Y mientras tanto los partidos nos hablan de sus grandes proyectos de reforma del sistema, de la importancia de modificar la Constitución, y no nos cuentan que con el resultado del 20D es imposible.
¿Cuántas comparecencias de los líderes políticos han visto ustedes estas últimas semanas? ¿Cuántas tertulias sobre si nuestros representantes van en bici, en metro o en coche al Congreso? ¿Cuántas horas dedicadas al sueldo de nuestros representantes, al precio del desayuno en las Cortes o la indumentaria de los señores diputados?
En lo que parece la sociedad más informada que hemos conocido y la más interesada en “política”, la atención se desvía hacia lo anecdótico e incluso lo pintoresco. Probablemente no sería líder de audiencia, pero en las numerosas entrevistas a los candidatos ¿alguien les podría preguntar cómo van a conseguir que se aprueben esas reformas constitucionales?
Las propuestas van desde la reforma del sistema electoral, de la justicia, al blindaje de los derechos sociales o a la clarificación de la cuestión territorial. Para iniciar en el Parlamento estas modificaciones se requiere de inicio, una mayoría de 3/5 en cada una de las Cámaras, 210 diputados en el Congreso. Si no se alcanza esta mayoría, vamos al segundo intento;
Crear una Comisión de Diputados y Senadores, encargados de redactar y presentar un texto que será votado por el Congreso y el Senado. Este texto necesita el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, y por una mayoría de 2/3 en el Congreso, 234 diputados. Así se pondría en marcha el proceso de reforma constitucional, que podría acabar en un referéndum a la población, si lo solicita un 10% de los diputados o senadores.
El camino, como ven no es fácil, y eso que no entramos en las partes especialmente protegidas de la Constitución Española, y aun así se repite el mantra de la necesidad de reforma. Con el resultado de las elecciones del 20D, el acuerdo de reformas del PSOE + Ciudadanos + Podemos no es suficiente, y ya me parece mucho sumar, ni la de PP + Ciudadanos. Se necesita obligatoriamente la suma de los dos principales partidos, cuyas propuestas de reforma no van exactamente en la misma dirección.
Ya no sólo hay que conseguir una mayoría simple para investir al Presidente de Gobierno en segunda ronda, consiguiendo la abstención de una parte de la Cámara. No se engañen, se necesita más que una mayoría absoluta para poner en marcha los programas electorales de casi todos los partidos en liza esta legislatura.
Y aquí estamos, inmóviles, entre el ahora te toca a ti, conmigo no cuentes, yo me espero a que pases tú, pero con unos discursos sobre la inevitabilidad y necesidad de reformar el sistema.
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