tienes esas infinitas horas en un contrato a media jornada para solo unos cuantos días o incluso horas. Es lo que hay. Lo tomas o lo dejas. Y si quieres energía eléctrica o gasolina, cuanto más falta te haga, no te quedará más remedio que pasar por taquilla y pagar lo que te pidan. Y no te atrevas a moverte en bicicleta o ponerte un aerogenerador de bolsillo desafiando el impuesto al Sol, ese que elimina o anula a las energías renovables, porque al final no habrá más opción que pagar lo que te impongan las empresas eléctricas monopolísticas en sus pretensiones de crecimiento de negocio sin límite ni cortapisa.
Hoy, otra vez he estado a punto de que me pisara un camión de piensos en la carretera mientras pedaleaba sobre mi bicicleta. Todo el territorio se ha llenado de granjas. Ya casi no queda un hueco para meter otras nuevas y por eso ha aumentado el vaivén de camiones de cerdos y de piensos. Por la ley de la oferta y la demanda esos camiones trabajan a destajo, a kilómetro – tonelada servida y por eso circulan aventados. No hay nada que más les moleste que un tontolaba que se mueve tan sólo con la energía de sus piernas y encima ocupa sitio en la carretera. Si hay que adelantar incumpliendo el metro y medio reglamentario pues que se eche a un lado.
Cada día hay más cerdos, más granjas, más camiones y más purines apestosos vertidos sobre los campos recién cosechados o roturados.
La sociedad capitalista se basa en el consumo. No debe parar de crecer. Los políticos sólo sirven si crece el PIB porque de lo contrario aumenta el paro y se arriesgan cotizaciones o fondos para abastecer los servicios públicos. Aunque hay políticos empeñados en hacer de los servicios públicos meras empresas que aporten beneficios sin fin y si vienen mal dadas, se reparten las pérdidas entre todos y se pagan con el dinero de unos impuestos que siempre deben bajar. Así los españolitos tendrán más liquidez para pagar prestaciones de educación o sanidad privadas.
¡Es el modelo americano, estúpido…!.
Y con tanto crecimiento ya hace más de un mes que incumplimos los límites de la huella ecológica y pronto harán falta más de dos planetas para abastecer la voracidad de los mercados y sus esclavos consumidores.
Hará falta que estalle otra crisis, otra burbuja que explote para parar y enfriar una economía que de tanto crecer está muy caliente, casi tanto como la atmósfera ahogada por los gases que tanto camión de cerdos y centrales térmicas que iluminan las facturas de luz que nos queman entre las manos cada fin de mes. Y quien en ese previsible parón se excluya por falta de trabajo al no ser competitivo, allá él.
El Estado del Bienestar al que se llegó tras la II Guerra Mundial no era más que una reliquia que se enterró bajo el muro de Berlín y ya ha sido casi barrido de este modelo tan neoliberal.
Pero el comienzo de curso más virulento es el de la política.
Cada instante vemos cómo una selecta clase de ciudadanos apelados “políticos”,( cada uno con su cartelito colgado de la frente: “servicio a los demás”) hace uso de los privilegios que conlleva su cargo y si les publican en prensa digital que les ha sido regalado un título de post-grado sólo saben poner carita de buenos y decir que ellos sólo hacían lo que les exigían en la universidad, además tan campechana como la “Rey Juan Carlos”.
El poder no es erótico. El poder es droga dura y ante el temor a cualquier ayuno o síndrome de abstinencia muchos políticos no dudan en atracar las cuentas públicas o saltarse las más elementales normas éticas exhibiendo mucha humildad o victimismo ante “eldiario.es” acusador pero con tan solo agitar sus trabajos de fin de máster vemos rodar por todas partes párrafos plagiados.
El presidente del Gobierno no sabe si se tomará los turrones pero en rueda de prensa anuncia que su cambio de época no llegará hasta el 2030.
Largo nos lo fías Pedro Sánchez.
Para muchos, el 2030 sólo será el año en que constataremos si todavía quedan fondos para cobrar unas pensiones más o menos (in)-dignas.
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