Es importante detectar, diagnosticar o distinguir qué es un TOC de lo que realmente no lo es. Así, no pueden tratarse como obsesiones algunos pensamientos ocasionales de enfermedad o de seguridad en las relaciones afectivas.
Tampoco son compulsiones las acciones repetitivas, ya que muchas de ellas ayudan a ganar rutina y favorecer comportamientos en el día a día. Las compulsiones intentan hacer desaparecer las obsesiones y son perjudiciales porque impiden realizar tareas que sí son importantes para el desarrollo como persona.
En todos estos procesos vinculados a la disciplina de la psicologia aparece con fuerza un fenómeno que a veces se confunde con el TOC, el TOC de amores o relacional. En realidad es un subtipo de esta afección que padecen las personas que se sienten atrapadas o absorbidas por su relación.
¿Cómo se detecta un TOC de amores?
Como ocurre con los trastornos obsesivos compulsivos habituales, el de tipo relacional va más allá de simplemente tener dudas sobre el vínculo con la pareja. Estas realidades son habituales, incluso sanas cuando se tratan con madurez y sensatez.
Sin embargo, cuando los pensamientos ya se vuelven irracionales, intrusivos, peligrosos, pueden provocar situaciones de riesgo y sufrimiento para la persona que los desarrolla y para su pareja.
Al TOC de amores se le asocian obsesiones propias: dudas con respecto al futuro de la relación, preocupación insistente en cómo se siente la pareja, sensación de rechazo, miedo a no ser suficiente para esa otra persona. En definitiva, es la expresión de la incertidumbre llevada al extremo, lo que implica traspasar la línea de las dudas, las sensaciones negativas, a las compulsiones.
Compulsiones del TOC relacional
El nivel de malestar, la ansiedad, los episodios de estrés… cuando todo esto se lleva al extremo, aparecen las temidas compulsiones. Con ellas ya resulta casi imposible volver a la tranquilidad, a la neutralidad en los pensamientos.
Los procesos más habituales en esta fase son cuestionarse constantemente sobre el sentimiento de vínculo, por la relación, lo que va acompañado de un análisis frecuente de la personalidad de la pareja.
El objetivo deseado es encontrar una respuesta, de ahí que sea habitual también preguntarse si esa otra persona es la adecuada o si los vaivenes de la relación son los adecuados. Por supuesto, el futuro del vínculo como pareja siempre está presente en el horizonte.
¿Cómo se diferencian el TOC de amores de los problemas de pareja?
A nivel profesional, desde la psicología, el coaching o los terapeutas, no es fácil diagnosticar esta patología. A menudo se confunde con los problemas de pareja o con la dependencia emocional.
Ambas realidades son un síntoma que puede avanzar hasta que llega a TOC relacional, pero no son suficientes por sí mismos. Los problemas de pareja son algo que no debe extrañar a nadie, pero si esos pensamientos o sensaciones son duraderos, constantes, muy intensos y no permiten una buena relación personal con la relación ni con la pareja, ya sí comienza a ser preocupante.
Un buen modo de documentar el TOC es cuando impide acciones del día a día, y cuando esas dudas nunca dejan descansar. Los pensamientos compulsivos tienen la capacidad de impedir el raciocinio e incluso de promover una realidad paralela.
¿Cómo tratar el TOC de pareja?
El trastorno se define por ideas continuas, duraderas y persistentes que cuestionan la relación, que hacen nacer las dudas. Junto a esto hay una perturbación que lleva a un alto grado de sufrimiento y a cambios en las rutinas diarias.
Los profesionales de la psicología cuentan con herramientas suficientes para tratar estos problemas. La terapia cognitivo-conductual es muy eficaz para poner freno a estas sensaciones negativas.
En cualquier caso, hay que someterse a un ejercicio de paciencia con estas sesiones, para tratarlas de manera progresiva, enfrentándose a la sensación de malestar, a los pensamientos negativos y las imágenes dolorosas. Con la terapia se consigue que las compulsiones vayan remitiendo.
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