Nablus, Palestina, hace menos de una semana
Según el Diccionario etimológico castellano en línea, la palabra plaga viene del latín ‘plaga’ (herida profunda, llaga) y está relacionada con la raíz indoeuropea que significaba pegar o golpear, y con el verbo ‘plangere’, que dio llanto, plagio y plañidera. Derivan del término latino dos palabras en nuestro idioma: la culta, plaga, y la vulgar, llaga.
La plaga de chinches que ha infestado Francia ya ha llegado también a otros países, incluida España: Aragón, Madrid, Catalunya, Comunidad Valenciana e Islas Baleares son las primeras zonas afectadas, en las que se ha detectado un aumento de más del setenta por ciento con respecto al mes de enero, debido en parte al ascenso de las temperaturas por causa del cambio climático, ya que estos insectos proliferan especialmente entre los dieciocho y los treinta y cinco grados centígrados, valores que actualmente se dan casi todo el año; además, se adhieren fuertemente a la ropa y, ocultos en las costuras y en las maletas, se aprovechan para expandirse del tránsito de viajeros.
En otras zonas del mundo, donde el tránsito está severamente restringido, como la franja de Gaza, la etimología nos acerca a las heridas, las llagas y los llantos de las plañideras, cuando las bombas destrozan las poblaciones en las que los pocos niños que aún siguen con vida sueñan únicamente con crecer lo suficiente como para poder asir un arma con la que defender sus territorios.
El ministro de Defensa israelí ha anunciado el «completo asedio» de Gaza y advertido que “todo estará cerrado” a partir de ahora: «Estamos luchando contra animales humanos«, ha declarado, y en sus palabras se hace patente la voluntad del exterminio, como si de una plaga de insectos se tratara.
La misma Europa hipócrita que se rasca por causa de las chinches, hace oídos sordos ante el llanto de los masacrados por las bombas, aunque sabe que no terminarán esos lamentos ni habrá paz mientras no haya en el mundo un país libre llamado Palestina.
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