Mucho se está escribiendo estos días sobre la millonaria donación para la lucha contra el cáncer que el filántropo Amancio Ortega, una de las 10 mayores fortunas del mundo, ha realizado a la sanidad pública española. Importantes debates han terciado en las redes sobre la bondad de dicha donación o su posible oportunismo. Los impuestos, que al parecer evade de manera legal, son la principal piedra de toque en todo este asunto: que si lo que debería es pagar impuestos en España o que si se desgrava con este tipo de donaciones. No seré yo, me libren los dioses, quien opine sobre asuntos fiscales de los que, más allá de ligeras nociones elementales, poco puedo profundizar. También se han escuchado argumentos como la calidad de los puestos de trabajo que genera en España o los salarios que paga. Supongo que no será muy distinto de otras condiciones laborales que sufrimos en este país, y aunque algo se podría decir, no creo justo para Amancio Ortega centrar la crítica solo en él siendo que hay cientos de su misma calaña y que además no hacen donaciones de ningún tipo, si acaso los domingos en Misa y por el qué dirán.
Sin embargo quiero mostrar mi total oposición a este tipo de filantropía por motivos éticos de primer grado.
Si yo enumero una serie de nombres como Antonio López y López, primer Marqués de Comillas, o Joan Güell i Ferres, padrino de Gaudí para la construcción de la Sagrada Familia, o Josep Xifré, primer presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona (embrión de La Caixa), o a la familia Vidal-Quadras y los mezclo a todos ellos, personajes del siglo XIX con Amancio Ortega posiblemente crean que lo hago llevado por una cuestión de clase, o si me apuran, por ser las cabezas de unas enormes fortunas, sin mayor relación que ésa. Pero si les digo que los personajes del XIX tienen en común que una buena parte de sus riquezas las amasaron con el tráfico de esclavos y el trabajo esclavo en sus negocios de Cuba la cosa ya parece distinta.
Claro que se pueden preguntar qué diantres pinta Amancio Ortega , dueño de INDITEX, de las marcas comerciales ZARA, Stradivarius, Bershka, Massimo Dutti, entre otras, con estos personajes ya caducos y que representan el pasado. Muy sencillo, buena parte de la fortuna del señor Ortega viene como consecuencia de la utilización de mano de obra infantil en régimen similar a la esclavitud, eso sí, también en los negocios de las colonias modernas como lo fue Cuba en el XIX.
Y claro, cuando hablamos de esclavitud la cosa tiene otros tintes. Los esclavistas modernos merecen nuestro desprecio, el mismo que merecen los antiguos esclavistas pero hoy con un argumentario mucho mayor. Son personajes repugnantes que pasean por las mejores mesas y son aclamados por una camarilla de lameculos sin principios éticos que solo responden al olor del dinero. ¿Qué son muchos? Es posible, no digo que no. Pero la esclavitud, y en este caso la infantil, no puede ser perdonada por mucho dinero que se aporte a la sanidad pública para lavar su conciencia, al menos mi ética, y seguro que la de ustedes, no tiene un nivel tan rastrero.
En definitiva, lave su imagen, señor Amancio Ortega, con salarios decentes y condiciones laborales dignas allá donde tenga sus fábricas, no trafique con seres humanos y si después de eso le quedan inmensos beneficios (que ya no serán tantos), podremos entrar en el asunto de los impuestos, las desgravaciones y las donaciones.
Sobre Amancio Ortega
Por Jesús Pérez Navasa
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