En esta ocasión nos centraremos en los zapatos para niños en invierno, los cuales a la hora de ser adquiridos trasladan varias dudas a los papás y las mamás. ¿Cómo elegirlos correctamente? Si pones en práctica las siguientes claves no te resultará en absoluto complicado.
Cuero: el mejor material posible
Al tratar con ciertos aspectos relacionados con el calzado, algunos podólogos mantienen una opinión distinta a la de otros compañeros de profesión. Sin embargo, hay un factor en el que coinciden todos ellos: cuál es el mejor material de un calzado destinado a que los niños pasen una buena estación invernal.
La respuesta es clara y hace referencia al cuero. Pero, ¿por qué tiene tan buenas valoraciones por parte de los especialistas? En primer lugar por impedir que los malos olores vayan generándose, con todo lo que ello acarrea.
Tras una agotadora jornada en el colegio y de un incesante recreo, quitarse los zapatos y oler mal puede incluso ocasionar problemas psicológicos en el pequeñín. ¿En qué sentido? Básicamente en el de darle vergüenza quitárselos en público, por ejemplo, dificultando a posteriori las visitas médicas u otras situaciones similares.
Todo lo contrario sucede en caso de elegir un calzado de cuero. Gracias a la naturalidad de dicho material y a sus propiedades, el sudor también es evitado en la medida de lo posible. De hecho, está indicado para tratar la hiperhidrosis que afecta a bastantes niños de Aragón.
Ojo con la suela
Sí, el cuero hace gala de unos beneficios muy a tener en cuenta, pero olvídate de él en la suela. Pocos calzados infantiles lo implementan en dicha área tan delicada, tratándose en su gran mayoría de compuestos sintéticos. Precisamente debes decantarte por estos últimos.
¿Por qué? En primer lugar sale a colación un aspecto de no tanta importancia como el segundo que detallaremos: el cuero no amortigua tanto. Por ende, existe un mayor riesgo de que el infante sufra talalgia, fascitis plantar u otras afecciones de semejante índole.
Sin embargo, con las suelas sintéticas cada pisada es debidamente amortizada a la perfección, absorbiendo incluso las irregularidades del terreno –fundamental para aquellos peques que no paran quietos e incluso saltan y/o corren con el calzado que llevan en invierno–.
Precisamente en esta época son habituales las lluvias, e incluso la nieve en ciertas zonas de Huesca. De nuevo, olvídate por completo del cuero, material que podría traducirse en resbalones de mayor o menor peligrosidad.
Por el contrario, las suelas de composición sintética, sobre todo las de goma, impiden que ello suceda proporcionando una capacidad antideslizante muy a tener en cuenta por los padres al elegir un buen calzado para la época más fría del año.
La importancia de la talla
En líneas anteriores se ha mencionado que todos los podólogos, en ciertos aspectos, coinciden al cien por cien. Más allá de la ferviente recomendación del cuero, otro factor con el que tratan de concienciar a papás y mamás guarda relación con la talla.
Y es que muchos progenitores creen que es una buena idea adquirir calzado infantil que presente una talla más respecto a la que el pequeñín tiene en ese preciso instante. ¿El principal objetivo? Lograr que los zapatos puedan ser utilizados durante más tiempo.
Sí, a nivel económico puede ser una alternativa viable, pero no lo es en absoluto en lo referente a la salud de tu hijo. Igual de perjudicial e incluso más es cometer otro error que, según los podólogos, es realizado con demasiada frecuencia: elegir una talla inferior.
¿Con qué motivo se suele hacer de manera voluntaria? Básicamente para conseguir que el pie del peque permanezca sujetado si cabe con una mayor firmeza, creyendo que ello por ejemplo entrañará un menor riesgo de lesionarse si decide correr, saltar o efectuar algún movimiento un tanto complicado. Nada más lejos de la realidad. La excesiva presión ocasiona deformidades e incluso falta de riego sanguíneo.
Zapatos para niños en invierno
Entonces, ¿cómo se elige la talla más acertada? Probándole los zapatos al niño por la tarde. Con el paso de la jornada las extremidades inferiores se habrán ido hinchando. Por ende, aquel calzado que le va justo por la mañana, podría apretarle en exceso al finalizar el día. Para evitarlo no solo pongas en práctica esta clave.
Adicionalmente también acuérdate de probarle el calzado con los calcetines puestos. En pleno invierno los peques suelen tener bastante frío en dicha zona, por lo que es habitual que lleven calcetines de lana merina u otro material grueso. Comprueba que, a pesar del hinchazón generalizado y el extra de milímetros del tejido, todos los dedos y los propios pies en sí pueden moverse libremente.
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