SOS del monte aragonés
Los incendios forestales responden a uno de los mayores riesgos a los que nos enfrentamos en Aragón. Históricamente, la estadística nos muestra que la mayor probabilidad se centra durante la época estival, además de su mayor incidencia. Pero los datos ponen de manifiesto que fuera de la época de verano se producen incendios forestales cuando escasamente se cuenta con algún medio de extinción. De acuerdo con el “Avance estadístico de incendios forestales” de la Dirección General de Gestión Forestal, Caza y Pesca del Gobierno de Aragón, durante el 2016 se produjeron 41 incendios forestales en los meses invernales, con un total de 57 hectáreas calcinadas en el mes de febrero. Durante laprimavera se produjeron un total de 62 incendios forestales calcinando cerca de 50 hectáreas y en los meses otoñales 33 incendios afectando a más de 50 hectáreas.
Los incendios en invierno estadísticamente son menores y menos virulentos, pero no dejan de ser un riesgo al que no estamos ni preparados, ni prevenidos para responder. Así sucedió en marzo del 2012, cuando durante dos semanas un fuego arrasó 1900 hectáreas en la parte nororiental de la Ribagorza. El incendio forestal de Castanesa, a 1.700 metros de altitud, evidenció el riesgo al que estamos expuestos y que aún no hemos sabido afrontar.
Los incendios forestales en invierno, lejos de ser anecdóticos, son un fenómeno creciente muy a tener en cuenta por el peligro que suponen. El 4 de enero del 2017 se produjo un incendio forestal en el monte navarro de Lakora y el 6 del mismo mes se produjo un incendio forestal en el Pirineo catalán, en la Val d´Aran. No han sido una excepción, el norte del país se ha visto afectado en zonas importantes como la sierra de Béjar, el Bierzo y las cerca de 500 hectáreas calcinadas a finales de enero en Castilla y León. A principio de febrero del 2017 la comunidad de Cantabria se ha visto afectada por más de 27 incendios forestales, obligando a la administración a contratar al operativo que se encontraba parado. No hay excusas para no estar preparados para el próximo incendio forestal en invierno. Aragón no puede cejar en su deber, recogido por la ley 15/2006 de Montes de Aragón y mantener el operativo durante los doce meses del año.
“Los ecosistemas mediterráneos ya están experimentando el cambio climático y los modelos apuntan a que serán bastante vulnerables” (Francisco Lloret, presidente de la Asociación Española de Ecología Terrestre (AEET) y profesor de Ecología en la Universidad Autónoma de Barcelona).
Las escasas precipitaciones han marcado un inicio de invierno seco que ha favorecido los incendios forestales. El cambio climático está causando un aumento de temperaturas y una disminución de precipitaciones. Según el informe «Cambio climático, impactos y vulnerabilidad en Europa 2016» de la Agencia Europea de Medio Ambiente alerta de un aumento de incendios forestales para el sur de Europa: “El sur y sudeste de Europa serán puntos críticos del cambio climático, ya que está previsto que padezcan el mayor número de impactos adversos. Estas regiones están experimentando ya un acusado aumento de las temperaturas máximas y una consiguiente disminución de las precipitaciones y del caudal de los ríos, lo que supone asimismo un incremento del riesgo de sequías más intensas, una pérdida de rendimiento de los cultivos, una pérdida de biodiversidad y un aumento de los incendios forestales.” Una de las consecuencias la parecimos durante el 2016 cuando el Gobierno de Aragón se vio obligado a prolongar la época de peligro de incendios hasta el 1 de noviembre, cuando estaba previsto hasta el 15 de octubre. Fuentes del Gobierno de Aragón manifestaron que “la situación de sequía producida durante el pasado verano, especialmente en los meses de agosto y septiembre, ha provocado que los combustibles de gran parte de montes y cultivos se encuentren en un estado de sequedad inusual para esta época del año”. Aquella consecuencia conllevó la prolongación de unas escasas dos semanas a unas pocas cuadrillas del operativo, ejemplo de la improvisación y de la nefasta gestión que contrata y despide a sus trabajadores y trabajadoras según viene el tiempo, creando una inestabilidad y una precariedad indigna e impropia de una administración seria y responsable. La climatología nos ha advertido y no podemos dejar indefensos nuestros montes.
“Si priorizamos solo la extinción olvidando el estado de los bosques exacerbaremos el riesgo de grandes incendios que acaben tirando por la borda todos los esfuerzos” (Colegio y Asociación de Ingenieros de Montes).
El aumento de la masa forestal en Aragón ha sido de un 5,2%, entre 1993 al 2004. El monte aragonés cada vez se encuentra más despoblado, abandonado, inaccesible y presenta mayor combustible. Las masas presentan mayor continuidad y mayor carga de combustible, modificando la intensidad y velocidad de los incendios, amenazando con una mayor probabilidad de generarse grandes incendios forestales. Resulta muy alarmante y preocupante la falta de prevención, una irresponsabilidad que pone en riesgo al medio rural aragonés y a los propios trabajadores en sus labores de extinción.
“La falta de gestión de la biomasa acumulada en el monte y el asilvestramiento de su interior, es una bomba de relojería por el riesgo de ocurrencia de inmensos incendios que superen nuestra capacidad de extinción” (Colegio y Asociación de Ingenieros de Montes).
La fase inicial del Plan Forestal de Aragón recoge la opinión de diferentes entes locales sobre la necesidad de prevención. Son muchos los pueblos que observan con preocupación su vulnerabilidad frente a los incendios forestales. Por ello, manifiestan que hace falta mayor prevención, sobre todo en las denominadas zonas de interfaz, entre el terreno forestal y las zonas urbanas.
La prevención pasa por el cumplimiento de la ley de Montes de Aragón y el mantenimiento de la contratación de todas las cuadrillas durante todo el año para prevención, sin dejar de lado la extinción, su función principal. El operativo responde a un servicio básico y esencial que debe ser prioritario frente a muchos gastos superfluos. Actualmente el operativo es un servicio de emergencias lamentablemente muy insuficiente, que no permite la profesionalización y estabilidad de sus trabajadores y trabajadoras.
Como servicio público de emergencia respondemos a un dispositivo muy valioso en el medio rural y de acuerdo a nuestra naturaleza de protección civil, podemos ser muy útiles ante cualquier contingencia o emergencia, como grandes nevadas, inundaciones, ventoleras… No podemos jugar con el fuego y la situación actual “exige un esfuerzo adicional”, tal y como manifestaba la campaña del Gobierno de Aragón del 2016: “el fuego no perdona”.
Urge una política seria de prevención para después no tener que lamentar, para el día de mañana no ser responsables de incendios que podrían haber sido evitados. Urge abordar el verdadero problema de fondo, el abandono sistemático de nuestro medio rural, un abandono demográfico que se acentúa con políticas irresponsables como la precariedad laboral con la que se margina a cerca de mil trabajadores y trabajadoras del operativo de extinción de incendios forestales y al personal de espacios naturales. No se puede contratar y despedir a trabajadores según presupuestos, condiciones climáticas o intereses políticos, el modelo aragonés de prevención y extinción de incendios forestales. Es nefasto e insuficiente, ya que precariza profundamente a su mayor activo, a los que es incapaz de reconocer profesionalmente como “Bomberos forestales”.
Por todo lo expuesto, nos vemos obligados a trasladar al Gobierno de Aragón y a la sociedad aragonesa en general la necesidad de contar con un adecuado y digno dispositivo de prevención y extinción de incendios forestales, con trabajadores estables y reconocidos. Es vital que los bomberos forestales realicen una necesaria y urgente prevención durante la mayor parte del año y que no dejen de velar por nuestros montes ante cualquier pequeño incendio, ya sea en julio o en enero.
Con la prevención evitamos incendios, con la extinción ponemos en juego vidas humanas. Los trabajadores y trabajadoras nos sentimos desnudos contra el fuego, abandonados y marginados por el Gobierno de Aragón. Cansados, hartos de mentiras y ninguneos, preocupados por una situación insostenible y peligrosa ,que posiblemente nos lleve a graves consecuencias en el futuro.
Todos y todas somos responsables de evitar o minimizar los futuros incendios forestales.
¡Salud y Bomberos Forestales!
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