Música, emoción, ilusión, calor, calor humano… Y sobre todo personas que se reconocen, se sienten, se palpan, se ilusionan y emocionan todos juntos y a la vez. En el epicentro de todo este maremágnum el Coro de Atades Huesca, un pelotón multicolor de más de un centenar de voces que con las primeras notas de cada canción se sincronizaron como el latido de un sólo corazón y atraparon y envolvieron con su mirada limpia a todas aquellas personas que el pasado sábado se asomaron por la puerta grande de la Plaza de Toros de Huesca.
Un coro, este de Atades Huesca, que ya funciona como un engranaje cuasi perfecto con más de cinco años de rodaje y que ha empezado a convertir en habitual tachar de su lista particular los principales escenarios de la provincia y del espacio exterior (Palacio de Congresos de Huesca, Palacio de Congresos de Barbastro, Teatro Victoria Eugenia -San Sebastián-). Un coro formado por personas con capacidades diversas que cuando empieza a sonar la música abren de par en par una ventana a una nueva realidad en la que todo es posible.
«Enséñame a cantar», es un proyecto basado en la musicoterapia que forma parte de la apuesta sin ambajes que Atades Huesca viene realizando desde hace años por las terapias creativas, y que se ha convertido en una rutina positiva y canalizadora de expresión, conexión y sentimientos para todos sus usuarios. El pasado sábado todo esto se vio amplificado ante los ojos de los oscenses que no tuvieron más remedio que despojarse de todo lo accesorio y sumarse la gran ola de sentimiento, ilusión y felicidad que irrumpía rítmicamente sobre la arena del albero.
Pero para llegar a este momento hay que remontarse unos meses atrás, cuando la asociación Sonería (Carlos Purroy, Laura Lisi, Elvira Martín, Rita Perandrés, Nuria Estaún, Sara Escuer y Javier Arinero) propuso a Atades Huesca poner en marcha un proyecto que tenía como objetivo invertir el proceso de enseñanza que se había utilizado hasta ahora, de forma que las personas con discapacidad pasasen de ser receptores de formación a convertirse en formadores; transmitiendo valores, recursos musicales y de interpretación de todos aquellos que aceptasen el reto.
Atades Huesca apostó fuerte desde el primer momento por esta propuesta y puso todos los recursos necesarios para que este proyecto se llevase a cabo. De esta manera se invitó a once colectivos representativos de toda la provincia a participar en esta iniciativa que abría nuevos caminos de comunicación, acercamiento y conocimiento de la realidad diaria y vital de las personas con discapacidad. La mano tendida fue aceptada por trabajadores y componentes de colectivos como: Inaem, IASS, Policía Nacional, Asociación de Comerciantes de Monzón, Salesianos de Monzón, Voluntarios del Hogar de Mayores de Fraga, Bodegas Enate, Amas de Casa de Barbastro, Protección Civil de Jaca, Asociación «El Eco» de Aínsa y Diario del Altoaragón.
A lo largo del proceso en todos los ensayos se repetía la misma tónica: nervios, incertidumbre, sorpresa, alegría, emoción… Y pena. Pena porque aquello que estaba sucediendo no fuese infinito. Los chicos y chicas del Coro de Atades Huesca se habían revelado como grandes formadores y sacaban oro de todos aquellos neófitos musicales en cada taller. Además en el horizonte se empezaba a vislumbrar la gran gala, un evento en el que todos; coro y componentes de los colectivos, se iban a subir en el mayor escenario que según fuentes del Ayuntamiento de Huesca jamás se había levantado en esta ciudad. Un escenario capaz de albergar a un coro de más de 200 personas.
El barco ya había zarpado y ahora sólo quedaba extender las velas para que la travesía fuese perfecta, y lo fue. Primero Los Bisoños, la mítica banda oscense de los años 60 y luego Micky (sí, el de Micky y Los Tonys, el grande entre los grandes y el intérprete de la canción original «Enséñame a cantar» en el festival de Eurovisión de 1977) descolgaron el teléfono y aceptaron la invitación para casi 40 años después volver a sacar brillo a los zapatos y subirse a un escenario para poner nombre y música al gran abrazo circular que formábamos las casi 2.000 personas que ocupamos el centro de la plaza mientras cantábamos: Enséñame a cantar, enséñame a cantar, que tengo triste el corazón y necesito amar…
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