Quizá una de las cosas más sorprendentes en lo que llevamos de mandato municipal en la oscense por antonomasia sea el debate sobre el tráfico. Porque sí, hemos recuperado otra vez el lenguaje de los 80 del pasado siglo transmutando el concepto movilidad, dúctil, afable, global por el de tráfico que se reduce al uso del vehículo a motor. Las noticias se suceden con cierta cadencia. La última es la intervención de Tráfico (todo el mundo entendemos DGT, es decir, Dirección General de Tráfico) a propósito de la rotonda de Ramón y Cajal. Pero hace escasos días el Alcalde nos sorprendía con unas declaraciones al recibir 2.000 firmas en contra de la reapertura de las calles Zaragoza y Alcoraz en las que se posicionaba con un contundente “ya veremos”.
No deja de ser curioso que lo que fue la estrella de su oposición política al PP hace tan sólo unos meses, su guerra declarada a la peatonalización del Centro, se haya convertido en un ya veremos con algo tan marginal como dos calles laterales.
Las bondades de la peatonalización son obvias: Huesca ha recuperado el centro, es decir, ha recuperado la ciudad para sus habitantes. ¿Quién se acuerda de aquellas críticas mordaces que en pleno mes de enero decían que no había ni un alma por los Cosos? ¿Quién recuerda a aquellos comerciantes en sentida manifestación clamando por sus negocios? ¿Quién se acuerda de toda aquella barahúnda? Ya nadie, ni tan siquiera Luis Felipe que trató de salvar la honra llevando a la ponencia de movilidad el último estertor de aquél desvarío más propio de un bisoño adolescente que de un político curtido en mil batallas. ¿A quién se dirigía? ¿Qué bases sociales apoyan al PSOE oscense para aquél desvarío? Hoy, afortunadamente, las cosas han vuelto a su cauce. El acuerdo de gobierno municipal tiene aspectos positivos, como la presencia de Pilar Novales que ha mantenido la coherencia entre su discurso anterior (apoyando al PP en este aspecto) y el actual, poniendo trabas e impedimentos a las alucinaciones ya pasadas de un PSOE que no encuentra su espacio en los temas de movilidad. ¡Y pensar que hubo un concejal de movilidad del PSOE que se movía por la ciudad en bicicleta! Las minorías son esquilmadas en todos los partidos, incluso en las ciudades pequeñas.
Pero antes preguntaba quien se acordaba de todo aquél desproporcionado debate. Tiene que hacerlo, naturalmente, Ana Alós. Y hay que dar al César lo que es del César por lo que es necesario reconocer que, ella sí, en contra de sus propias bases sociales, con un par, que diría el castizo, hizo lo que tenía que hacer.
La política es injusta y la memoria es débil. Hoy Ana Alós (siempre pensé que se equivocó de partido) es la cabeza visible provincial de un nido del que saltan todos los días escándalos de corrupción que hace que cualquier persona con algo de ética y conocimiento respecto al manejo del dinero público huya despavorida. Hoy, Ana Alós es el mejor cartel que ha tenido en muchos años el PP, una mujer tranquila, paciente y moderada, como les gusta decir de ellos mismos a los radicales del PP, aunque en este caso ha demostrado que ella sí lo es.
Hoy, Ana Alós, lejos ya de la política municipal, seguro que cuando pasea por el Coso y se toma un refresco en una terraza, debe, por algunos momentos, pensar en todo aquello y decir: pese a todo, me siento orgullosa.
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