El informe sobre “El potencial de las Comunidades Energéticas” de la ONG Amigos de la Tierra, con la participación del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDEA) del Ministerio de Transición Ecológica, sostiene que, con un apoyo normativo e institucional adecuado, las denominadas comunidades energéticas podrían llegar a cubrir en 2030 el 60 % de la demanda eléctrica y el 100 % del consumo de los sectores doméstico y terciario.
El documento calcula que en 2030 en todo el Estado español se podría lograr una producción de 148,610 GWh al año con la creación de 8.245 comunidades de energía que supondrían una inversión total de 98.389 millones de euros.
Esa inversión generaría a familias, empresas y entidades públicas un total de 8.858 millones de euros en ahorros, debido a la reducción de energía importada de la red, y 5.762 millones en ingresos, como resultado de la venta de los excedentes generados.
El ahorro de emisiones netas (considerando el impacto provocado a lo largo del ciclo de vida de las instalaciones de generación) sería de 17 millones de toneladas de CO2 equivalente al año.
En esta línea desde CHA consideramos que Huesca/Uesca debería dar pasos más decididos en el compromiso contra el cambio climático con el objeto de conseguir una ciudad más saludable, sostenible y competitiva. La transición energética a una economía baja en carbono incluye tanto medidas de reducción de consumo y mejora de la eficiencia energética, como la promoción de generación de energía a partir de fuentes renovables. Tres cuartas partes de la energía mundial se consume en las ciudades, que producen el 80 % de las emisiones totales. Las ciudades deben adaptarse y beneficiarse de los cambios en las formas de generar, distribuir y consumir la energía y Huesca/Uesca debería de estar en primera línea en este objetivo. En este sentido, los entornos urbanos como el nuestro disponen de gran superficie en las cubiertas de los edificios para la generación de energía renovable distribuida, espacios que actualmente no tienen otro tipo de uso y ya están urbanizados.
Por todo ello el Ayuntamiento de Huesca debería de contemplar dentro de la Estrategia de Transición Energética y Cambio Climático 2030, que un porcentaje importante del consumo de energía provenga de fuentes renovables, y para ello se debería empezar por realizar un diagnóstico energético de Huesca/Uesca, para poder radiografiar a la ciudad en este ámbito y conocer que porcentaje de energía se consume anualmente de productos derivados del petróleo, de gas natural, de energía eléctrica, de carbones y de fuentes renovables. Todo ello por sectores, transportes, consumo residencial, industria, comercio y servicios, y administración y servicios públicos.
Con ese objeto se debería desarrollar un Mapa Solar de Huesca/Uesca para conocer la capacidad que tiene nuestra ciudad de generar energía eléctrica con instalaciones solares fotovoltaicas colocadas en cubiertas de edificios.
Un Mapa Solar es un análisis del potencial para producir energía fotovoltaica (eléctrica) y energía solar térmica, de acuerdo con la radiación solar recibida. Como resultado, para cada cubierta de edificios tanto residenciales, como industriales o de servicios, se debe ofrecer información sobre el área disponible para la instalación fotovoltaica o térmica, la potencia fotovoltaica de instalación y el potencial de generación de energía eléctrica y térmica mensual y anual.
Estamos hablando de un documento que nos ofrecería información para facilitar la planificación energética a nivel técnico o político y para tratar de facilitar la toma de decisiones a nivel particular (empresas, ciudadanía) y así acelerar el despliegue de estas tecnologías en la ciudad. Una información fundamental para el análisis de amortización de la instalación porque nos permitiría comparar el consumo que se realiza con la energía que se puede producir en esa cubierta o tejado.
Evidentemente el objetivo final es desarrollar una estrategia que permita esos cambios en la demanda energética, con un impacto inmediato en las emisiones locales y, por tanto, reduciendo el cambio climático pero también las facturas energéticas de la ciudadanía, que dedicarán menos dinero a cubrir sus necesidades energéticas, y hará más competitivos a los negocios, industrias y servicios.
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