Mucho se ha insistido en el carácter conservador y nacionalista del breve, pero intenso, periodo que corresponde al Romanticismo literario español, sin olvidar que precisamente «lo español», fuera de nuestras fronteras, es también uno de los temas literarios favoritos de los escritores románticos europeos.
Entre el discutible neoclasicismo sin fisuras de Cadalso y el más que dudoso purismo realista de Alarcón, los autores del siglo XIX español nadan (o tal vez zozobran) entre las posturas tradicionalistas nostálgicas del pasado y el afrancesamiento heredero de la Ilustración, en un cóctel complicado de ideología liberal, masonería, añoranza imperial, anhelo de libertad y evasión de una realidad a la que el costumbrismo, heredero de la picaresca, saca su punta más afilada por medio de la sátira. Y ahí tenemos a Larra, sumido en esas dos aguas, manteniendo el tipo entre el cuadro de costumbres y el héroe romántico.
La editorial zaragozana Mira Editores acaba de publicar la novela Muerte de un suicida que trata, precisamente, del supuesto asesinato de Mariano José de Larra, de quien su atora, Elisa Santos, dice por boca de sus personajes:
– Estamos hablando de Larra. ¡DE LARRA! Un tipo impulsivo y arrogante al que no le gustaba la España que le tocó vivir y que trató de cambiarla usando la sátira más mordaz, lo que le hizo ganarse no pocos adversarios a los que, por cierto, ridiculizaba de continuo. Si a eso le añadimos la separación de su mujer y le sumamos el desinterés por los hijos, sus líos con la política, la relación que mantuvo con una señora casada cuyo marido era un pez gordo, y la sospecha de que sedujo a la reina, cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de que no iba a llegar vivo a los treinta porque tenía más enemigos que el mismísimo Napoleón. No olvidemos, además, que es el mejor articulista de la historia española, con una controvertida personalidad y cuya muerte tiene los elementos necesarios para convertirlo en leyenda. ¿Sabes lo que eso significa? Significa que, después de casi dos siglos, Larra todavía es un negocio porque sigue generando dinero.
– No me interesan esas cifras, me interesa que se sepa la verdad.
– Él es el Werther español, y como tal es intocable […] ¿Es que aún no lo entiendes?
– Entiendo que le hemos puesto ese sambenito a un hombre al que le daba arcadas el Romanticismo. Así que no trates de venderme una mentira[i].
La intriga, con unos personajes a caballo entre la época de Fígaro y la nuestra, plagada de elementos metaliterarios y en la que la ficción se mezcla con la historia, está servida. El día treinta de este mes, a las siete y media de la tarde, su autora nos desvelará las claves de esta novela que se presenta en la librería La buena vida de Madrid, a un paso de la calle de Santa Clara, donde Larra se suicidó… ¿o tal vez no?
[i] Elisa Santos (2023:188-189)
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