Se habla estos días, aunque no tanto como sería necesario, del Pacto sobre Migración y Asilo[i] con el que a partir de este mes de abril la UE modificará su actual política en esos ámbitos, tratando así de responder a lo que denomina “crisis migratoria”, y haciendo valer, ya de paso, un uso absolutamente espurio del término al que, lamentablemente, ya nos estamos acostumbrando. Me refiero al verbo ‘migrar’.
El movimiento es parte de la vida. Migrar -según el DRAE, trasladarse desde el lugar en que se habita a otro diferente– es lo que hacen las aves, o cualquier ciudadano en año sabático que se va con su mochila a conocer el mundo, o la familia que se muda a un barrio mejor de su ciudad. No es eso lo que trata de regular el reglamento de la UE, obviamente. Lo que les preocupa a los prebostes de la UE, por mucho que nos oculten los afijos, no son las personas migrantes, sino las inmigrantes, es decir, las personas que se trasladan desde el extranjero para instalarse en alguno de los países miembros, en busca de mejores medios de vida, según reza el DRAE. Ni siquiera le importan a la UE sus propios emigrantes, los que se van para instalarse en países de fuera de sus fronteras. Desprovisto, así, de sus prefijos, el verbo ‘migrar’ se convierte en un eufemismo con el que se intenta ficcionalizar el problema de las personas que huyen de sus lugares de origen principalmente por causa de las guerras, las catástrofes naturales y el hambre, y a las cuales se deja vagando en el limbo de un tránsito desprefijado, sin origen ni destino.
Por lo tanto, si nuestros gobernantes no se cortan un pelo en hacerlo, nada tiene de insólito que una novela se ocupe de ficcionar sobre asuntos como este. Así pudimos constatarlo el pasado día 9 de marzo durante la presentación de la novela de ficción política de José Luis Mozo titulada La última aspa roja, editada en Madrid por la editorial Manuscritos pocas semanas antes, y que nos sitúa en un escenario futuro marcado por el éxito electoral del partido de la inmigración musulmana en España, que gana los comicios generales y tiene la pretensión de implantar en nuestro país una república islámica.
Sucede muchas veces que las novelas suscitan debates más animados que los sesudos reglamentos europeos, y así ocurrió al terminar la presentación de esta, en la que entre los asistentes se encontraba el economista y vicepresidente de la Casa de Aragón en Madrid Chusé Inazio Felices Maicas, quien objetó a otros intervinientes, durante el coloquio con el público, que el derecho a migrar se debe considerar, como bien defendía el prestigioso jurista zaragozano Ángel G. Chueca Sancho, como uno de los derechos fundamentales del hombre[ii].
En mi último libro de poesía, titulado Migraciones (Olifante Ediciones de Poesía, Zaragoza, 2024) abordo también los movimientos migratorios, en clave poética, de los animales, las personas y las almas. Migrar no es sinónimo de invadir, ni de conquistar, ni de someter. Se migra en busca de las condiciones favorables para la vida, porque el alimento, como el hambre, es de todos. Se migra, en el mundo natural, para realizar el cortejo, las nupcias que el calor hará fértiles, o como señaló durante el mismo coloquio la dramaturga y escritora altoaragonesa Elena Gusano, con esperanza, como ocurre en esas familias que envían al miembro más fuerte, con todos los ahorros de los que disponen, a cruzar el mar esperando que consiga llegar hasta el ansiado trabajo que le permita enviarles la mayor parte de su sueldo. Muchos de ellos, ya lo sabemos, mueren durante la travesía, y otros llegan en tan lamentable estado que en lugar de al trabajo van a parar al hospital.
El término hospital viene de huésped (lat. ‘hospes’), y era el que se daba a las hospederías situadas en el Camino de Santiago. Sin embargo, existe también un parónimo hostil de la palabra (lat. ‘hostis’), con el que los romanos se referían a los extranjeros que no siempre eran considerados como visitantes bien recibidos.
La hostilidad parece querer triunfar sobre la hospitalidad en nuestros tiempos.
[i][i] Véase https://www.consilium.europa.eu/es/policies/eu-migration-policy/eu-migration-asylum-reform-pact/asylum-migration-management/
[ii] Véase el artículo 31 de la Convención de 1951 relativo al status de los refugiados; entre los muchos méritos de Ángel G. Chueca destacamos su dedicación como codirector del máster E-Learning de Experto Jurídico sobre Migraciones Internacionales y Extranjería, organizado por el Consejo General de la Abogacía Española.
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