Se han publicado a comienzos de agosto cifras que sitúan al PSOE como partido mejor posicionado, por nueve puntos, en caso de celebrarse elecciones. Crece el bipartidismo por lo que acabo de decir y también porque el PP se vanagloria de haber tomado impulso con la elección de su nuevo presidente, Pablo Casado. Los otros dos partidos de la parrilla de salida, Ciudadanos y Podemos, están a la expectativa.
Rivera estará buscando, igual que la veleta busca el viento favorable, el vacío del centro que dejó un PP en sus discursos del cónclave reciente que lo escoraban de forma neta a la derecha. Habrá batalla entre PP y Cs, ya que en cuanto se atisben elecciones el PP hará su tradicional éxodo hacia el centro, y en el discurso actual de Pablo Casado, en el que de forma irresponsable atemoriza con los “millones” de africanos que van a entrar en España de un día para otro, veremos cómo por arte de birlibirloque el Estado del bienestar emergerá en ambos discursos electorales y pelearán por ofrecer desde su respectivo centrismo la panacea soñada de la seguridad , bienestar y solidaridad.
Se está viendo que, como es habitual, el PP se ha volcado en hacer una oposición fiera, destructiva y atroz, negando alzar el techo de gasto que nos ofrecía Bruselas en aras a esa austeridad que según ellos, ha sacado a España de la crisis aunque sean las clases bajas unas víctimas propiciatorias a las que se ha negado el oxígeno para sobrevivir. Para consuelo de tontos, aún está la Iglesia y su Caridad proverbial para solucionar la pobreza extrema de quienes sacuden en las calles y plazas igual papeleras que contenedores de basura en busca de algo que llevarse a la boca.
A la derecha le urge convocar elecciones pues el PSOE de Pedro Sánchez, pasito a pasito va cambiando cosas como la dirección de Televisión Española y su ansiada recuperación del rigor informativo que ya disfrutamos en la época de Zapatero. Sin duda, cada conquista les va a dar puntos de ventaja en las encuestas de intención de voto. Indudablemente sumarían otras acciones como exhumar los restos del dictador.
El cartel ministerial que propuso Pedro Sánchez en su investidura fue elogiado por casi todos, incluido Ciudadanos, y si se le deja trabajar , que no será fácil, podrá aumentar la brecha de intención de voto al refrescar la memoria de unos españolitos, muchos, que durante los siete años del inefable Rajoy han visto hundirse su proyecto vital y social. La solución al paro y los recortes salariales así como la precariedad a la que nos ha condenado esa maldita reforma laboral son metas a las que los ministros de Sánchez pueden aspirar. Se han cometido tantos atropellos a la ciudadanía que ésta verá con escepticismo las bazas electorales agitadas por la derecha, y no sólo me refiero a la bandera nacional, sino al sentimiento de que la unidad de España sólo estará garantizada por el PP o Cs. Escuchar hablar a Pablo Casado pidiendo la implantación cuanto antes del artículo 155 , creo que a muchos sonará a canto de sirena por el que se cerraría de un portazo , al estilo marianista , cualquier vía de diálogo. Por eso, las fuerzas que impulsaron la moción de censura deberán valorar con mesura cualquier negación de apoyo al gobierno socialista.
Habrá que ver cuando llegue el otoño caliente y se empiecen a celebrar los juicios de los encarcelados catalanes. Desde Waterloo, sin duda, Puigdemont propondrá librar la madre de todas las batallas, y si hay un mínimo de sensatez entre la clase política, incluidos los de Podemos, habrá que dejar al gobierno sumar etapas y coronar cimas en busca de un mejor y más solidario régimen impositivo de carácter progresivo que posibilite el reparto de un PIB que ha crecido. Era lo que tocaba, tras tocar fondo en esa oscura crisis, aunque fuese a base de torturar las clases trabajadoras. Por eso, mientras Pedro Sánchez aguante, en cada batalla ganada de esta apresurada reconquista se logrará rescatar a una moribunda clase media y sobre todo a los excluidos, que haberlos haylos y a miles.
Tras el tórrido otoño, temo que habrá elecciones antes de fin de año.
Y todo aquél que odie la austeridad que han impuesto los neoliberales, tendrá que sopesar al depositar su voto hasta donde llega su apuesta por la dignidad y el bienestar de cada habitante de nuestro País.
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