El pasado día 2 de este mes presentamos en la Casa de Aragón en Madrid la Tertulia Cultural “María Moliner” que tiene previsto reunirse una vez cada mes para tratar aspectos relacionados con el mundo de la cultura en un sentido amplio (qué es cultura, cuál es el poder de la cultura o cuál la cultura del poder). Como directora de la tertulia, preparé para su inauguración unas palabras que, al resultar bien acogidas por el nutrido grupo de tertulianos que acudió a aquella primera sesión, podrían considerarse una suerte de manifiesto fundacional. El texto, que pronuncié tras las palabras de bienvenida del presidente de la Casa, José María Ortí Molés, decía así:
“Con la denominación de esta tertulia hemos querido rendir un homenaje a María Moliner por varias razones: en primer lugar, como reconocimiento a su gran figura como filóloga, bibliotecaria y lexicógrafa, cuya principal y monumental obra, el Diccionario de Uso del Español (abreviadamente conocido como DUE) llevó a cabo ella sola, lo que constituye una razón más para rendirle tributo por su ejemplo personal y su tesón. Se trata de un diccionario profundo y riguroso, uno de los mayores repertorios lexicográficos del español, con más de 92.000 entradas, útil para descubrir el significado de las palabras y frases, para aprender a usarlas correctamente y para encontrar la forma de expresar una idea. Además, María Moliner añadió al DUE unos apéndices gramaticales de gran utilidad. A pesar de ello, y tal vez por su posición en ocasiones abiertamente crítica hacia el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), su autora no llegó a tener un sillón en la Academia de la Lengua (de haberlo tenido, habría sido la primera mujer española en ocuparlo). Fue también autora de una obra breve muy apreciada durante la II República, las Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas, en la que muestra su confianza en la cultura como vehículo de regeneración social:
«No será buen bibliotecario el individuo que recibe invariablemente al forastero con palabras que tenemos grabadas en el cerebro, a fuerza de oírlas, los que con una misión cultural hemos visitado pueblos españoles: «Mire usted: en este pueblo son muy cerriles: usted hábleles de ir al baile, al fútbol o al cine, pero… ¡A la biblioteca…!». No, amigos bibliotecarios, no. En vuestro pueblo la gente no es más cerril que en otros pueblos de España ni que en otros pueblos del mundo. Probad a hablarles de cultura y veréis cómo sus ojos se abren y sus cabezas se mueven en un gesto de asentimiento, y cómo invariablemente responden: ¡Eso, eso es lo que nos hace falta: cultura! Ellos presienten, en efecto, que es cultura lo que necesitan, que sin ella no hay posibilidad de liberación efectiva, que sólo ella ha de dotarles de impulso suficiente para incorporarse a la marcha fatal del progreso humano sin riesgo de ser revolcados: sienten también que la cultura que a ellos les está
negada es un privilegio más que confiere a ciertas gentes sin ninguna superioridad intrínseca sobre ellos, a veces con un valor moral nulo, una superioridad efectiva en estimación de la sociedad, en posición económica, etcétera. Y se revuelven contra esto que vagamente comprenden pidiendo, cultura, cultura… Pero, claro, si se les pregunta qué es concretamente lo que quieren decir con eso, no saben explicarlo. Y no saben tampoco que el camino de la cultura es áspero, sobre todo cuando para emprenderlo hayque romper con una tradición de abandono conservada por generaciones y generaciones. Tú, bibliotecario, sí debes saberlo, y debes comprenderles y disculparles y ayudarles».
Es por esto que hemos dado a nuestra tertulia la denominación de “Tertulia cultural María Moliner”, porque pensamos, como ella, que la cultura es el ingrediente indispensable de cualquier mejora social. Por todo ello, la recuperación de su figura y su obra nos parece todavía hoy una labor no sólo necesaria, sino imprescindible. Por último, debemos decir que nos sentimos orgullosos, desde esta Casa de Aragón, de que María Moliner fuera, además de todo lo anterior, aragonesa.
Nosotros quisiéramos que el espíritu que animase esta tertulia la diferenciase de otras en las que a menudo los tertulianos tratan de desprestigiar públicamente a los que consideran sus adversarios y las intervenciones consisten en lanzar consignas del bando o de la camarilla de turno; nos gustaría que esta tertulia tuviera un espíritu distinto, animado por el deseo de aproximación a la verdad, y de poner en claro, entre todos, unas conclusiones, ya que tenemos la intención de hacer públicas dichas conclusiones a través de la publicación de un boletín, de carácter probablemente trimestral y en formato digital, aunque esto aún está por determinar.
Queremos, pues, que la palabra nos sirva para construir esa casa común que es la verdad, la casa del consenso y el respeto, porque las palabras, al fin y a la postre, significan cosas, y esa es una de las razones por las que hemos querido poner como referente máximo de esta tertulia a Doña María Moliner, que tanto se esforzó por definir el significado de las palabras a partir del uso común que hacemos de ellos. Creemos que las palabras tienen que ser la herramienta para entendernos, no ser usadas como armas arrojadizas en unos rifirrafes más o menos ingeniosos donde la ironía, los dobles sentidos, los insultos se conviertan en el tono general. Todo puede ser dicho, no hay que poner trabas a la libertad de expresión, pero todo puede ser dicho sin ofender, sin denigrar, sin injuriar. En una tertulia lo que nos importa es el ‘sentido común’ de las palabras (en sus dos acepciones de ‘cordura’ y de ‘significado compartido’). Queremos recuperar la palabra como herramienta de entendimiento, no de agresividad o de manipulación. Es enormemente importante que sepamos comunicarnos, que aprendamos a manejar el discurso para evitar, precisamente, ser víctimas de discursos manipuladores. Esta es una tertulia sobre el lenguaje y para intentar que el lenguaje, esa capacidad que nos diferencia de otros animales, nos permita el entendimiento y la comprensión de los problemas, no nos suma en la confusión y en la ofuscación que son el caldo de cultivo de la malinterpretación y de la manipulación. Como dijo el filósofo del lenguaje Ludwig Wittgenstein “Los límites de tu mundo son los límites de tu lenguaje”.
Intentemos, pues, ensanchar los límites de nuestro mundo a través del uso recto de nuestro lenguaje. Con la vista puesta en esa ampliación de nuestro mundo conocido a través del uso de la palabra, pretendemos que las reuniones de la tertulia nos sirvan para aprender escuchando a personas conocedoras de los temas tratados, por eso tenemos previsto contar en cada sesión con algún invitado de excepción; esta tarde tengo el enorme placer de anunciarles que está entre nosotros una mujer que, como verán, conoce muy bien la vida y la obra de María Moliner. Elvira Marteles es periodista y socia de la Casa de Aragón, ha desarrollado la mayor parte de su vida profesional en RNE, aunque ha colaborado en otros medios como ABC, El Mundo, La Cope etc. En 1999 creó y dirigió en RNE un documental histórico, en formatoradiofónico, cuyo título fue: «Fin de Siglo»; en este espacio, trazó la biografía sonora de los personajes más destacados del siglo XX, desde Pablo Iglesias, hasta Francisco Franco pasando por Don Manuel Azaña, en el ámbito político, o desde Pablo Picasso hasta Federico García Lorca en el artístico, o el de nuestra protagonista de hoy: Doña María Moliner, a quien dedicó uno de sus documentales: http://www.rtve.es/alacarta/audios/fin‐de‐siglo/fin‐siglo‐maria‐moliner/806173/
Este programa obtuvo los galardones más importantes del momento: la Antena de Oro, el Premio del Club Internacional de Prensa o el Premio Ondas. También obtuvo menciones honoríficas internacionales de la Unión Europea de Radio. A partir del 2001 este programa, dirigido por Elvira Marteles, continuó con un formato parecido, pero con un título diferente, «Documentos», ya en pleno siglo XXI; su trabajo en estos documentales históricos le permitió participar en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, especialmente en trabajos sobre mujeres destacadas del siglo XIX y XX en el campo del periodismo o de la radio. También ha colaborado en este ámbito, con la publicación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas “Arbor”.
Sin más, le cedo la palabra a Elvira Marteles, pero antes quisiera mencionar que, como no hay tertulia buena sin un buen moderador, Raquel Fernández Abuja está con nosotros para moderar los turnos de intervenciones. Gracias a las dos”.
Desde aquí les invito a participar activamente en esta tertulia cuya próxima sesión tendrá lugar en el salón de actos de la Casa de Aragón en Madrid (Plaza de la República Argentina, 6) el próximo día 7 de diciembre a las 19:30 horas. Como homenaje a la gran María Moliner, seguiremos debatiendo sobre el poder del lenguaje, y sobre el lenguaje del poder. No es un juego de palabras: es poner en juego las palabras para intentar desentrañar la aparente paradoja. Como suele decirse, “hablando se entiende la gente”, y no es otro que ése el objetivo de nuestra tertulia. Están todos convocados, porque estamos todos obligados a entendernos
Leave a Reply