Pese a las noticias alarmistas aparecidas en la prensa, los datos objetivos encontrados sobre los cadáveres de las ovejas que aparecieron muertas en la localidad de Bonansa el pasado lunes no dejan lugar a dudas. Las dimensiones y características de los arañazos y otras heridas encontrados sobre la piel de los animales descartan por completo la autoría por parte del oso pardo y orientan hacia otras causas.
Esta evidencia fue puesta en conocimiento del ganadero propietario de las reses desde el primer momento en que los vigilantes del Gobierno de Aragón especializados en el oso pardo acudieron a su llamada el pasado miércoles para inspeccionar la zona del presunto ataque y los cadáveres. Como parte de su rutina de trabajo, y en apoyo de la actividad del ganadero, los vigilantes del oso mantendrán en los próximos días una mayor intensidad de vigilancia en la zona donde se produjo el incidente por si ello permite arrojar más luz sobre cómo se produjo el incidente.
Estos hechos plantean claras discrepancias respecto a alguna de las informaciones aparecidas en prensa, en las que se daba por segura la autoría por parte del oso y, además de otras reivindicaciones, se aprovechaba para sembrar alarma en relación a la presencia de esta especie en algunas zonas del pirineo aragonés. En ningún caso el incidente puede deberse a la acción de un oso y mucho menos de un osezno. La información que se cita de un supuesto osezno avistado en la comarca en marzo de 2014 carece absolutamente de respaldo, y ni los datos del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, ni los que manejan las autoridades catalanas y francesas implicadas en el seguimiento de esta especie amenazada, contemplan evidencia alguna sobre la existencia de hembras reproduciéndose en la zona.
Sin duda todas las argumentaciones plasmadas en las distintas notas de prensa proceden en buena parte de un cierto estado de psicosis creado por los videos aparecidos en los medios de comunicación en las últimas semanas sobre la presencia de tres ejemplares de oso en el Valle de Benasque. Como ya informó en su momento el Gobierno de Aragón, esta presencia no puede calificarse como algo habitual, aunque puede hacerse más frecuente en un futuro ante el crecimiento natural de la población de oso pardo presente en Francia y en el vecino Valle de Arán. De hecho, el avistamiento de una osa con un osezno el pasado día 20 de junio es el primero en muchas décadas en Aragón, pero también del primer indicio de reproducción de la especie al oeste del río Garona, en el valle de Arán, desde que se inició el programa de reintroducción en 1996-1997. El inicio de la dispersión hacia el oeste es una buena noticia para el futuro de la población osera del Pirineo.
No obstante, y tal y como ya se ha informado a los ganaderos locales y a otros sectores en el Pirineo oriental aragonés, la presencia de estos animales no puede interpretarse en ningún caso como un riesgo para las personas ni para las actividades turísticas y deportivas que se desarrollan en los valles.
Conviene por ello reflexionar sobre las repercusiones que algunas afirmaciones en relación a la presencia del oso pardo, malintencionadas, alarmistas y carentes de fundamento, pueden llegar a tener sobre determinados sectores fundamentales para la economía del Pirineo, especialmente en el comienzo de la temporada estival.
Como contrapunto, basta poner como ejemplo el vecino Valle de Arán, donde la información sobre la presencia del oso no solo no es un impedimento para el desarrollo de multitud de actividades locales, incluida la ganadería, sino que resulta incluso un atractivo para el fomento de algunas de ellas como el turismo de naturaleza.
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