¿Jugaste alguna vez por más tiempo del que tenías planeado?, ¿perdiste prestando alguna vez para financiar el juego?, ¿el juego te ha causado dificultades para dormir?, ¿has considerado alguna vez la autodestrucción como consecuencia del juego?, ¿ha causado infelicidad en tu vida el juego?
Estas son algunas de las preguntas que Jugadores Anónimos propone para evaluar la condición de jugador o jugadora. Y, lejos de que el juego compulsivo sea un problema reciente, podemos apreciar como el número de casas de apuestas ha aumentado considerablemente. Además, hoy en día, el poder realizar apuestas a través del móvil es tan accesible que la mayoría de las personas que reconocen tener este problema utilizan esta vía.
Veinte años atrás podía observarse que la media de edad de las personas que realizaban juegos de apuestas era bastante elevada. Aparte de los casinos, la tragaperras del bar donde se suelen tomar el café nuestras y nuestros vecinos siempre estaban dando vueltas con el cambio de la consumición. Sin embargo, la media de edad en la actualidad ha disminuido considerablemente, ya que son los jóvenes los que tienen más habilidad para manejar las nuevas tecnologías.
Hay muchos establecimientos destinados al juego que ponen la mayoría de edad como condición para facilitar la entrada del cliente. Sin embargo, hay otros en los que no es necesaria, permitiendo el acceso a cualquier persona dispuesta a apostar, como el ejemplo de la tragaperras.
La presencia de menores en las asociaciones destinadas a la ayuda al jugador desvelan que hay un problema de percepción de lo peligroso que puede resultar este tipo de actividades para el autocontrol. Hay padres y madres que dirigen parte de su sueldo a apuestas. Pero hay otros que le dan una pequeña parte a sus hijos para pagar el gasto de la aplicación del juego, permitiéndole al menor jugar con ese dinero de entrada para realizar apuestas. Puede que se le imponga un máximo de inversión, sin embargo, el problema no radica en la cantidad apostada, sino en la compulsividad que se le crea al niño o a la niña.
Muchas personas no consideran que las apuestas sean algo preocupante, y puede que no sea así. Sin embargo, merece una reflexión y una observación de las consecuencias que pueden estar teniendo ciertos comportamientos en la vida de la persona que juega, teniendo presente que, lejos de ser un vicio, es una enfermedad.
Leave a Reply