Era el año 1978 y parecía que Lanuza iba a poner punto y final a su historia como pueblo del Valle de Tena. Fue entonces cuando sus últimos vecinos tuvieron que abandonar sus casas tras su expropiación para la construcción de un pantano. Finalmente, solo fue un punto y aparte. Lo que vivió a partir de los 90 fue un resurgir, cual ave fénix, pero que en vez de salir del fuego, vuelve a la vida con más fuerza gracias al agua. Resulta que las previsiones de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) no fueron acertadas y el pantano solo inundó las casa más bajas de la localidad. Lanuza se salvó. A partir de entonces, los 200 vecinos del pueblo que vivían entonces, que tuvieron que mudarse a otras poblaciones (Sallent de Gállego, Formigal, Sabiñánigo y Huesca, sobre todo), comenzaron una lucha para regresar a su pueblo y devolverle su esplendor, más que en antaño si cabe.
Ahora es una localidad que recibe turistas todo el año, sobre todo en verano, y punto de referencia para cualquier buen festivalero que se precie: allí se celebra desde hace 28 años Pirineos Sur, el Festival Internacional de las Culturas, un evento en el que durante casi tres semanas pasan entre Sallent y Lanuza entre 40.000 y 60.000 personas, y en el que por cada euro invertido por el tejido empresarial de la zona se reinvierten 10 en el territorio. Este año comenzó ya el pasado 12 de julio y se va a alargar hasta el próximo 28 de julio. Hasta entonces, van a actuar en el escenario de Lanuza importante figuras como Andrés Calamaro (viernes 19), Jorge Drexler (sábado 20), Emir Kusturica (jueves 25), Green Valley (viernes 26) o Silvia Pérez Cruz (sábado 27).
Entre caravanas, tiendas de campaña, furgonetas, puestos de comida, varios escenarios, carpas de actividades… el pueblo de Lanuza y los alrededores se transforman durante estas casi tres semanas de festival. Y los lugareños nos lo cuentan.
“Nunca pensé que volvería a verlo así. Era el sueño de cualquier habitante de Lanuza”. Lo dice Ramón Navarro Pérez, que nació allí y tuvo que abandonar su casa y mudarse a Formigal, donde trabajó en las pistas de esquí hasta que se jubiló hace 5 años. Ahora vive de nuevo en Lanuza con su familia desde hace varios años y es una de las 30 personas que residen en el pueblo todo el año. Y responde a este entrevista mientras pasea a su nieta casi recién nacida, orgulloso de volver a recorrer esas calles con su descendencia. Además, es uno de los miembros de la Asociación Antiguos Vecinos de Lanuza. “Cuando venía de visita era muy triste ver el estado del pueblo, estaba destrozado. Estuvimos muchos años luchando por recuperar nuestras casas y, la verdad, es que Pirineos Sur nos ayudó mucho, porque desde que se celebra ha generado mucha publicidad a la zona”.
Al final, efectivamente, gracias a la insistencia de la asociación y al eco que generó el festival, la CHE comenzó a revertir los terrenos. “A algunas personas les devolvieron las casas, pero yo tuve que pagar. En la que viví se encuentra bajo el pantano, así que me quedé con la antigua cuadra, que se podía reconstruir. De todas maneras, lo primero que hicimos todos los vecinos fue recuperar la iglesia y volver a levantarla entre todos”. Les costó unos tres años finalizarla, pero fue todo un símbolo del pueblo y sus vecinos. Querían tener un párroco que ofreciese misa los domingos. “Las casas creo que se comenzaron a construir a partir del 95 o 96, cada vecino a su tiempo y a su manera. Yo en que terminé la mía, me mudé aquí con mi familia. Al principio vivíamos como mucho cinco familias. Ahora, estaremos fijos unas 30 personas, pero en verano viene mucha más gente y luego hay que sumar el turismo que está empezando a haber”. Lanuza ha cambiado mucho en los últimos 40 años pero Ramón está más que orgulloso de su pueblo. Sin embargo, solo echa en falta una cosa. “Ojalá vuelva a ver por la zona vacas y ovejas”.
Ahora Lanuza está dando un paso más en su crecimiento: gente que no era del pueblo están mudándose a él. Es el caso de Sergio Sariñena, que residía en Zaragoza, pero buscaba un lugar para vivir “más tranquilo”. “Me vine a trabajar al Valle de Tena porque me gustaba mucho el entorno. Luego descubrí Lanuza y me pareció perfecto para vivir”. Sergio ha trabajado en diversos negocios de la zona, pero también en Pirineos Sur durante varios años. “Era un trabajo perfecto para compatibilizarlo con el invierno. Me tocó hacer de todo, incluso ayudar en los espectáculos de calle”.
La familia Naverac era otras de las que tuvieron que irse de su hogar. Ahora, han podido regresar. David Almenar Naverac nunca vivió allí, pero para alegría de sus padres, abrió El Frondón, el primer y único bar / restaurante del pueblo. “Estudié hostelería y como proyecto de fin de carrera presenté la idea de un restaurante en Lanuza. Es un pueblo bonito y que gracias al festival había vuelto a tener los servicios básicos: carreteras asfaltadas, alumbrado… Así que diez años después, en 2008 abrí el negocio. El invierno siempre funciona muy bien y Pirineos Sur es un gran complemento. Cada año ha ido a mejor en cuanto a infraestructuras y se nota un público fiel y constante. Su publicidad es también clave para el turismo del pueblo. Mi familia se alegró mucho de mi paso, ya que el bar le dio aún más vida a los vecinos”.
Y es que, según un estudio encargado por la Diputación Provincial de Huesca, la actividad de las empresas del valle de Tena se dispara durante el periodo de realización del Festival Pirineos Sur. Los sectores más beneficiados son el comercio, la restauración y el alojamiento; en los cuales por cada euro se reinvierten 10 en el territorio. Además, el 90% de las empresas contratadas son aragonesas. Y es que la peculiaridad de este festival, con una programación variada durante todo el día y que combina diferentes disciplinas artísticas y la mayoría de ellas gratuitas, convierte ese evento cultural en todo un atractivo turístico en el valle.
De hecho, un 59,9% de los encuestados en este estudio desarrollado por la Universidad de Zaragoza señala que acude sólo por el festival, y un 20,24% viene por el festival y, de paso, se queda a pasar las vacaciones. Estos porcentajes indican que Pirineos Sur, sin duda, atrae por sí mismo a un buen número de visitantes, y que el lugar donde se celebra es la excusa perfecta para planificar una estancia vacacional.
Así, gracias a esta coyuntura, el turismo del pueblo de Lanuza no ha hecho más que crecer durante los últimos años. Y al pequeño hotel que lleva abierto hacer años, La Casueña, ahora se suma la oferta de apartamentos de alquiler. “Normalmente siempre dormíamos en Sallent, pero buscando plazas hoteleras encontramos una oferta muy buena en Lanuza. No tardamos en decidirnos. Es un lugar muy bonito y encima al lado del festival”. Javier Moliner es uno de los espectadores que va a ver a Andrés Calamaro y Jorge Drexler. Pero no viene solo, comparte el piso con otros nueve amigos. También lo alquilaron para los conciertos del primer fin de semana. “Queremos ver a Cuti y a Despierta McFly, que son amigos de Zaragoza. A Pirineos Sur vamos casi desde el principio. Recuerdo toda la vida yendo. Desde los 17 años, vamos. Lo que más me gusta es el ambiente de los Mercados del Mundo, allí siempre te encuentras con buenos amigos. Por supuesto, siempre vamos a algún concierto. Algunos que más me han marcado son Adriana Varela, Mark Knopfler y Juan Perro & la Zarabanda. Además hay muchos grupos que, aunque no recuerdo el nombre, me encantaron”.
Los datos abalan las palabras de Javier Moliner, de 41 años. Cada asistente a Pirineos Sur realiza un gasto medio diario entre 150 y 200 euros. En detalle, y según los datos del estudio de públicos e impactos, un máximo de 30 euros se destina a comida y otros 60, a realizar compras. En cuanto al alojamiento, es un dato que está muy relacionado con la edad, ya que los más jóvenes, menos de 25 años, suelen permanecer una noche en el Festival y los más mayores, entre 36 y 65 años, lo hacen entre 2 y 3 días.
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