El Espacio Sender del Instituto de Estudios Aragoneses ha recibido a más de 400 jóvenes oscenses en lo que llevamos de año, son estudiantes de 4º de ESO y 1º de Bachillerato que, junto con sus profesores, se han acercado hasta el Centro de Estudios Senderianos para conocer un poco más de la vida y la obra del aragonés de la generación del 27, escritor de Chalamera y el español más traducido después de Cervantes.
A lo largo de este primer semestre, los centros que han visitado este espacio perteneciente a la Diputación Provincial de Huesca han sido el IES Monegros-Gaspar Lax de Sariñena, los IES Ramón y Cajal, Lucas Mallada y Sierra de Guara, los colegios de San Viator y Salesianos, y los clubes de lectura de las bibliotecas municipales Ramón J. Sender y Antonio Durán Gudiol.
El Centro se ha abierto a los más jóvenes para despertar el interés por la obra inmortal de este autor comprometido que luchó en el frente republicano y que acabó en el exilio, primero en Francia y más tarde en México, terminando sus días en Estados Unidos, donde fue profesor de español en diversas universidades durante más de treinta años. Una vida repleta de aventuras y desventuras que poblaron una extensa obra con más de cien títulos y 2.000 artículos que hacen de Ramón J. Sender uno de los referentes de la literatura en español con más proyección universal y un representante de la cultura aragonesa.
Su memoria y parte de su legado se conservan hoy en el Espacio Sender, un centro que, como apunta su coordinador, Luis Gómez Caldú, es ante todo “de gran valor sentimental.” En el el espacio localizo en el IEA se pueden encontrar, además del audiovisual realizado por Eugenio Monesma para el II Congreso sobre el escritor, diferentes objetos pertenecientes al autor, como la mesa en la que Ramón J. Sender escribía, libros de consulta traídos de su apartamento en California, su reloj y su tarjeta de inmigración en México, fotografías del autor en diferentes momentos de su vida, retratos de su primera y tercera mujer, Amparo Barayón y Florence Hall, primeras ediciones de sus obras, el original de Monte Odina, numerosas traducciones al inglés, alemán, francés u holandés, cartas y otros documentos, además de cuadro originales donadas por familiares y amigos de los últimos años del autor, en los que se volcó en la pintura.
Una amalgama de objetos personales con los que es más fácil ver a la persona que fue, más allá del autor universal, y una colección que no deja indiferente a nadie y que ayuda a comprender su obra. Gómez Caldú apunta que los estudiantes “se suelen fijar mucho en los retratos, ese rostro maduro, triste, marcado por la tragedia que supuso perder a su mujer, a su hermano, que fue alcalde de Huesca, y a sus dos cuñados”. Sender falleció en California en 1982, no sin antes haber vuelto a España en varias ocasiones, como cuando recibió el premio Planeta. Sender recibió también la medalla de oro de la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Zaragoza, que se encuentra entre la colección.
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