Amigos, se acerca la campaña electoral y a pesar de lo poco que apetece oír o ver sobre el panorama general de esta precampaña, me permitirán que les proponga un artículo y cite en él a un personaje a quien se escuchó durante la última y fallida legislatura.
Es un político del que ya escribí algún comentario durante el desastroso intento de Pedro Sánchez de investirse como Presidente de Gobierno. Se trata del señor RUFIÁN, diputado electo de ERC y que en su alegato durante el debate de investidura fue, no sé si de manera involuntaria, fiel reflejo de la incongruencia, arrogancia o simplemente chulería de los políticos que lideran el independentismo catalán.
Para muchos ciudadanos este asunto del separatismo catalán es de una pesadez molesta pero si me permiten, es ahí donde, al menos para un servidor, se sitúa el meollo del desgobierno que nos amenaza.
Anteayer, una valiente y aguerrida periodista como Pepa Bueno, aunque los más papistas la acusen de guardar silencio sobre los negocios off-shore de su patrón, reunió en su mañanera tertulia radiofónica a una variada representación del parlamento catalán para debatir por enésima vez de los problemas de esta autonomía por la que, reitero, estamos donde estamos el resto de españoles. Vamos, que la cerrazón separatista es a la política nacional lo que un tumor maligno a cualquier cuerpo humano.
Hablaron de las soluciones, que sólo a través del diálogo, se podrían contemplar para el encaje de Cataluña en España y también, ¿por qué no… ?, para desenredar el nudo que se cierne en el parlamento catalán estos días y que amenaza el frágil pacto de legislatura por contar con socios como los de la CUP a la hora de aprobar los presupuestos.
Después de argumentar a través del diálogo en pro y en contra, la periodista les pidió finalizar con un titular y este Rufián espetó ante los micrófonos: “-Nunca más pediremos permiso”. Es decir, que a estos de Esquerra Republicana se les agota la paciencia y quieren que el “procés” concluya rápidamente, aunque sea por las bravas.
La verdad, al escuchar a este político que tiene un discurso agresivo y con pretendidos tintes literarios, no puedo evitar asociar su apellido y liderazgo a un personaje tan literario como el Lazarillo de Tormes, quien no dudaba en castigar a su ciego patrón haciéndole saltar frente a un pilar diciéndole que había un río frente a ellos y que por ello tomara impulso y diera un brinco.
A los líderes de la nueva política se les acusa, y creo que con fundamento, de ser a los españoles lo que el Lazarillo de Tormes a quien se dejaba guiar por semejante rufián.
Creo que tras las próximas elecciones habrá que volver a la mesa del diálogo para formar un Gobierno del que muchos españoles añoran un cambio. De todas formas, creo que siempre estará el problema del separatismo catalán para emponzoñar una salida viable porque si se negocia con partidarios de apoyar a los independentistas, está claro que será como tenderles la mano y esperar que nos guíen como a cualquier ingenuo y dócil ciego.
Leave a Reply